La hora de los torpes
Hay veces que, por trabajo, tenía que dar cursillos de comunicación. A veces era a candidatos, otros a activistas, otros a cargos públicos que están empezando. Dependiendo del día y de la audiencia, hablo de cómo construir un mensaje, maneras de escribir de forma persuasiva, dar entrevistas a medios, organizar una estrategia de comunicación o explicar políticas públicas complicadas.
En todos los cursillos, sin excepción, siempre intento explicar una idea tan básica como importante: cuando uno habla con un periodista, todo lo que está diciendo o escribiendo puede ser publicado. Uno nunca debe decir nada, por tanto, que pueda ser embarazoso si acaba en la portada de un periódico. Si un periodista está delante, puede acabar siendo público. Así de sencillo.
La única excepción, en estos casos, es cuando uno está hablando off the record (de forma confidencial). En este caso el periodista no puede publicar lo dicho; la información es privada, y sólo puede utilizarla si recibe confirmación de otra fuente.
El punto más importante al hablar off the record, sin embargo, es que el periodista tiene que aceptar, por adelantado, que una declaración o comentario es confidencial. Si no ha habido este acuerdo explícito (esto es, el periodista dice “vale, off the record”, y apaga la grabadora) la conversación sigue siendo pública con atribución directa. Soltar una parrafada monumental poniendo a caer del burro a medio partido y decir al final que “todo era off the record” no vale. Si el periodista no ha aceptado de antemano, todo lo dicho va a misa.
La fiscal novata
Hace unos días Anna Bower, una periodista de Lawfare, recibió un mensaje por Signal de la fiscal federal de distrito de Virginia, Lindsey Halligan. Si el nombre os suena, es porque Halligan es la abogada nombrada por Trump deprisa y corriendo para acusar a James Comey, uno de sus enemigos jurados, de un par de delitos que no se cree nadie.
Esta fiscal no es una empleada de carrera del departamento de justicia. Su experiencia profesional se reducía a llevar pleitos en temas inmobiliarios. Allá por el 2021, Trump se la encontró en Mar-a-Lago, y acabó (inexplicablemente1) llevando el caso de los documentos secretos que Trump tenía desperdigados por su mansión, del que se libró gracias a la enorme potra de que le tocara una jueza nombrada por Trump que retrasó el caso tanto como pudo.
Tras la victoria de Trump el 2024, Halligan termina en la Casa Blanca, primero (inexplicablemente) supervisando la “reinvención patriótica” de los museos del Smithsonian, antes de acabar como fiscal interina.
Anna Bower trabaja en Lawfare, y no es nada habitual que una fiscal escriba por las buenas a una periodista al azar. Pero Halligan estaba con ganas de hablar, y durante los dos días siguientes, estuvieron enviándose mensajes. En la conversación habló sobre el caso Comey, cómo había ido la investigación con el gran jurado, y se quejó amargamente sobre cómo los medios la estaban tratando.
Incrédula, Bower se dirigió al departamento de justicia para confirmar la autenticidad de los mensajes. Una portavoz dijo que eran reales. Al cabo de un rato, Halligan le escribía de nuevo:

Lindsay Halligan, alguien que está llevando uno de los casos más escandalosos e importantes de la administración Trump, no parece tener la más remota idea sobre cómo hablar con periodistas. Por no saber, no es ni siquiera consciente que Anna Bower, una editora en una de las páginas de información legal más importantes del país, es periodista.
De hecho, ni siquiera parece entender que, si Bower no fuera periodista, lo de off the record es aún menos válido, porque esta clase de cortesías forman parte del código profesional de la prensa. Un civil no tiene la más mínima obligación de callarse.
Esta no es, por supuesto, la historia más relevante del mundo. La única consecuencia del patinazo de Halligan será que, probablemente, el caso contra Comey sea anulado por que la fiscal ha vulnerado el reglamento que hace que las pesquisas de un gran jurado sean secretas. Dado que toda la investigación es de un cretinismo vergonzoso, quizás esto sea una bendición para Halligan, que con este ridículo se librará de tener que llevar una acusación criminal sin tener la más remota de idea de lo que está haciendo.
