Hay muy pocos apartados del sistema legal americano más extraños que el derecho tribal. Las tribus indias1 son reconocidas en la constitución de Estados Unidos como naciones soberanas bajo jurisdicción federal, no de los gobiernos estatales. En el texto, aparecen como una entidad que entabla relaciones y llega a acuerdos con el gobierno federal; son listadas junto a “naciones extranjeras” como uno de los actores que el congreso puede interactuar. Es por este motivo que los documentos que regulan las relaciones con las tribus son tratados, no leyes; no forman parte de la nación, el demos de Estados Unidos, sino que pactan con esta.
Una historia desagradable
Aunque esto puede parecer una señal de respeto, visto así un poco de perfil, no nos engañemos: no lo ha sido nunca. En la declaración de independencia, uno de los agravios contra la corona reza lo siguiente:
“Ha provocado insurrecciones intestinas entre nosotros y se ha esforzado por lanzar sobre los habitantes de nuestras fronteras a los inmisericordes indios salvajes, cuya conocida disposición para la guerra se distingue por la destrucción de vidas, sin considerar edades, sexos ni condiciones.”
Durante gran parte de su historia, el indio era un salvaje, un enemigo, y los tratados se firmaban a punta de bayoneta y tras años de matanzas previas. Los indios no fueron ciudadanos de Estados Unidos hasta 1924, y el congreso no reconoció su derecho al autogobierno hasta 1934. Por aquel entonces, no es que quedaran demasiados.
En Connecticut has dos tribus indias con reconocimiento federal2, los Mashantucket Pequot y los Mohegan3. El armazón legal detrás de estos dos gobiernos tribales, no obstante, es un poco peculiar, ya que los tratados iniciales con ellas preceden al gobierno de Estados Unidos.
La vieja Nueva Inglaterra
La primera cesión de tierras para los Mohegan nace de un tratado de 1640. Añadiendo morbo al asunto, esa cesión fue el resultado de la guerra Pequot de 1637, en la que colonos de Connecticut y Massachusets se aliaron con los mohegan para casi exterminar a los mashantucket4. La primera reserva de los pequot nace de una ley de la colonia de Connecticut de 1666. Siendo como es un país de abogados, ya en 1705 los mohegan estaban llevando a juicio a la colonia sobre expropriaciones ilegales de tierras5.
Estos tratados y acuerdos del s.XVII y XVIII dieron paso, sin embargo, a una historia familiar: los colonos nunca los respetaron. Los terrenos asignados como reservas eran demasiado pequeños y en zonas no demasiado fértiles. Los granjeros blancos poco a poco fueron apropiándose de tierras, los tribunales ignorando las quejas, los indios mudándose fuera de sus tierras ancestrales. Los mohegan, que habían sido aliados de los colonos, no recibieron mejor trato que sus rivales derrotados.
Resurrecciones
Los mohegan acabaron por perder su reserva casi por completo en 1872; En 1910, en la reserva de los pequots quedaban únicamente 13 habitantes. Ambas hubieran sido casi completamente olvidadas de no ser por los esfuerzos de un señor llamado Richard Hayward, el nieto de la última mujer pequot que vivía en la reserva el día de su muerte, en 1973. Los terrenos (86 hectáreas, lo único que quedaba) iban a pasar a manos del estado de Connecticut, así que Hayward hizo lo que todo buen americano de pura cepa hace en una situación como esta, contratar montones de abogados para intentar recuperarlas. Connecticut les reconoció como una organización india a regañadientes, y Hayward se las apañó para conseguir ayudas públicas y construir quince viviendas en la reserva, que fueron ocupadas por familias descendientes de esos trece habitantes censados a principios de siglo.
Quedaba el paso más complicado, el reconocimiento federal como una tribu oficial. El procedimiento normal es enviar una muy, muy, muy voluminosa aplicación al Departamento de Asuntos Indios6 que debe incluir montañas de registros históricos sobre la tribu, información detallada sobre sus miembros y documentos que demuestren su pervivencia social y cultural en un territorio. Hayward sabía que los pequots nunca serían capaces de producir suficiente papeleo ni registros genealógicos detallados porque la tribu había llegado a un punto de ser una persona. Así que decidieron hacerlo por las bravas, no con un procedimiento burocrático sino intentando convencer al congreso que eran una tribu de verdad y hacer que los reconocieran por ley. En una maniobra súblime de cojonazos legislativos, el abogado que representaba a los propietarios de las tierras que iban a ser (re)expropriadas para que volvieran a formar parte de la reserva testificó a favor del reconocimiento, porque en la ley propuesta la indemnización era tan generosa como para ser un pelotazo urbanístico de impresión.
Tuvieron la enorme suerte de que el senador de Connecticut por aquel entonces era el republicano Lowell Weicker, una figura legendaria en la cámara por su talento político7. No sólo sacó adelante la ley, sino que lo hizo levantando el veto del presidente Reagan. Los pequot fueron reconocidos por ley en 1983.
Los mohegan, mientras tanto, no tuvieron tanta suerte; aunque enviaron el papeleo la Departamento de Asuntos Indios por primera vez en 1978, vieron su petición denegada en 1989. Según cuentan, los burócratas la desestimaron porque los mohegan tienen una estructura matriarcal, y se perdieron al analizar si eran una cultura activa o no. Tras más papeleo, fueron reconocidos como tribu en 1994.
