Volviendo a las andadas
Trump recupera viejas costumbres de su presidencia incluso antes de jurar de nuevo el cargo
Cierres de gobierno
De todas las tradiciones absurdas del sistema político americano, creo que hay muy pocas tan irracionales como la de los cierres de gobierno. Cuando una administración pública en este país no aprueba sus presupuestos, la ley anterior no se prorroga un año más. El gobierno pierde su autorización a gastar dinero, y por lo tanto cierran por completo. Los funcionarios son enviados a casa, los servicios públicos no esenciales dejan de funcionar, y nadie cobra su sueldo. Los trabajadores esenciales (policías, controladores aéreos, gente inspeccionando centrales nucleares, bomberos) están obligados a seguir en sus puestos, pero sin sueldo alguno.
Como explico en cierto detalle en el libro, los cierres de gobierno siempre habían sido una cosa excepcional. Que yo sepa, el primer cierre parcial fue en 1980; hubo tres en los ochenta, más simbólicos que otra cosa, fruto de maniobras de Reagan para reducir las partidas de algunas agencias. No fue hasta los noventa cuando el partido republicano empezó a utilizar esta maniobra como arma para forzar concesiones presupuestarias; primero en 1990 contra su propio presidente, y en 1995 y 1996 contra Bill Clinton. Las cosas se calmaron a principios de siglo, porque los demócratas no son lo suficiente irresponsables como para reventar todos los servicios públicos como estrategia negociadora, pero el GOP la repitió dos veces contra Obama.
Un cierre de gobierno, aparte de irresponsable, se gana o se pierde según la capacidad de los partidos de echarle la culpa a sus adversarios de la pifia. Los republicanos, en su entusiasmo nihilista, siempre se las han arreglado para empezar estas disputas diciendo abiertamente que quieren forzar concesiones y están dispuestos a cerrar el gobierno, e inevitablemente acaban por perder el debate en la opinión pública. Aunque a efectos prácticos la táctica les ha funcionado al menos una vez obligando a los demócratas a aceptar recortes (el 2013, cuando también amenazaron con no aumentar el techo de la deuda), siempre acaban siendo una maniobra impopular.
Esto no impidió que Donald Trump, en su inimitable nihilismo, forzara un cierre del gobierno federal durante su mandato cuando tenía mayoría en ambas cámaras. Trump exigió incluir en el presupuesto 5.700 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México1, los demócratas bloquearon la partida en el senado2, y el presidente se negó a firmar nada que no incluyera esos fondos. El cierre del 2018-2019 fue el más largo de la historia (35) días, y se saldó con cero concesiones por parte de los demócratas y ni un céntimo para el muro.
El retorno del (mal) rey
La combinación entre proyectos idiotas, astracanadas irracionales y torpeza política insufrible fueron la nota constante de la primera presidencia de Trump. El cierre del gobierno federal tras perder las midterms para impulsar una medida idiota sin conseguir nada fue una polémica más de esos cuatro años insufribles, mágicamente olvidados tras la pandemia.
La “promesa” de este segundo mandato de Trump era, según dicen, que esta vez sabían lo que hacían. Dado que sus promesas electorales son horribles esto sonaba más a una amenaza que a algo positivo, pero al menos, se suponía, no tendríamos ese torrente incesante de polémicas y burradas oligofrénicas, desde la posibilidad de comprar Groenlandia (sí, eso fue algo que sucedió) a sus repetidos elogios a Mussolini. Quizás no tendríamos otro cierre idiota del gobierno federal por alguna razón inescrutable.
Errr… no.
El viernes a medianoche, el gobierno federal de los Estados Unidos se va a quedar sin fondos. No hay presupuestos (de hecho, no los hay casi nunca - lo expliqué aquí), así que si el Congreso no actúa esta semana, el ejecutivo echará el cierre. Dado que la nueva legislatura con las nuevas mayorías republicanas salidas de las elecciones de noviembre no empieza hasta el mes que viene, los líderes de ambas cámaras habían acordado una resolución presupuestaria de corta duración, autorizando gasto sólo hasta marzo. Aprovechando también que muchos congresistas acaban mandato, han incluido algunas partidas que habían dejado de lado en negociaciones anteriores por polémicas variadas, incluyendo 100.000 millones de dólares para el fondo para ayudas para afectados por desastres naturales y 10.000 millones en ayudas para agricultores3.