Todo el affaire, no obstante, es muy típico de la administración Trump, un lugar en que los nombramientos van a todos aquellos que estén dispuestos a seguir órdenes, sin que importe su experiencia, talento, o haber prestado atención el día que el jefe de prensa o director de comunicaciones les explicó la cosa más básica sobre su trabajo.
La de collejas que le hubiera dado a un candidato que me hubiera hecho esto, pardiez. No os lo podéis ni imaginar.
Nombramientos imposibles
Alina Habba es otra fiscal de distrito proveniente de la cantera de abogadas personales de Trump. A Habba, Trump la reclutó al encontrársela en su club de golf de Bedminster, Nueva Jersey. La había visto en Fox News, defendiendo al presidente.
Habba tiene casi tanta experiencia legal que Halligan, con un puñado de casos estatales (civiles) en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut2. Tras llevar la defensa legal de Trump en el caso por fraude contable (y perder estrepitosamente) y varios pleitos por difamación para el presidente (perdiendo todos), termina trabajando en la Casa Blanca como “consejera presidencial”. Trump decide nombrarla fiscal de distrito en Nueva Jersey a finales de marzo.
Es un puesto importante, y Habba no está remotamente preparada para ello. A poco de ocupar el cargo, anunció investigaciones contra varios demócratas en el estado (incluyendo el gobernador y fiscal general), dijo que va a “hacer el estado republicano”, y se las arregla para acabar deteniendo y acusando de delitos al alcalde de Newark, Ras Baraka, y a la congresista LaMonica McIver por “agredir” a un agente de ICE en una “manifestación” (el juez rechazó los cargos tras pegarle una bronca inmensa).
El espectáculo es tan triste que ni siquiera un senado controlado por republicanos se decide confirmarla. Tras 120 días en el puesto, su nombramiento dejó de ser válido.
Lo que sucede habitualmente en estos casos es que, dado que un distrito federal no puede funcionar sin un fiscal, los jueces federales del distrito seleccionan a alguien de manera interina hasta que haya un nombramiento oficial. Los presidentes nombran a gente medio presentable casi siempre, así que suelen extender la cortesía de aceptar al fiscal propuesto temporalmente, hasta que sea confirmado. En este caso, los jueces rechazaron a Habba y nombraron a su segunda, una fiscal de carrera, para el puesto.
¿Qué hizo la administración Trump? primero, despedir a la fiscal nombrada por los jueces. Tras ello, Trump retiró la nominación de Habba para el cargo de fiscal, y la nombró asistente del fiscal de distrito de forma interina. Dado que el cargo de fiscal de distrito estaba vacante, sus responsabilidades pasaban a la asistente. Habba tenía los poderes de fiscal del distrito.
JUGADA MAESTRA.
Muy bonito, sin duda. Al menos hasta que un abogado que estaba defendiendo a un cliente en Nueva Jersey presentó una queja al juez diciendo que la acusación no era válida, ya que la fiscal de distrito no había sido nombrada legalmente. El juez le dio la razón al abogado, diciendo que el truco del almendruco para saltarse la confirmación del senado se saltaba media docena de leyes.
Como era de esperar, hubo recurso. Ayer el tribunal de apelación tuvo la primera vista sobre el caso, y todo parece indicar que acabarán soltándole exactamente el mismo cachete a la administración: el departamento de justicia no puede dedicarse a despedir a gente de forma creativa para saltarse la autoridad constitucional del senado para confirmar fiscales.
Eso deja, por ahora, a un distrito judicial adyacente a Wall Street y que lleva montañas de casos sobre fraude financiero y crimen organizado (los Soprano viven en Nueva jersey por algo) sin nadie al mando. No está nada claro que la fiscalía pueda llevar nada a juicio porque formalmente no hay fiscal. Trump parece obcecado en que Habba sea fiscal, así que casi seguro que esto acabará (para variar) en el Supremo.