Casinos y furcias
Tanto los pequot como los mohegan son conocidos no tanto por sus divertidas aventuras legales, sino por sus casinos. Y la historia aquí es también interesante. Cuando una tribu tiene reconocimiento federal, las leyes estatales en el territorio sobre el que tienen soberanía no son aplicables, sólo las leyes federales. En el estado de Connecticut (y el resto de los estados de la región), los juegos de azar y los casinos son ilegales. En Ledyard, Connecticut, en la reserva de los pequot, no lo eran, porque el gobierno federal no tenía apenas regulación sobre casinos8. En 1986, la tribú abrió un bingo gigantesco; en 1992, un casino completo, Foxwoods. Cumpliendo con las leyes federales, parte de los beneficios de las máquinas tragaperras irían al estado de Connecticut para cubrir parte de las molestias. A día de hoy, Foxwoods dice ser el casino más grande el mundo, y casi que me lo creo. Es absolutamente gigantesco, con varios hoteles, centros comerciales, museos, campos de golf y teatros alrededor.
Los mohegan fueron de reconocimiento a casino aún más deprisa, y en 1996 abrían el Mohegan Sun. Es un poco más pequeño (no demasiado), pero igualmente colosal, una torre de cristal y acero con un hotel de 1563 habitaciones a la orilla del río en un lugar donde se habían fabricado reactores nucleares para submarinos9.
Durante sus primeros años de operación, tanto Mohegan como Foxwoods esencialmente imprimían dinero. Eran los únicos casinos al norte y este de Atlantic City; fuera de los tres hipódromos de Nueva York (Belmont, Saratoga, Aqueduct) era el único lugar de la región donde un ludópata entusiasta podía gastar dinero. Ambos estan (relativamente) cerca de Nueva York (algo más de 200 kilómetros - en Estados Unidos, esto es al lado) y Boston (160 kilómetros), así que tenían un clientela de sobras. Los miembros de ambas tribus, que son las propietarias de ambas instalaciones se forraron.
¿Quién forma parte de la tribu?
Las tribus han crecido con el reconocimiento federal, y según los familiares y miembros han ido reconstruyendo sus árboles genealógicos. Aún así, siguen siendo pequeñas; los mohegan no llegan a 2000 miembros, mientras los pequot rondan el millar. Para ser admitido como pequot tienes que acreditar ser descediente de una de las once familias que vivían en la reserva en 1900 y aparecían en el censo. Cuánta sangre india debes tener es motivo de mucho debate y que los miembros de la la tribu lo regulan celosamente. Ser “accionistas” de un casino gigante hizo que todos ellos recibieran pagos anuales de decenas de miles de dólares.
Pérdidas y misterios
Esto duró, claro está, hasta que Massachusetts, Nueva York y Pensilvania se cansaran de ver como Connecticut recaudaba miles de millones de dólares de sus ludópatas, y decidieran legalizar los juegos de azar. Eso, combinado con la gran recesión primero, y la pandemia después, ha hecho que los casinos pasen de ser máquinas de imprimir dinero a dos hoteles grandes que son modestamente rentables, pero no mucho, ambos lastrados con deudas enormes. Las tribus siguen siendo prósperas (muchos trabajan en el casino, y este paga bien a sus empleados), pero no nadan en la abundancia como hace unos años.
Lo que queda, con todo, es esta rareza legislativa e institucional en el sureste del estado. Los mohegan tienen una reserva de dos kilómetros cuadrados, los pequot unos cinco. Ambas tienen un edificio enorme en el centro. En estos pequeños enclaves la ley es extraña y misteriosa, los bares no cierran por la noche (ambos casinos están abiertos los 24 horas del día, 365 días al año) y se puede fumar en ellos, y están gobernados por un pequeño grupo de gente que desciende de un número más o menos establecido de antepasados.
Es una cosa extrañísima. Estados Unidos y sus leyes nunca, nunca, nunca dejarán de sorprenderme.
Voy a usar el término “indio”, por muy extraño e incorrecto que sea, porque este el término legal utilizado por la constitución, jueces, y todos los implicados.
El reconocimiento federal es importante. Ahora explicaremos por qué.
Aún se tienen bastante tirria.
El caso fue resucitado en 1980 y litigado antes del reconocimiento federal en 1994, que acabo resolviendo la disputa.
Sí, Department of Indian Affairs. Existe. Con ese nombre.
Weicker es un político absolutamente legendario en el mismo Connecticut; tras perder su escaño contra Joe Lieberman (sí, ese Joe Lieberman), se presento a gobernador en 1990 como independiente. Ganó las elecciones, se encontró un déficit colosal, sacó adelante el primer impuesto estatal sobre la renta aprobado en el estado, y dejó el cargo al acabar su mandato siendo inmensamente popular. Murió en junio de este año.
El cogreso aprobó una ley sobre indian gambling en 1988, porque algunas tribus se habían salido un poco de madre.
El chiste es que el “sun” es por la radioactividad, pero los responsables insisten que está todo más que saneado.
Lo de los casinos en tierras indias siempre da mucho de sí. ¿Conocéis el comic Scalped?
Hablando de erratas, ¿la nota 4 está bien? Me parece un poco críptica.
La historia de EEUU y las tribus nativas es una de esas cosas que creo que jamás seré capaz de normalizar. Me resulta tan "de película"...
¿Errata?
> son listadas junto a “naciones extranjeras” como uno de los actores [CON LOS] que el congreso puede interactuar