En los libros de historia de Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX, Strom Thurmond es un personaje recurrente1. Hijo de una familia distinguida de Carolina del Sur, fue senador estatal en su estado durante la gran depresión, un ferviente admirador de Roosevelt, y ejerció como juez varios años.
En 1942, cuando empezó la guerra, renunció a su cargo, y a los 39 años se alistó al ejército. Su carrera militar fue extraordinaria; fue uno de los soldados que aterrizaron con planeadores en Francia antes del Día D, y acabó alcanzando el rango de teniente coronel, recibiendo 18 medallas. De vuelta a casa, en1946 fue elegido gobernador de su estado.
Thurmond, sin embargo, no era un héroe, sino un segregacionista convencido. En 1948, indignado por la creciente influencia de políticos norteños favorables a los derechos civiles y los intentos de Harry Truman de integrar racialmente el ejército, se presentó como candidato a la presidencia para intentar sabotear su reelección. Aunque ganó cuatro estados (todos en el sur) con una campaña virulentamente racista, no consiguió detenerle. Thurmond, lejos de amedrentarse, se presentó al senado. Fracasó en su primer intento, pero fue elegido en 1954.
El hombre ocuparía ese escaño, sin interrupción, hasta el 20032.
Durante sus años en el senado, Thurmond tuvo como gran objetivo proteger el régimen segregacionista del sur. Se opuso a todas las leyes de derechos civiles que se pusieron delante, utilizando todas las artimañas procedimentales en el senado para hundirlas. Organizó varios filibusters épicos, luchando con uñas y dientes contra presidentes y su propio partido para mantener la dictadura racial del sur. En 1964, decidió cambiar de partido, apoyando a Barry Goldwater en las presidenciales; el primer paso de la deriva hacia el partido republicano del viejo sur.
Discursos
Aparte de ser un racista impresentable, una persona horrible, un hipócrita inaguantable3 y un miserable absoluto, Thurmond siempre había ocupado un lugar un tanto irritante en los libros de historia por una efeméride curiosa. En 1957, en su campaña por detener la primera (y débil) ley de derechos civiles impulsada por Eisenhower y Nixon, y sacada adelante por el entonces líder de la mayoría demócrata Lyndon Johnson, Thurmond hizo un filibuster excepcionalmente largo. En el senado americano, nada puede ir a votación si un legislador está hablando en la cámara. Para intentar bloquear la aprobación de ley, Thurmond habló en el pleno, sin interrupción, durante veinticuatro horas y dieciocho minutos, con apenas una pequeña pausa para ir al lavabo. Durante su intervención, leyó varias sentencias del supremo, pasajes de Toqueville, las leyes electorales de los 48 estados de la unión, y un discurso de Washington.
Su filibuster acabó fracasando. El resto de los senadores sureños habían accedido a no bloquear la ley a cambio de amplias concesiones por parte de Johnson y varias cosas que sólo pueden describirse como casi-sobornos. La ley fue aprobada, el primer paso hacia la lenta marcha hacia la democratización plena de los estados sureños y el fin de la segregación racial.
Pero el nombre de Strom Thurmond, pedazo de mierda racista de Carolina del Sur, estaba en los libros de historia, imborrable, por ser el hombre que dio el discurso más largo de la historia del senado.
Otra protesta
Esta semana Cory Booker, senador demócrata por Nueva Jersey, enterró a Thurmond para siempre. Booker se plantó en el senado el lunes a las siete de la tarde y empezó a hablar sobre todos los escándalos y maldades de la administración Trump. Avisó que iba a hablar un buen rato, y siguió durante toda la noche, leyendo cartas enviadas por funcionarios federales que habían sido despedidos por los recortes, repasando todo lo que se estaba perdiendo. Por la mañana seguía, con la ayuda ocasional de algún colega para poder ir al baño. No dejó el atril hasta las ocho y cinco de la tarde, tras 25 horas y cinco minutos de discurso.
Y lo hizo sin trucos, sin leer libros o el listín de teléfono.
El discurso de Booker no era para bloquear ninguna ley en particular4; el senado estaba debatiendo un par de nominaciones cuando empezó su charla. Su único objetivo era, simplemente, llamar la atención sobre los males de la administración, y, para qué negarlo, sobre sí mismo. Era, ante todo, una señal a las bases demócratas, hartas con la abulia del partido, que entiende su rabia, y un intento para empujar a sus colegas a que se enfrenten abiertamente contra la administración Trump.
No sé si será casualidad, pero ayer uno de sus colegas, Adam Schiff (California), anunciaba que iba a bloquear la nominación de Ed Martin, el candidato nominado para ser fiscal de distrito en Washington. Un bloqueo (hold) implica que Schiff exigirá que todos y cada uno de los pasos necesarios para su nombramiento deba completarse, incluyendo horas de debate en el pleno y múltiples votaciones, bloqueando la cámara durante días o semanas en trámites sin poder legislar. Poco después Ruben Gallego (Arizona), anunciaba que haría lo mismo con todos los nombramientos a ocupar puestos en el Departamento para Veteranos, en protesta a los recortes indiscriminados en la agencia.
