Encuestas y resistencia
Cuando un crimen de guerra sí genera rechazo
Este pasado jueves fue el día de Acción de Gracias en Estados Unidos, dando uno de los pocos fines de semana de cuatro días del calendario de festivos en el país. Lo habitual, dado que mucha gente está de viaje, es que sean días de pocas noticias, con Washington vacío de políticos.
No es demasiado normal que un periódico publique algo como lo que sacó el Washington Post el sábado. En un artículo largo, detallado, y que a buen seguro tiene una cantidad de fuentes fiables como para no dudar de su contenido1, explican cómo el día en que la marina americana atacó su primera lancha de presuntos narcotraficantes, Pete Hegseth, secretario de defensa, dio la orden de bombardearla una segunda vez para asegurarse de que no hubiera supervivientes.

Crímenes de guerra
Si esta noticia es cierta, no hay demasiadas dudas sobre su significado. Desde hace siglos, la ley del mar dicta que cuando un barco es hundido en alta mar, existe el deber de rescatar a los supervivientes. Los aliados ejecutaron a varios oficiales de submarinos alemanes en Nuremberg por crímenes de guerra por matar a supervivientes de un ataque. El manual del departamento de defensa de Estados Unidos sobre leyes de guerra, al hablar de órdenes claramente ilegales, pone como ejemplo precisamente disparar a náufragos:
18.3.2.1 Clearly Illegal Orders to Commit Law of War Violations. The requirement to refuse to comply with orders to commit law of war violations applies to orders to perform conduct that is clearly illegal or orders that the subordinate knows, in fact, are illegal. For example, orders to fire upon the shipwrecked would be clearly illegal.
Esto no es una cuestión legal en la que exista ambigüedad alguna: esto es un crimen de guerra. El hecho de que estuvieran bombardeando una lancha civil indefensa ya era una conducta aberrantemente ilegal, un homicidio premeditado en toda regla. Que, una vez atacada, la siguieran atacando hasta matar a todos los supervivientes es una atrocidad aún mayor.
La semana pasada escribía sobre esa “polémica” en la que la Casa Blanca respondió con furia a un video de varios legisladores demócratas recordando a los miembros de la fuerzas armadas que estaban obligados a desobedecer órdenes ilegales.
Me sorprendió entonces de que la administración se metiera en una guerra legal y verbal en un tema en que tenía todas las de perder, porque iban a estar defendiendo en voz alta sobre lo mal que les parecía que alguien se opusiera a cometer crímenes de guerra.
Bueno, ahora vemos por qué estaban así de nerviosos. Peter Hegseth estaba realmente pidiendo a pilotos de la marina que hicieran eso exactamente.
Resistencia republicana
Lo que esperáis ahora, seguramente, es uno de esos párrafos en los que pego estridentes gañidos sobre cómo Trump y sus secuaces hacen una barbaridad, pero como es una de 34 esta semana, pasa desapercibida, y el partido republicano no sólo no dice nada, sino que aplaude entusiasmado al líder.
Esta vez, la cosa ha sido un poco distinta: varios republicanos, incluyendo el líder del comité de defensa del senado, han dicho abiertamente que si las noticias son ciertas, es un acto ilegal o crimen de guerra, y han pedido una investigación. Algo que está más que justificado por el mero hecho de que Hegseth, en su respuesta en Twitter, no niega haber dado esa orden; ha sido Trump quien ha tenido que negar lo sucedido, diciendo que él no hubiera dado la orden de un segundo bombardeo contra los supervivientes.
¿Significa esto que los excesos de Trump finalmente han hecho que el partido republicano haya decidido que el Congreso debe fiscalizar al ejecutivo? ¿Hay esperanza de que el GOP rompa con Trump?
Sobre lo primero, dudo mucho que esto tenga que ver nada con el tema de fondo o una súbita revelación de que quizás Trump está haciendo maldades. Sobre lo segundo, creo que es probable que estemos viendo los inicios de una ruptura, porque muchos en el GOP han llegado a la conclusión de que Trump es lo suficiente impopular como para que merezca alejarse de él.
Empecemos por los sondeos. Durante los últimos días, hemos visto encuestas que tienen a Trump con índices de aprobación de un 36% (Gallup), 38% (YouGov), 35% (ARG) y 38% (Ipsos). Trump está sobre el 41% en la media de sondeos gracias a un puñado de encuestadores cómicamente republicanos que no dejan de publicar resultados, pero lleva un par de semanas en que todo indica que está perdiendo apoyos incluso entre las bases del partido.