El paquete, de 1.500 páginas, es un documento perfectamente normal. No incluye nada demasiado extraordinario; lo único remotamente polémico es una (modestísima) subida de sueldo a los congresistas, la primera desde el 2009. Ayer por la mañana, sin embargo, al bueno de Elon Musk le dio un ataque de austeridad fiscal, megalomanía suprema o una fase maníaca especialmente esplendorosa en sus neuras, y se puso a tuitear como un poseso exigiendo que los republicanos torpedearan el acuerdo, amenazando con unas primarias a quien votara a favor. Sus diatribas consisten en una montaña de RT a cuentas ultras con noticias inventadas sobre cosas que presuntamente están en la resolución presupuestaria, e insistir que Trump será presidente de aquí un mes y que cuando mande él lo arreglarán todo, así que lo mejor que pueden hacer es cerrar el gobierno durante un mes largo y listos.
Las críticas de Musk recibieron el apoyo entusiasta del presidente electo y su vicepresidente, incluyendo varias de sus mentiras. Un número considerable de legisladores anunciaron su oposición de inmediato, dejando el acuerdo sin apoyos suficientes ahora mismo para salir adelante.
Aritmética legislativa
La intención de Mike Johnson, el Speaker republicano de la cámara de representantes, era sacar adelante la ley con votos demócratas. El congreso, desde hace meses, está funcionando con un acuerdo informal entre el sector menos enloquecido del GOP y los líderes demócratas para ir aprobando presupuestos con votos de ambos partidos, ninguneando la influencia de los extremistas. Pero con la presidencia y mayoría en ambas cámaras a la vista, los radicales, con Musk al frente, están exigiendo eliminar todos los “regalos” para los demócratas y votar unos presupuestos de mínimos hasta marzo.
Esto tendría sentido si los votos demócratas fueran innecesarios. Desafortunadamente, no sólo tiene mayoría en el senado ahora mismo y ningún interés en darle votos al GOP sin contrapartida alguna, sino que seguirán teniendo una minoría de bloqueo (por el dichoso filibuster) el año que viene. Empeorando aún más las cosas, a dos días del cierre la única manera de aprobar una ley por la vía rápida en la cámara de representantes (sin debate, enmiendas, y semanas de tramitación) requiere una mayoría de dos tercios; incluso con votos demócratas, es dudoso que tengan votos suficientes para alcanzar ese umbral.
Aunque parezca increíble, Donald Trump parece estar dispuesto a provocar un cierre federal aún más estúpido que el del 2018, y quizás consiga hacerlo antes de tomar posesión del cargo. Y todo porque a algunos republicanos (y a Musk) les molesta que el gobierno federal gaste dinero para responder a huracanes, inundaciones o incendios forestales.
Todas estas maniobras, comentarios y algaradas han dejado el gobierno federal en una posición la mar de familiar para los Estados Unidos bajo Trump: nadie tiene ni la más remota idea sobre qué va a pasar. Los demócratas (con razón) dicen que ellos han negociado un acuerdo, y no votarán nada fuera de lo pactado. Los republicanos están moliéndose a palos (otra vez) e intentando negociar entre ellos algo que no tendrá apoyos suficientes para salir adelante. La solución obvia es votar el texto consensuado con los demócratas y en marzo empezar de cero, pero Trump no es alguien que sea demasiado propenso a entender esta clase de equilibrios institucionales. Convencer a los votantes de que un cierre del gobierno es culpa de Biden, los gnomos del jardín o la minoría demócrata será la mar de complicado cuando todo el GOP parece estar pidiendo ese mismo cierre.
El techo de la deuda
A pesar de lo absurdo de todo el proceso, entre todas las memeces soltadas por Trump y sus aliados, el presidente entrante al menos ha acabado por defender una idea sensata: subir el techo de la deuda.
