Ya de vuelta por Connecticut, con un desfase horario considerable, tras unos buenos días de descanso por Barcelona. He desconectado casi por completo; no he mirado nada del trabajo1 y he seguido las noticias con mucho menos interés y atención de lo que es habitual. Como siempre que estoy de vuelta por ahí, he acabado rabiando mucho de lo fantástica que es Barcelona para visitar a pie y el excelente estado de carreteras y autopistas comparado con el país rico más destartalado del planeta.
Escribiré más sobre urbanismo y baches variados en otro momento. Hoy toca hacer un repaso a unas cuantas noticias y sucesos al azar que me han llamado la atención, y algunas noticias ominosas que deberían preocuparnos.
Calvinball
No sé cuándo fue la primera vez describí la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos como Calvinball constitucional. La primera mención que encuentro por aquí es del 2023, y creo recordar que en el libro también la utilizo.
La palabra es una referencia a las tiras cómicas de Calvin & Hobbes, en las que los protagonistas participan en un juego que tiene como única regla que no puedes jugar dos veces con las mismas reglas. Calvinball sirve para describir también la curiosa aproximación que tiene este Tribunal Supremo para interpretar la constitución como más le convenga, inventándose nuevas doctrinas y lecturas de la ley fundamental para conseguir el resultado que les sea más favorable políticamente2.
Esta forma de referirme al Supremo no es idea mía, por supuesto; hay bastantes analistas que han usado la palabra estos años. Lo que es bastante inusual, no obstante, es que una jueza del tribunal la utilizara en un voto particular en una sentencia, precisamente para referirse a la aproximación de sus colegas conservadores a esto de legislar juzgar.
El caso en cuestión es importante, referido a la autoridad de la Casa Blanca de cancelar unilateralmente becas y ayudas a la investigación. Para variar, la mayoría trumpista de la corte ha concluido con una serie de argumentos la mar de rebuscados que el presidente puede hacer (por ahora3) lo que le dé la gana.
La juez Ketanji Brown Jackson, que está ligeramente harta del tema, escribe:
This is Calvinball jurisprudence with a twist. Calvinball has only one rule: There are no fixed rules. We seem to have two: that one, and this Administration always wins.
(Esto es jurisprudencia Calvinball con un giro. Calvinball sólo tiene una regla: no hay reglas fijas. Parece que tenemos dos: no hay reglas, y la administración siempre gana.)
Aunque la cita a Bill Watterson es un tanto anecdótica, el hecho de que una jueza del Supremo venga a decir abiertamente que la corte no parece preocuparse lo más mínimo sobre la ley y la constitución no lo es. Rompe, en parte, con la tendencia de las élites del país o bien a rendirse o bien a no nombrar las cosas por su nombre. Los medios “centristas” (NYT, CNN y demás) siguen tratando al Supremo como si fuera una institución poblada por elfos mágicos apartidistas; quizás esto les ayude a despertarse un poco.
#ZcavengerHunt
Zohran Mamdani ganó las primarias demócratas a la alcaldía de Nueva York gracias, en buena medida, a una excelente campaña electoral, dinámica, creativa, optimista y llena de energía. En condiciones normales, las elecciones de noviembre serían un trámite, ya que los republicanos, aparte de estar poco menos que extintos en la ciudad estos días, tienen como candidato un friki con boina4 sin expectativa de victoria alguna.
Este año la cosa es un poco distinta, porque hay otros dos candidatos en teoría fuertes compitiendo con él en las generales: Andrew Cuomo, tras recibir una paliza en las primarias, parece querer otra, y Eric Adams, el actual alcalde y probablemente el político más detestado de Nueva York, tanto por ser corrupto como por venderse a Donald Trump. Los sondeos parecen dejar claro que Mamdani va a ganar con facilidad las generales igualmente5, porque es muy buen político y sus rivales son o unos cretinos o un friki con boina, pero está de campaña electoral por si las moscas. Y lo están haciendo de forma creativa y optimista hasta decir basta.
El sábado Mamdani anunció algo peculiar: una yincana6 por la ciudad.
Si os preguntáis por qué está comiendo patatas fritas, es una referencia al enésimo escándalo del alcalde Eric Adams; uno de sus ayudantes le dio una bolsa de patatas fritas con $300 en efectivo a un periodista en un acto de campaña, algo que parece que se dedican a hacer con los reporteros de casi todos los periódicos de barrio de forma sistemática7. A los enfermos de la política (que es quienes votan en unas municipales en Nueva York) no se les habrá escapado el detalle; al resto es algo informal y divertido.