Y sí, lo que viene a continuación es algo que os sonará familiar: el caso es obviamente un pufo ilegal impresentable, y darle la razón a la administración destruye un par de siglos de jurisprudencia y otorga al presidente poderes que la constitución no le otorga ni de broma.
No que eso sea un problema para ellos.
Jueces y nombramientos
Hace un par de semanas hablaba sobre cómo las fuerzas federales en Oregón estaban siendo asediadas por gente disfrazada de rana y otras cosas igual de inexplicables. La Casa Blanca dice que es una insurrección y movilizó a la guardia nacional para reprimir el caos. Un juez federal les dijo que ni de broma, bloqueando la medida.
La Casa Blanca recurre la sentencia al tribunal de apelaciones, donde se le asignan tres jueces por sorteo. Dos fueron nombrados por Trump, la otra por Clinton. Os podéis imaginar el resultado: 2-1, dándole la razón a la administración.
Oregón ha recurrido la decisión de inmediato, pidiendo que un tribunal con diez jueces (de los 52 en esta corte) revisen el caso. Diez fueron nombrados por Trump, así que os animo a que hagáis un cálculo aproximado sobre el posible resultado. El caso acabará en el supremo.
Cuando digo que el movimiento conservador ha hecho un esfuerzo decidido para para reclutar y nombrar jueces afines, no exageraba lo más mínimo.
Mierda
Dejó para el final la historia más ridícula del día.
Las protestas de No Kings fueron un éxito; salió más gente a la calle que en verano (sobre 5 millones de personas en total o más), sin duda, pero los medios americanos realmente no saben cómo tratar una manifestación como noticia a no ser que esté compuesta por un centenar de conservadores del Tea Party iracundos. Políticamente dejó claro que hay oposición en las calles, y parece haber asustado a muchos senadores demócratas que ahora creen que sus bases se los comerán vivos si ceden durante del cierre del gobierno3.
La respuesta del presidente a las protestas fue la siguiente:
Un video, generado por AI, en la que Trump, vestido de rey, bombardea a manifestantes con algo que sólo puede ser descrito como mierda.
Hubo una era, no tan lejana, en la que los republicanos perdieron la cabeza por completo cuando Hillary Clinton llamó (en privado) a algunos votantes de Trump “deplorables”. Los medios acusaron a los demócratas de faltarle el respeto a la “América rural” y a quienes no les apoyaban.
La reacción a un video compartido por el presidente en que literalmente se caga sobre quienes se manifiestan contra él apenas ha generado dos titulares. La asimetría entre la conducta impecable que se les exige a los políticos demócratas y la completa tolerancia con las burradas de Trump es algo inexplicable.
Bola extra: demoliciones
Ayer empezaron a demoler parte del ala este de la Casa Blanca. Trump quiere construir un gran salón de fiestas para banquetes de estado.
El gobierno está cerrado, pero renovar el complejo presidencial es gasto prioritario.
Sugiero que busquéis fotos de Halligan por si queréis la única explicación lógica posible, porque todo el equipo legal femenino de Trump parece seguir el mismo patrón.
Si encontráis fotos de Habba, quizás veáis que hay un patrón que se repite.
Eso es el éxito, más que salir en los medios.
Lo más alucinante de este mundo competamente desquiciado, es que sólo puede extraerse una verdad reseñable de tu artículo (dicho con Sarcasmo, Guiños, Levantamiento de Cejas y cualquier otro gesto o emoji que muestre 'eh, que esto es cachondeo!!!'). Y es que... tus comentarios sobre el 'patrón' por el que está cortado todo el equipo legal femenino de Trump, es insufriblemente sexista. A ver si no va a poder haber rubias listas y preparadas! Ay Dios...
A mí lo que me da miedo es tu comentario sobre los jueces puestos por Trump. Esto en España también está pasando ... hay un partido que durante más de 20 años se ha dedicado a colocar sus jueces en lugares estratégicos ... NO quiero imaginar la ultra derecha ganando las elecciones en España .. estamos más cerca de lo que parece (en mi opinión) de que en España pasen cosas muy parecidas.