Y Trump se fue a la guerra
Para sorpresa de nadie, Trump tomó la decisión más imprudente posible
Siguiendo el patrón habitual, la administración Trump decidió este sábado tomar el curso de acción más alocado, imprudente y peligroso posible, y bombardearon Irán. Quizás de forma un poco ingenua, esperaba que el tipo al menos se haría el remolón y esperaría a que el problema se solucionara solo. En vez de ello, ha repetido lo que han hecho sus dos antecesores republicanos en el cargo, y metido otra vez el país en un fregado militar en Asia.
Al igual que hice en el último artículo, no voy a meterme (demasiado) en las implicaciones geopolíticas del conflicto, porque no soy un experto en la región y la política iraní la desconozco casi por completo. Me limitaré, por ahora, a unas cuantas notas rápidas sobre el impacto del ataque en la política exterior americana y en el debate dentro del país.
1. Un ataque ilegal
Este es un detalle importante, aunque seguramente acabe cayendo en un segundo plano: Trump no tiene autorización legal alguna para ejecutar una operación como esta. La constitución americana es increíblemente clara en que es el Congreso, no el presidente, quien tiene potestad para declarar una guerra.
Supongo que técnicamente la Casa Blanca puede argumentar que esta es una guerra entre otros dos países y que ellos están de paso, claro.
La administración ha argumentado que el ataque está amparado por la War Powers Act (ley sobre poderes de guerra) de 1973, que permite al presidente actuar sin autorización del congreso en caso de “emergencia nacional provocada por un ataque a Estados Unidos, sus territorios y posesiones, o sus fuerzas armadas.” Su argumento es que Irán adquiriendo armas nucleares es una emergencia, y que es el presidente quien tiene la autoridad para decidir si un suceso así cae bajo esta categoría.
Ese era el argumento exacto de Richard Nixon cuando se hizo público que estaba bombardeando Camboya en secreto a espaldas del congreso, hecho que motivó la aprobación de la War Powers Act1.
El hecho que el ataque sea casi seguro ilegal no es que vaya a importar mucho, porque la única institución que podría remediarlo es el congreso, y la mayoría republicana en ambas cámaras está más que encantada de darle todo el poder que quiera al presidente. Es muy probable también que el bombardeo sea ilegal según el derecho internacional, pero dado que a Trump (y al congreso) esto le importa aún menos, para qué emocionarnos demasiado.
2. Irán tiene un programa nuclear por culpa de Trump
La administración Obama firmó con Irán un tratado en 2015, con la participación de China, Francia, Alemania, Rusia, Reino Unido y la Unión Europea, el plan de acción integral conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). El acuerdo hacía que Irán renunciara, a efectos prácticos, a su programa nuclear, con inspectores internacionales para verificarlo, a cambio de eliminar las sanciones contra su economía.
Como señalaba Matt Yglesias aquí, Irán acepta este acuerdo porque gracias a él podría reactivar su economía gracias al levantamiento de las sanciones. JCPOA refuerza al gobierno iraní, y parte de los recursos que consiguen reintegrándose en la economía global acaban siendo utilizados para financiar a Hezbollah, Siria, Hamas y terroristas variados. Pero el objetivo de este tratado no era poner fin a la guerra fría entre Irán y medio mundo, sino que Irán no tuviera armas nucleares, y en eso fue un éxito rotundo.
Hasta que Trump abandona el tratado el 2018, reimpone sanciones, e Irán hace esto:

El problema es que JCPOA era un tratado racional y sensato para todo el mundo excepto Israel. Aunque eliminar la posibilidad de acabar en una guerra nuclear es algo que consideran necesario, los grupos terroristas y chiflados con armas automáticas que Irán financia suelen atacarles a ellos y matar a sus civiles. Reforzar su economía sin condiciones adicionales les parece una idea peligrosa.
Es por este motivo que Benjamin Netanyahu se pasa los dos primeros años del primer mandato de Trump dándole la vara sin cesar a Trump para que se retirara del JCPOA y presionara a Irán para obligarles a firmar un acuerdo mejor para ellos.
El fin del JCPOA tiene consecuencias inmediatas. Si Irán no está consiguiendo lo que habían firmado (menos sanciones), harán lo que habían pactado dejar de hacer (uranio). Irán sólo aceptó abandonar su programa nuclear si eso le reportaba algún beneficio; de lo contrario, era racional para ellos intentar seguir el modelo de Corea del Norte y tener armas nucleares para que nadie se atreva a atacarte.
Esto es lo que lleva a Irán a volver a enriquecer uranio y lanzar toda clase de ataques terroristas, que acaban con el siete de octubre y la guerra en Gaza. Trump, mientras tanto, había estado intentando firmar un acuerdo sospechosamente parecido al JCPOA tras volver a la Casa Blanca. Eso hace que Israel decida romper la baraja y atacar a Irán directamente para forzar que Estados Unidos se unan a la guerra.