El video, como todo lo que hacen en esta campaña, es visualmente impecable, con un estilo muy definido y moderno. El evento en sí es brillante: durante todo el domingo, miles de personas entusiasmadas con Mamdani se han paseado por la ciudad en un radiante día de agosto la mar de divertidas de un acto de campaña a otro, posteando todas como posesas en redes sociales.
La yincana en sí, además, servía de contraste: Adams, Cuomo y el friki con boina llevan meses diciendo que el problema de Nueva York es el crimen y que la ciudad es peligrosa. Mamdani, en cambio, ha organizado un juego con miles de personas paseándose por la ciudad en transporte público o a pie, reforzando el optimismo de la campaña.
Es un acto de campaña brillante. No sé si el tipo será buen o mal alcalde (dado que Nueva York es básicamente ingobernable, no tengo grandes expectativas) pero como comunicador es realmente bueno. Hace unos días el NYT hizo público que Barack Obama llamó a Mamdani en junio, y en privado ha expresado admiración por su estrategia y mensaje8.
No me sorprende lo más mínimo, en parte porque Mamdani es, en muchos aspectos, más moderado de lo que parece, en parte porque Obama parece entender que él llegó a la presidencia como candidato antiestablishment, y es muy probable que eso es lo que necesita el partido ahora.
Escandalogía conservadora
Cracker Barrel es una cadena con más de 650 restaurantes distribuidos por todo el país. Sirven comida sureña, rica en mantequilla, calorías y grasa, tan poco saludable como deliciosa. El tono y decoración es tradicionalista, de vieja América rural, con esa nostalgia de pega por las granjas y plácida vida de pueblo del “verdadero corazón” del país.
Cracker Barrel solía tener este logo, así, estilo clasicorro:
Algún ejecutivo de la cadena quería hacerse el moderno, así que anunciaron hace unos días un nuevo diseño:
¿Parece inofensivo, verdad? Para muchas voces en la mediocracia conservadora en redes sociales, el cambio es una afrenta, y están hartos de “ver como su cultura e historia son eliminados de sus vidas”. La ida de la olla ha sido tan intensa y ruidosa que las acciones de la empresa se desplomaron un 7% el día que presentaron el logo.
Ser de derechas en Estados Unidos tiene que ser algo agotador. Cada día tienes que estar indignado por algo increíblemente aleatorio.
Bolas extra:
Vale la pena recalcar, por enésima vez, que Donald Trump es muy impopular. Los agregadores de sondeos dan una imagen engañosa; hay un puñado de encuestadores conservadores de pega que siguen dando resultados favorables de fantasía. Incluso con esas, está sobre -11.
Un artículo la mar de familiar sobre divisiones internas en los Socialistas Democráticos de América (DSA, Democratic Socialists of America) el partido de izquierdas de donde surge Mamdani. Están divididos como mandan los cánones del izquierdismo mundial, aunque estos hasta el punto de parecer una parodia de Podemos.
Trump está colectivizando los medios de producción. O al menos, haciendo que el gobierno federal compre un 10% de Intel. Nadie tiene ni la más remota idea cómo, porque no tiene autoridad legal para hacerlo.
Los demócratas están metidos en una guerra interna entre consultores sobre qué palabras deberían prohibir a sus candidatos.
Una de las ventajas indirectas de trabajar para el estado de Connecticut en una administración que se ocupa de temas relativamente delicados (elecciones) es que mi teléfono y correo electrónico son inaccesibles desde fuera de Estados Unidos sin una autorización especial, que por supuesto ni me molesté en solicitar.
Uno de los argumentos centrales del libro es que el Supremo siempre ha sido así, de todos modos: un legislativo bizarro, disfrazado de serios juristas.
Estoy completamente seguro de que cambiarán de opinión en el momento en que el presidente sea demócrata.
En serio. Friki con boina. De verdad.
Aunque los sondeos se equivocaron en las primarias, hay unanimidad en todos ellos de que Cuomo y Adams son detestado uno, y el otro candidato es un friki con boina.
Si la RAE lo escribe así, pues para qué voy a llevarles la contraria.
Nueva York tiene decenas de micro- periódicos en múltiples idiomas (chino, árabe, urdu, castellano, coreano…), casi siempre gratuitos y semanales, con tiradas pequeñas, dirigidos a comunidades inmigrantes. Tienen redacciones que caben en un taxi, mucha publicidad, y una separación un tanto dudosa entre editorial y ventas.