Con gran fanfarria, alboreo y regocijo, Donald Trump anunciaba este fin de semana que Estados Unidos había alcanzado un acuerdo comercial con la Unión Europea.
En esta clase de pactos, los detalles son tan o más importantes que los grandes titulares, pero como es costumbre con esta Casa Blanca, no hay detalles, ni documentos escritos, ni nada remotamente parecido. Tenemos una nota de prensa desde la Comisión Europea, un par de mensajes en redes sociales de Trump enlazando videos de la rueda de prensa, y nada más.
Este es, no es un acuerdo. Es un marco para un acuerdo. Con esta administración, su valor es bastante limitado, y depende exclusivamente del humor del presidente.
Aun con este detalle, no está de más repasar las condiciones generales acordadas, junto un pequeño comentario de lo que significan. He visto varias voces diciendo que este pacto es una “rendición” de la Unión Europea, y viendo lo pactado, mi impresión es bastante distinta.
El acuerdo:
Estados Unidos impondrá un arancel del 15% a la mayoría de sus importaciones de la UE, incluyendo automóviles
Esto parece una mala noticia para la industria europea, que hasta ahora casi no pagaba aranceles. Lo es, pero sólo hasta cierto punto; muchas de las exportaciones son productos que Estados Unidos no produce (farmacéuticos, por ejemplo), y donde no hay producción doméstica en Norteamérica.
Todo el sector aeroespacial queda fuera del acuerdo y no pagará aranceles, ni en Estados Unidos ni en Europa. Es decir, Airbus podrá seguir vendiendo las aerolíneas americanas sin problema alguno. También están exentos maquinaria para fabricar semiconductores, algo en lo que Europa tiene casi un monopolio.
Otras exportaciones, como los automóviles, en realidad acabarán pagando un arancel menor que los coches fabricados dentro de Estados Unidos. Inexplicablemente, la administración Trump está gravando los vehículos fabricados en Canadá y México, además de muchos de sus componentes intermedios, al 25%, así que las exportaciones europeas pagarán menos que la mayoría de los productos fabricados por GM, Ford, y Stellantis en Norteamérica. Este es el mismo problema que el acuerdo con Japón, y los fabricantes locales están indignados.
Por añadido, casi todos los coches “europeos” que circulan por aquí están fabricados en plantas en el sur de Estados Unidos (Volkswagen en Tennessee y Carolina del Sur, Volvo y BMW en Carolina del Sur, Mercedes en Alabama y Carolina del Sur). Es probable que los modelos que venden menos y sí se importan de Europa (básicamente todo lo que no sea un SUV) dejen de estar disponibles aquí, pero poco más.
Lo que es importante recalcar, sin embargo, es que los aranceles no los pagan los europeos, sino los consumidores americanos. Donald Trump está subiéndome los impuestos a mí en Connecticut, no a Europa. Quienes estamos pringando más somos los que vivimos a este lado del Atlántico.
La Unión Europea no impondrá aranceles a los productos americanos
Es decir, los europeos no pagarán un impuesto para comprar productos americanos. La mayoría de las importaciones de la UE son petróleo y gas natural; la otra categoría con cierto volumen son aviones y productos asociados, que ya he mencionado que están excluidos del acuerdo.
Los fabricantes europeos de automóviles no deben temer la competencia americana. Gran parte de los coches fabricados aquí son ilegales en la UE, al ser auténticas máquinas de matar peatones. El gobierno federal no regula esto en absoluto, y aún menos con Trump.
La Unión Europea se compromete a comprar material militar a Estados Unidos
La UE está prometiendo hacer lo que iba a hacer igualmente. Esto no representa sacrificio alguno.
La Unión Europea comprará $750.000 millones de productos energéticos americanos
La Unión Europea importa, de media, algo más de 420.000 millones de dólares en energía al año. Un 15% de nuestras importaciones de petróleo provienen de Estados Unidos, más o menos la mitad del gas licuado (importamos lo mismo vía gasoducto de Noruega y Argelia) y sobre un 30% de petróleo.
El acuerdo no dice absolutamente nada sobre plazos o cuotas, más allá de un “horizonte de tres años”. No tengo las cifras exactas del qué porcentaje de esos 420.000 millones van a Estados Unidos. Mi sospecha es que lo único que tiene que hacer la UE para cumplir con este pacto es reducir un poco las importaciones de otros países y substituirlas con algo más de importaciones americanas. El coste para los europeos será nulo.
La Unión Europea se compromete a invertir 600.000 millones de dólares en Estados Unidos
Esta “cláusula” es parecida al acuerdo firmado con Japón, y es igualmente vaga. No hay nada que explique cómo se harán estas inversiones ni quién. En el acuerdo japonés se habló de un fondo soberano del gobierno japonés que la Casa Blanca dirigiría hacia fines estratégicos, pero sin tener nada por escrito. La UE, por descontado, no tiene nada remotamente similar, y ni de broma le darán un saco de dinero tal a un gobierno extranjero para que lo “invierta” como quieran. Esto es, casi seguro, papel mojado.