Esta clase de maniobras son rutina cuando hay un presidente demócrata; los republicanos suelen bloquear el senado con tonterías a la mínima que algo les irrita. Las bases demócratas llevaban meses desgañitándose, pidiendo a los senadores de su partido que hicieran lo mismo. Parece que por fin se han despertado.
Hace unos días, hablando de las (lejanísimas) primarias presidenciales del 2028, mencioné a Booker como un candidato decente sobre el papel que necesitaba recuperar la atención de los medios y bases, un poco desencantados con él. Este filibuster, como mínimo, ha servido para recordarle al partido que aún está vivo, y que es alguien con un enorme talento político.
Y si os parece una locura que tengamos a candidatos pensando ya en las presidenciales a cuatro años vista, bienvenidos a Estados Unidos.
Por cierto, a nadie se le escapaba la ironía hoy que el hombre que superó el récord infame de Thurmond en su intento para mantener la segregación racial en el sur fuera un hombre negro, 68 años después.
Elecciones variadas
Ayer por la noche hubo tres elecciones de cierto interés, dos en Florida y una en Wisconsin.
Florida
En Florida tocaba votar reemplazos para ocupar dos escaños vacantes en la cámara de representantes, uno ocupado por el tarado de Matt Gaetz, el otro por el entusiasta de Signal Mike Waltz5.
Ambos eran distritos muy republicanos (la clase de sitio capaz de votar por un tipo como Gaetz), así que los candidatos del GOP se impusieron con relativa facilidad. El margen de victoria, sin embargo, ha sido una sorpresa; en un distrito, el candidato republicano se impuso por 32 puntos en noviembre, pero apenas 12 hoy; en el otro, el margen ha caído de 33 a 14. Si eres un legislador republicano que ganó en noviembre por “sólo” veinte puntos, esta clase de diferencias seguro llaman la atención.
Wisconsin
En Wisconsin ayer escogían a un juez para el tribunal supremo estatal. Aunque parezca mentira, esta era una votación increíblemente importante, ya que una victoria del candidato conservador les hubiera dado la mayoría en la cámara, y con ello, a poder sabotear casi cualquier ley demócrata, ilegalizar el aborto, permitir gerrymanderings partidistas y toda clase de maldades. Wisconsin es, obviamente, un estado excepcionalmente importante en las presidenciales, así que controlar este tribunal importaba, y mucho.
En total, los dos candidatos y grupos externos se han gastado más de noventa millones de dólares en esta campaña6. Elon Musk, en solitario, se ha fundido 25 millones, incluyendo “sorteos” entre votantes que se comprometieran a votar al juez conservador, con los ganadores recibiendo un millón de dólares, y varios mítines en el estado.
No ha funcionado. Susan Crawford, la candidata progresista (en teoría son “apartidistas”, pero era la candidata demócrata) imponiéndose por nueve puntos. Trump ganó Wisconsin por un punto, así que es otro cambio considerable.
¿Son significativos estos resultados? A dos años de las elecciones legislativas, obviamente no. Pero ver perder a Musk es siempre divertido, y son una señal clara que la administración Trump es impopular. No es poca cosa.
Bolas extra:
La fiscalía pedirá la pena de muerte contra Luigi Mangione. Dudo mucho que encuentren un jurado que les haga caso.
Algunos de los inmigrantes deportados a El Salvador fueron enviados al gulag por error. La administración Trump reconoce que hubo fallos, pero le han dicho al juez que como están en una cárcel en otro país no pueden hacer nada por ellos.
Muchas empresas están anunciándose en Twitter para que Musk les deje en paz.
Trump sigue insistiendo que quiere presentarse a un tercer mandato.
Los que habéis leído cierto libro, os sonará el nombre, por supuesto.
Con 101 años de edad. No, no es broma.
Ejemplo: tuvo una hija ilegítima con una mujer negra en 1925. No la reconoció hasta el 2003.
Hay cierto debate sobre si técnicamente es un filibuster, porque no era contra una ley. Soy de la opinión que sí lo es; muchos filibusters legislativos en cámaras estatales no son contra una ley en particular. En Connecticut, la costumbre es hacerlos a base de hacer cientos de preguntas absurdas sobre otra ley para evitar que otra llegue al pleno.
Florida realmente tiene políticos estupendos.
Como referencia, el gasto total en las elecciones generales en España no llega a los 60 millones.
Roger, que opinas del sarao que hay entre Anna Paulina Luna y el politburo del GOP?
Gracias
Siempre divertido y útil este newsletter. Por fin entendí cuáles fueron las elecciones en Florida y Wisconsin.