Estados Unidos acaba metiéndose en una guerra para destruir un programa nuclear que no existía hasta que las propias acciones de Estados Unidos hicieran que ese programa nuclear fuera reactivado, y lo hace para satisfacer las demandas maximalistas de un aliado que va totalmente por libre y que tiene una agenda propia que no está alineada con los intereses del país. Es maravilloso.
3. El ataque no será un éxito
Tras muchos, muchos años de campañas de bombardeo, sabemos que sirven para hacer que cosas exploten, pero no suelen ser demasiado efectivas en conseguir sus objetivos estratégicos.
En este caso, parte del problema es que nadie parece estar demasiado seguro sobre cuál es el objetivo de Estados Unidos en este fregado. Durante todo el domingo, J.D Vance, Marco Rubio y portavoces variados de la Casa Blanca repitieron sin cesar que el objetivo no era un cambio de régimen y no buscaban derrocar al gobierno iraní.
Trump, esa noche:
¿Quiere Estados Unidos un ataque limitado para destruir el programa nuclear o quieren “liberar” a Irán, que es lo que les pide Netanyahu? ¡Quién sabe!
Si el objetivo es el programa nuclear, el propio Pentágono reconocía ayer que el bombardeo ha dañado, pero no destruido, las instalaciones, que estas habían sido evacuadas, y que no tienen ni idea dónde está el uranio enriquecido ahora mismo. Quizás han retrasado el calendario, pero Irán desde luego tiene más incentivos que nunca a acabar el trabajo.
Si lo que quieren es un cambio de régimen, es muy dudoso que esto puedan conseguirlo con bombardeos - y si sucediera, es imposible saber qué clase de régimen vendría después, aunque es muy dudoso que sea más mágicamente pro-Israel tras llevarse meses de bombardeos.
Dado que nadie sabe realmente qué quieren conseguir (y que enviar tropas de tierra es casi impensable), acabaremos en un compás de espera estúpido. Irán no puede ganar militarmente, así que dudo que les interese escalar el conflicto, pero Estados Unidos e Israel no pueden “ganar”, porque sus objetivos o son absurdos (cambio de régimen) o esencialmente imposibles (forzar una renuncia al programa nuclear a cambio de nada). Supongo que al final a alguien se le ocurrirá a un JCPOA vol. 2, pero Irán prometiendo ser bueno en el Líbano y Gaza nunca será creíble a ojos de Israel del todo.
Dado que la estupidez, en esa región, suele persistir en el tiempo, supongo que lo más probable sea una continuación de esta.
4. Trump no sabe lo que hace
La decisión de salir del JCPOA fue para llevar la contraria a Obama. La decisión de negociar otro acuerdo casi idéntico fue porque JCPOA era una buena idea, y el bombardeo posterior ha sido porque súbitamente quería parecer fuerte y tirar bombas, pero sin tener un plan sobre lo que sucede después. Agredir a Irán salió bien cuando asesinaron a Soleimani, al fin y al cabo; por qué no probar con otro.
Quizás esta vez salga bien; Irán es débil, no tiene aliados, y no puede tomar represalias relevantes. Es posible que sea una crisis menos peligrosa de lo que parece.
El problema es que quizás no lo sea. El trabajo de un presidente es minimizar riesgos, no provocarlos. Trump es alguien que vive por y para desestabilizar allá donde pasa. Esta no será la última crisis de su mandato, y nada garantiza que la próxima tampoco tenga consecuencias.
Bola extra:
El knuckeball es un pitch de beisbol que usan muy pocos lanzadores. Consiste en lanzar la bola hacia el bateador de manera que no tenga apenas rotación, haciendo que su vuelo sea mucho más impredecible.
Resulta que el movimiento con las manos necesario para lanzar así es increíblemente difícil y requiere años de práctica, así que muy pocos lanzadores lo usan. En las grandes ligas, los pitchers especializados en él son muy, muy poco habituales, hasta el punto de que llevamos varios años sin que nadie use este lanzamiento más que en situaciones inusuales.
Hasta que Kenny Serwa, un tipo de 27 años que lleva años jugando en ligas semiprofesionales, ha sido reclutado por los Detroit Tigers. Dado que los bateadores nunca se encuentran con knuckeballs, van perdidísimos cuando se topan con él. De momento está jugando en AA (“tercera” división), aunque se espera que le llamen al primer equipo pronto. Este artículo del Athletic explicando su historia es una delicia.
Y si queréis ver lo difícil que es lidiar con un lanzador así, aquí tenéis algunos ejemplos:
Irán no es el único país de la región que financia grupos como Hamás, y lo de decir que son responsables del 7 de octubre es atrevido, como poco.