Aritmética comercial
Lo más divertido, sin embargo, es que, si la inversión es real, es muy probable que acabara por hacer los aranceles completamente irrelevantes.
La idea de Trump, que es alguien que insisto no entiende nada sobre comercio internacional, es imponer aranceles para eliminar el déficit comercial de Estados Unidos con la UE. El problema es que, por pura contabilidad, el déficit comercial es idéntico a la inversión exterior neta que recibe un país. Si la Unión Europea invierte súbitamente 600.000 millones de dólares en Estados Unidos, esto hace que, por un lado, Europa tenga menos dólares para importar productos americanos y por otro, el aumento de demanda de dólares hará que se aprecie respecto al euro. Un dolar fuerte hace las exportaciones menos competitivas y hace que importar sea más barato, aumentando el déficit comercial.
Un país no puede reducir su déficit comercial y recibir más inversiones exteriores al mismo tiempo1. Trump está intentando conseguir en este acuerdo algo que básicamente no puede suceder. Este es un acuerdo en que ambas partes pierden, y quienes más perjudicados salen son los consumidores americanos.
Esto no es una victoria
Me parece incomprensible, por lo tanto, esta insistencia de los medios (tanto en la UE como en Estados Unidos) para declarar los acuerdos comerciales recientes de Trump como “victorias”.
En el mejor de los casos, lo que se acaba firmando es un pacto que deja a Estados Unidos peor que lo que estaba antes, con los consumidores americanos pagando costes adicionales sin motivo alguno. A cambio, Trump “extrae” o bien promesas irrelevantes que no le cuestan nada al otro país (comprar petróleo, “invertir”), o bien hacer algo que es bueno para ellos a largo plazo, dejar los aranceles a cero. Estados Unidos, además, sigue manteniendo aranceles enormes en inputs como el acero o aluminio, que hacen sus industrias menos competitivas sin motivo alguno.
Sí, los aranceles harán daño a algunas empresas de la UE; las farmacéuticas, especialmente, se van a comer un marrón. Pero dado que Trump cree que gravar las importaciones es algo bueno en sí mismo, la comisión realmente nunca iba a llegar a un acuerdo sin aranceles de por medio. El objetivo final de Trump era aranceles elevados, no un tratado comercial; no había negociación ni represalias que fueran a evitarlos. Dado que el resultado final iba a ser este, era mejor ahorrarse el drama y aceptar que el presidente es idiota de entrada.
Una nota final. No olvidemos que es muy cuestionable que Trump realmente tenga la autoridad legal para firmar esta clase de acuerdos. Sus poderes en política comercial están (como todo en esta administración) en los tribunales, pero no debería ser una sorpresa si de aquí seis meses la corte de apelaciones dice que los aranceles son ilegales.
Bola extra:
George Santos, el hombre, el mito, el héroe revolucionario, ingresó en prisión el viernes pasado para cumplir una condena de siete años por una pequeña montaña de delitos irrelevantes como robar dinero a manos llenas a donantes, viejecitas, y blanqueo de dinero.
Una lástima. Este tipo realmente era un timador audaz y creativo, un genio:
Su modelo de negocio era magistral:
Su estrategia era fingir que tenía dinero para aparentar que era un candidato electoral serio, y utilizar esta viabilidad en las urnas para recaudar fondos de donantes despistados. En un timo tan audaz como ingenioso, se inventó ese préstamo de medio millón de dólares a su campaña, dinero que nunca había existido, y simplemente utilizó el dinero que recaudaba intentando ganar un escaño al congreso para “devolver” ese préstamo que nunca existió.
Es decir: Santos utilizó una campaña electoral para transferir dinero de donantes a su bolsillo, sin más. Así por las bravas.
Era buena idea. Tan buena, que tras “ganar” casi 80.000 dólares en su campaña del 2020, decidió volver a la escena del crimen en el 2022, con un timo a mucha mayor escala. El problema fue que ganó las elecciones, y el NYT empezó a preguntarse quién era este buen hombre. Y claro, lo pillaron. Una lástima.
Vale, puedes hacerlo si a la vez estás pegando patadas a tu propia moneda imprimiendo papel como un poseso para devaluarla. Es algo que puede funcionar un ratito, hasta que la gente a la que le debes dinero decide que no te va a prestar más y te metes en una crisis de deuda monumental. El déficit público americano es descomunal, por cierto.
Lo de las farmacéuticas no va a ser para tanto, con lo que paga el estadounidense medio por sus medicinas hay mucho margen que se comen los intermediarios y no creo que se lo puedan sacar al usuario final que está ya desangrado con lo cual el arancel se lo comerán las aseguradoras seguramente.
datos sobre importaciones de energia (gas, petroleo y carbón) de los USA: https://www.reuters.com/business/energy/eus-pledge-250-billion-us-energy-imports-is-delusional-2025-07-28/