Cualquier político republicano, cuando tiene que decidir sobre su apoyo al presidente, se enfrenta al dilema sobre a qué electorado quiere enojar. Si se opone a Trump abiertamente, se arriesga a enfurecer a los votantes de primarias y que decidan reemplazarlo por otro candidato más afín a MAGA. Si se acerca demasiado a Trump, se enfrenta a la posibilidad de perder a votantes moderados asqueados por un ejecutivo cada vez más impopular.
Hasta ahora, el temor a palmar en primarias era, para muchos, mucho mayor a ir a las generales en un distrito que seguramente tiene un gerrymandering que les es favorable. Si Trump está alrededor de un 35%, sin embargo, la opción más sensata para sobrevivir es pegarte con un MAGA enfurecido en primarias para demostrar tu independencia y cruzar los dedos que eso te baste para que la gente olvide que eres republicano en las generales.
Debilidad presidencial
A finales del año pasado, al hablar sobre escenarios posibles para la administración Trump, hablaba precisamente sobre esta clase de resistencias.
Definir el momento exacto en el que un presidente se enfrenta a esta clase de problemas es complicado, porque la pérdida de confianza no es del todo uniforme. Trump está con números negativos en básicamente todos los temas, pero en algunas materias, como inmigración, las bases siguen apoyándolo con entusiasmo. Los legisladores republicanos van a estar más abiertos a quejarse de cosas como política exterior, sanidad o economía, porque ahí Trump es mucho más vulnerable.
Ahora mismo, todo apunta que la administración va a tener mucha menos capacidad de intimidar a los suyos durante los próximos meses. Veremos si este cambio de actitud en el GOP les ayuda en las legislativas o no. Habitualmente los partidos deciden empezar a distanciarse cuando ya es demasiado tarde.
Premoniciones
Por cierto, en el segundo artículo mencionaba una noticia que pasó bastante desapercibida entonces:
Ayer viernes por la noche, cuando los presidentes lanzan sus malas noticias, Trump despidió al jefe del estado mayor y la almirante al mando de la marina. Al mando de las fuerzas armadas ha colocado a Dan Caine, un teniente general de la fuerza aérea que no cumple con los requisitos mínimos para ocupar el cargo, pero que dicen es muy fan de Trump. Junto a estos despidos, también ha echado a tres de los jefes en el cuerpo de los JAG (abogados, los letrados que llevan los asuntos legales dentro de las fuerzas armadas), la clase de cambio de personal que te deja super tranquilo sobre órdenes ilegales y crímenes de guerra. Los acusan de ser demasiado woke.
Purgar a las fuerzas armadas de elementos desleales. Qué puede salir mal.
Bolas extra: decisiones incomprensibles
El motivo por el que el departamento de defensa está cometiendo crímenes de guerra en el Caribe es, al menos en teoría, combatir el narcotráfico. La administración dice que Venezuela es un narcoestado, y que están aniquilando narcoterroristas que están destruyendo América con estupefacientes.
Dejemos de lado de que el problema de las drogas es demanda, no de oferta, y que el precio de la cocaína ha caído en picado estos últimos meses porque la administración tiene a medio gobierno federal persiguiendo inmigrantes en vez de combatir el narcotráfico. En una decisión extravagante incluso para lo habitual en esta presidencia, Trump ha anunciado que indultará a Juan Orlando Hernández, ex-presidente de Honduras, condenado el año pasado a 45 años de cárcel por importar más de 500 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Trump estaba anunciando alegremente su apoyo a un candidato presidencial hondureño al azar en Truth Social, clamando que será el mejor líder para combatir a narcoregímenes como el de Maduro, y a continuación anuncia el perdón de un tipo que recibió sobornos millonarios de El Chapo y fue condenado por un jurado en Nueva York.
¿Por qué? Trump dice que el caso contra Orlando Hernández fue un montaje de Biden, y que lo habían tratado injustamente.
Es una justificación inexplicable, y nadie parece tener una buena teoría sobre qué demonios le ha llevado a tomar esta decisión. La única idea remotamente plausible es que Trump cree que el sistema de justicia americano está fuera de control y se dedica a perseguir a ex-jefes de estado como él al azar. Una motivación estúpida, pero hablamos de Donald Trump.
Este, por cierto, no ha sido el único indulto extraño esta semana. David Gentile, un tipo de New Jersey condenado a siete años de cárcel por un delito de estafa en el que se embolsó 1.600 millones de dólares robando los ahorros de miles de víctimas, también ha recibido un perdón presidencial.
Nadie tiene la más remota idea por qué, aparte de que Trump parece sentir una solidaridad infinita con timadores.
Esta es la clase de noticia que el Post publicaría sólo si están completamente seguros de ella.




