Mientras en España se hablaba sin descanso de la cumbre de la OTAN y la insolencia/fortaleza de Pedro Sánchez, la clase política americana está obsesionada con Zohran Mamdani.
Un desconocido
Si el nombre no os suena de nada, no os preocupéis, porque este señor era, hasta hace aproximadamente diez minutos, casi un don nadie. Mamdani es un representante estatal en Nueva York de 33 años, nacido en Kampala, Uganda, hijo de un académico de cierto prestigio (Mahmood Mamdani) y una cineasta relativamente conocida si eres cinéfilo (Mira Nair). La familia se mudó a Nueva York cuando tenía siete años, y es ciudadano desde el 2018.
Se metió en política, como casi todos los izquierdistas en este país, haciendo puerta a puerta como voluntario en campaña estatales; lo conocí, muy de pasada (alguien me tuvo que recordar que coincidí con él en una conferencia1) a poco de empezar a trabajar en el Working Families Party. Mamdani ganó unas primarias para representante estatal el 2020, y rápidamente se ganó una reputación en Albany de ser un legislador incansable, carismático, y tremendamente inteligente.
Primarias en la ciudad
A finales del año pasado, el tipo anunció que se presentaría a las primarias de la alcaldía de Nueva York, un progresista más en el pelotón de candidatos intentando derrocar al horrendamente impopular Eric Adams.
Los escándalos del alcalde hicieron que renunciara a la candidatura demócrata (se presentará a las generales como independiente), haciendo que las primarias fueran de repente muy competitivas. En parte por su talento como político, en parte porque es guapo y carismático, en parte porque es un tipo que ha hecho carrera picando piedra en la izquierda socialista a pie de calle en Nueva York, Mamdani no tardó en convertirse en el candidato favorito del ala progresista del partido.
Su principal oponente, entre los nueve candidatos en las primarias, era Andrew Cuomo. Este nombre seguramente os será más familiar; 67 años, hijo del gobernador Mario Cuomo, secretario de vivienda con Bill Clinton, fiscal general de Nueva York y gobernador del estado durante la pandemia, Cuomo es miembro de una dinastía política americana, alguien inmediatamente reconocible en todo el país. Aunque moderado en muchos temas, siempre ha tenido una cierta reputación de ser combativo y tenaz.
También resulta ser un cretino absoluto, que tuvo que dimitir de su cargo tras ser acusado de ser un acosador sexual por más de una decena de empleadas. Porque vivimos en la era Trump, y esta clase de cosas pasan, supongo.
Inicialmente, el ala moderada del partido demócrata y los notables del partido habían decidido apoyar a Adrianne Adams, la Speaker (jefa de la mayoría) del consejo municipal (el pleno, digamos) de la ciudad de Nueva York2. De forma un tanto inexplicable, sin embargo, una vez entró Cuomo en liza cambiaron sus lealtades hacia él, regándole de donaciones tanto a su campaña como a PACs (Political Action Committees, estos grupos externos que pueden apoyar a un candidato) con entusiasmo. Muchos sindicatos se sumaron, apoyando a Cuomo, además de gran parte de las élites políticas del estado y la ciudad, incluyendo congresistas, exgobernadores, y el propio Bill Clinton.
Elecciones peculiares y victoria
La ciudad de Nueva York, en sus primarias, tiene una ley electoral peculiar. Los votantes escogen a cinco candidatos, por orden de preferencia. El candidato con menos votos tras cada ronda es eliminado, pero sus votos son asignados al resto según quién hubiera escogido el votante como segunda preferencia. Esto se sigue repitiendo hasta que un candidato consiga la mayoría.
La belleza de un sistema de voto preferencial como este es que no se “desperdician” demasiados votos; uno puede listar a todos los candidatos de izquierdas o moderados, en orden de preferencia, sin preocuparte de dividir el voto. En las primarias, esto permitió a Mamdani aliarse con el resto de los progresistas para hacerse apoyos cruzados (“vótame a mí y pon estos dos como dos y tres”). Cuomo, mientras tanto, como firme candidato del establishment, fue incapaz de atraer ningún apoyo relevante.
A principios de año, Mamdani rondaba el 1% del voto en los sondeos, con suerte. En parte gracias a su talento político, en parte gracias a una campaña brillante, en parte gracias a la inestimable cooperación de Andrew Cuomo y sus PACs aliadas que se dedicaron a atacarle sin descanso, sus números subieron sin parar hasta estar segundo, pero por detrás de Cuomo, en primeras preferencias en los sondeos.
El martes fueron las primarias, y para sorpresa de casi todo el mundo (ningún sondeo ha acertado), Mamdani se impuso, 43-36, derrotando a Cuomo con una facilidad tremenda. El voto preferencial no será contado hasta como mínimo la semana que viene (esto de las elecciones a esta ciudad se le da fatal) pero parece claro que Mamdani será el candidato demócrata, y casi con total seguridad, el próximo alcalde de Nueva York.
Lecciones
La pregunta, obviamente, es qué significa esto para la política americana en general, y para el partido demócrata en particular. Sobre lo primero, relativamente poco; Nueva York es cultural y políticamente completamente distinta al resto del país3, y el mensaje de Mamdani será visto como comunismo radical al oeste del Hudson4. Los republicanos harán sus habituales gestos histéricos sobre la religión de Mamdani (es musulmán), sobre cómo la inmigración está “destruyendo” Nueva York y cómo los demócratas han nominado un anarquista-socialista5 a la alcaldía, pero dirían casi lo mismo con cualquier candidato.