El último gran acuerdo presupuestario entre ambos partidos incluía una extensión del límite de crédito del gobierno federal hasta el verano del año que viene. Estados Unidos, incomprensiblemente, exige que el congreso apruebe tanto el gasto público como el endeudamiento necesario para cubrir ese gasto en votaciones separadas. El techo de la deuda se ha convertido en un espantajo tan útil como peligroso para el GOP, que se resiste a subirlo cuando hay presidente demócrata, amenazando con forzar una suspensión de pagos. Cuando están en el poder, no obstante, se han topado con el problema de que sus bases ahora perciben subir el techo de la deuda como una traición.
Trump, en un ataque de sensatez encomiable, exigió ayer que cualquier acuerdo presupuestario debía incluir una subida del techo de la deuda de forma de que no tuviera que preocuparse de ello durante su mandato. Aunque los demócratas son lo bastante sensatos para no utilizarlo como arma arrojadiza (porque amenazar con una suspensión de pagos es increíblemente peligroso), Trump entiende que lo que más le conviene es votar sobre eso ahora, que lo firme Biden, y no tener que lidiar con sus bases de aquí unos meses.
Presidente Musk
Caos, sufrimiento y dolor aparte, lo más relevante de toda esta historia no es tanto Trump haciendo tonterías, sino quién empezó la polémica ayer. Este titular es más que significativo:
Quien tomó la iniciativa y llevó la voz cantante ayer en su oposición a los presupuestos no fue Trump. Fue Elon Musk. Quien hunde el acuerdo fue el hombre más rico del planeta, un inmigrante surafricano que se gastó más de 250 millones de dólares en las presidenciales apoyando a Trump.
Por supuesto, no sabemos si Musk habló con Trump antes de empezar a delirar en su red social con noticias inventadas o si el señor iba por libre. Viendo como fueron las cosas ayer, no obstante, dudo mucho que hubiera coordinación alguna. Básicamente, este señor que no ha sido escogido a cargo alguno decidió criticar un acuerdo en el congreso, y el presidente electo y su partido le siguieron sin rechistar.
Hemos tenido muchas, muchas bromitas estos días sobre el presidente Musk, vicepresidente Trump, o cómo un nazi megalómano que se cree Tony Stark ha comprado el gobierno de Estados Unidos por 250 millones. No estoy del todo seguro que esto sea realmente una broma.
Bolas extra
Un excelente artículo en el Atlantic sobre los problemas de Estados Unidos para rearmar a Ucrania y la debilidad de su sector industrial.
Los republicanos se preparan para intentar llevar a juicio a Liz Cheney. Cuando Trump hablaba de “venganza” no estaba bromeando.
El gasto público en Estados Unidos permanece estable como porcentaje del PIB desde mediados de los ochenta. Los déficits actuales son fruto, casi en exclusiva, de las rebajas de impuestos aprobadas por presidentes republicanos.
El enorme aumento del número de homicidios en el 2020 en Estados Unidos fue, casi seguro, debido a la pandemia.
No importa que se hubiera pasado la campaña del 2016 insistiendo que México iba a pagar por el muro.
Aunque estaban en la minoría, el senado requiere 60 votos para casi todo por culpa del filibuster.
El farm bill, que es la ley que se encarga de esto, lleva meses encallada en negociaciones interminables.
Se está publicando que Trump va a incrementar el envío de armas a Ucrania, cosa ya de por sí difícil porque no las tiene, pero debe ser cierto porque no está dando gritos mediáticos diciendo que es una fake news. Calladito como puta. También parece ser que está considerando dar cobertura a un ataque masivo de Israel contra Irán, esto es más dudoso porque ahora mismo pareciera innecesario, pero con esta gente... Menos mal que venìa a terminar las guerras. Y el 20 de enero, con o sin RFK Jr, retira a EEUU de la OMS limpiándose el culo con los procedimientos posiblemente dejando un señorial pufo. Igual le viene de putísima madre tener todo cerrado, buscarle lógica a todo esto es un desafìo.
Aaaay, los cierres de gobierno es tan "hogar, dulce hogar" que aunque sean una mierda bien podrían protagonizar un anuncio de Suchard y su "vuelve a casa por Navidad".
De todas formas, y ya en serio, en algún post anterior se mencionaba que quizá este gobierno fuera más competente y, con ello, más peligroso por hacer "sus cosas" bien. Sin embargo, parece que seguimos con el mismo nivel de delirio que puede terminar por no avanzar mucho en su línea política.