Hablar sobre los horrores de la inmigración de masas en Nueva York es especialmente divertido. Como señala Susan Dynarski, Nueva York tiene menos inmigrantes ahora que hace cien años:
La parte más interesante de la historia, creo, es lo que dice del partido demócrata. Nueva York es bastante distinto al resto del país, pero las bases demócratas en la ciudad no son demasiado distintas a la media nacional6, y aquí los resultados electorales sí que permiten extraer ciertas conclusiones.
El mensaje es muy simple: las élites del partido demócrata son inexplicablemente idiotas, miopes e insensatas escogiendo a un cretino sociópata como su candidato, y las bases están absolutamente hasta las narices de ellas.
Mamdani es, en muchos aspectos, mucho más radical que las bases del partido, incluso en Nueva York. Pero es también joven, divertido, incansable y capaz de hablar como un ser humano normal, no como un patricio que lleva en política desde hace cuarenta años y que parece incapaz de entender que los votantes están hartos de que los tomen por idiotas. Así que entre un radical sin experiencia y la misma historia de siempre de las élites que se han dejado derrotar por Donald Trump dos veces, han preferido probar lo primero.
El soviet clintonista
Esto es algo que quiero desarrollar en más detalle en otros artículos, y que es importante. El principal problema del partido demócrata, ahora mismo, es que sus líderes, muchos de sus representantes electos, sus consultores, y sus “élites” (grandes donantes, sindicatos, los “grupos”) tienen mucho de nomenklatura soviética. Son gente que lleva en política desde hace décadas, que hablan como políticos, se mueven como políticos y se comportan como políticos anclados en el pasado, siempre aconsejados por los mismos asesores que llevan dando la vara desde 1990. Incluso los veteranos de la administración Obama están a menudo en segunda fila o semi retirados; los baby boomers siguen dominando la escena.
Cuomo, aparte de hacer una campaña horripilante, era el avatar perfecto de esta política fosilizada. Que las bases hayan preferido a un don nadie, por carismático que sea, es muy significativo.
Lo que queda
Ahora quedan las generales. Dado que el rival de Mamdani será Eric Adams, alguien que es radioactivo en la ciudad a estas alturas, y que el GOP presenta a un payaso como candidato, lo más probable es que Mamdani gane. Todo apunta que es alguien más listo y menos torpe que el último izquierdista en ganar unas primarias en una gran ciudad de forma inesperada (Brandon Johnson, en Chicago), pero estoy, como siempre, bien preparado para sufrir otra decepción.
Mi candidato favorito era Brad Lander, progresista, judío, y el candidato favorito de la izquierda antes de que se enamoraran de Mamdani. Ha quedado tercero. Es mucho más sensato, tiene más experiencia y es más competente, pero era más aburrido.
Bola extra: Pedro y el lobo
Vale, sobre Trump y Pedro Sánchez. Se ha hablado relativamente poco de ello, pero algo ha salido en medios.
Lo interesante en esta cumbre, que mencionan algunos analistas y que era muy fácil leer entre líneas, es que el compromiso de gasto tiene mucho de teatro para hacer feliz a Trump, pero que nadie se lo toma en serio.
La primera “revisión” sobre dónde estará la alianza será el 2029, ya con Trump (esperemos) fuera de escena, y nadie tiene que cumplir hasta el 2035. No habrá ni un solo país que se acerque remotamente a lo prometido (exceptuando a Polonia). Las declaraciones y baboseo eran simplemente para que Trump no montara una de sus escenitas lamentables o decidiera hacer alguna estupidez irreversible saliendo de la OTAN o algo peor.
Sospecho que la irritación de los aliados con Sánchez es más por salirse del guión que otra cosa. Porque lo que hará España es lo que harán todos.
Y no lo he visto otra vez desde entonces, pero oye, lo “conozco”.
No es familia de Eric Adams, el alcalde.
Aunque, como señala Nate Silver, es más conservadora de lo que parece. Mucho más que California, de hecho.
Mamdani está a la derecha de Jaume Collboni en muchos temas. Es progresista para Estados Unidos, pero es un izquierdista normalito en Europa. Tiene algunas ideas muy de izquierdista torpe, como transporte público gratuito (autobuses) o poner topes al precio de los alquileres, por cierto.
El POUM, la CNT, el PSUC y el PCE estarán encantados de saber que son aliados así de cercanos.
La diferencia es que aquí las bases son casi iguales al resto del electorado de la ciudad, y por eso los demócratas ganan siempre.
Sobre Pedro Sánchez: es exactamente tal y como lo comentas. Nadie en su sano juicio se va a gastar el 5% del PIB en defensa, pero los líderes europeos han preferido practicar el baboseo con la esperanza de que en 2035 Trump haya muerto de una hiperglucemia.
Todo esto hay que leerlo en clave de política española. Trump y su mascota se lo han puesto muy fácil a Sánchez para presentarse como un dirigente presentable y jugar la única carta que le queda, que es la política internacional.
Un placer leerte como siempre.
Muy interesante el articulo. Lo unico que me preocupa, es que el partido democrata vea el caso de Zohran como el tipo de ideologia a seguir, cuando como bien comentas Nueva York es un caso especial de un estado tirando a la izquierda. Aunque coincido en que las elites democratas andan muy perdidas....
Entiendo que el mayor problema que tienen los democratas, es que solo son competitivos en la mitad de los estados, y a no ser que reorganicen de alguna forma su coalicion de votantes el senado lo tienen perdido para siempre, y la presidencia necesitan ganar de paliza para poder ganarla.
Una pregunta, ¿dirias que WFP podria tener candidatos mas viables que los democratas en los distritos y estados mas republicanos?