Cubrir a Donald Trump siempre ha sido un problema de difícil solución.
Para empezar, toda su estrategia política desde que lanzó su campaña de primarias el 2015 consiste en decir burradas para atraer la atención. La astracanada, el exceso, las salidas de tono, el “no me puedo creer que ha dicho eso” fue cómo el Trump candidato dominó por completo la cobertura mediática, apabullando y empujando hacia la irrelevancia al resto de candidatos.
Los periodistas no tienen ninguna obligación en poner un micrófono delante de alguien que está diciendo estupideces en voz alta. Si un candidato hace de la burrada y la provocación constante el centro de su campaña electoral, hacerle caso equivale a entrar en su juego; es darle exactamente lo que está buscando con sus tonterías. En el 2016, los medios americanos mayoritariamente decidieron que quizás Trump les estaba utilizando, pero que era cojonudo para ganar audiencia. Así que en vez de plantearse cuál era la mejor manera de cubrir sus idioteces, se dedicaron a retransmitir sus discursos en directo y seguirle entusiasmados a todos los charcos y estercoleros en los que quiso meterles.
Siete años después, Trump está otra vez dando tumbos por América, haciendo campaña para volver a ser elegido presidente. El hombre está, ahora mismo, barriendo a todos sus oponentes republicanos en los sondeos, y va por delante de Biden en los sondeos para las generales.
Retórica peculiar
La cobertura de los medios generalistas, sin embargo, está siendo mucho más limitada. Las televisiones apenas cubren sus discursos y eventos. Sus declaraciones suelen verse relegadas en un rincón secundario de las páginas de internet y periódicos. Sus idas de la olla y burradas en redes sociales pasan mucho más desapercibidas. Las únicas noticias que reciben algo de cobertura son las derivadas de sus múltiples problemas legales, aunque incluso esas han pasado a segundo plano, con sus cuatro casos entre mociones y trámites antes de que vayan a juicio el año que viene.
Quizás esta sea una reacción lógica, tras el extraordinario pagafantismo del 2016. Hay un pequeño inconveniente: quizás Trump base su estrategia en decir sandeces, pero lo que está diciendo estos días es extraordinario.
Pongamos, por ejemplo, esta perlita en su red social:
Una traducción rápida, para los despistados. Si el lenguaje os suena un poco extraño, la culpa es de Trump, que realmente habla y escribe así:
“El 2024 será nuestra batalla final. ¡Contigo a mi lado, vamos a demoler las cloacas del estado, expulsaremos a los belicistas de nuestro gobierno, sacaremos a los globalistas, echaremos a los comunistas, marxistas y fascistas, tiraremos fuera la clases política enferma que odia nuestro país, derrotaremos a los medios de comunicación falsos, desahuciaremos a Joe Biden de la Casa Blanca y acabaremos nuestro trabajo de una vez por todas!”
Diréis que esto suena un poco excesivo; un candidato presidencial hablando de purgar disidentes, expulsar “globalistas”1, hable de gente que odia el país y todo rodeado con retórica de batalla final es un poco extraño. Bueno, esto para Trump estos días es un lenguaje moderado.
Esto lo colgó hace una semana:
Lo mencioné en una artículo anterior, pero merece ser repetido. Traduzco:
“En honor a nuestros veteranos en este Día de los Veteranos, juramos que vamos a exterminar a los comunistas, marxistas, fascistas y matones de la izquierda radical que viven como ratas dentro de nuestro país, mienten, roban y hacen trampas en elecciones, y harán todo lo posible, legal o ilegalmente, para destruir América y el sueño americano. La amenaza exterior es mucho menos siniestra, peligrosa y grave que la amenaza interior. A pesar del odio y rabia de los lunáticos de la extrema izquierda que quieren destruir nuestro país, ¡haremos América otra vez grande!”
Esto de llamar a la oposición ratas que deben ser exterminadas no es normal. No es algo aceptable en una democracia, y no es algo que alguien que aspira a ser presidente de los Estados Unidos debería decir nunca en voz alta. Es difícil evitar una Reductio at Hitlerum cuando el tipo está literalmente citando el Mein Kampf.
Cuando le preguntaron a Steve Cheung, un portavoz de su campaña, sobre qué era esto de llamar “ratas” a sus oponentes, este contestó que los críticos de Trump:
“Try to make that ridiculous assertion are clearly snowflakes grasping for anything because they are suffering from Trump Derangement Syndrome and their entire existence will be crushed when President Trump returns to the White House.”
O en castellano:
“Los críticos que intentan hacer esta comparación ridícula son claramente frágiles copos de nieve buscando cualquier excusa porque sufren de síndrome de locura anti-Trump, y toda su existencia quedará aplastada cuando el Presidente Trump vuelva a la Casa Blanca.”
Esto es, que los que llaman a Trump nazi son unos locos y los exterminaremos tras ganar las elecciones2. Cosa que no suena nazi en absoluto.
Y esto, de nuevo, no es un accidente. Trump ha pedido la ejecución del que fuera su jefe del estado mayor por traición. Es alguien que se refiere a los encarcelados por el asalto al Capitolio (incluyendo a gente con penas de 20 años por sedición) como “rehenes”. Sabemos que todo esto no lo dice en broma porque dio un golpe de estado el 2021, enviando una masa enfurecida a linchar a a su propio vicepresidente tras perder las elecciones. Cuando alguien así habla de “exterminar ratas” no te lo puedes tomar en broma.
Y sin embargo, es ruido de fondo. Este señor será el candidato republicano a la presidencia casi con total seguridad el año que viene, y tiene una probabilidad muy elevada de ser presidente de nuevo. Es francamente delirante.
Parte del problema, además, es que ignorar estos comentarios no sirve de mucho estos días. Para empezar, el sector realmente ultra del GOP tiene su propia mediocracia adicta a Trump repitiendo esto para su audiencia, así que esconderle detrás de una mampara no sirve de nada. El votante conservador medio, mientras tanto, la gente que se informa en Fox News, está recibiendo sus noticias con su propio filtro particular, ya que la cadena lleva meses protegiendo al candidato de si mismo. El comentario de las “ratas”, por ejemplo, fue olímpicamente ignorado por la cadena, que le dedicó cuatro minutos en toda la semana. Así que el votante de primarias del GOP básicamente no tiene ni idea de que Trump dio un discurso entero hablando de este modo.
Los rivales de Trump en las primarias republicanas, por supuesto, no han dicho nada en absoluto sobre esto, porque Dios les libre de criticar a Trump. Nikki Halley y Ron DeSantis, que andan a cuarenta o cincuenta puntos del presidente, llevan un par de semanas enviándose a parir mutuamente en una pelea mortal por el segundo puesto que no le importa absolutamente a nadie.
Cubriendo a Trump
Ciertamente, las presidenciales están muy lejos. La prensa va a prestar más atención a Trump durante el verano, y si repite estas burradas, la polémica será casi seguro mucho más amplia. Aún así, creo que es quizás hora de plantearse cómo cubrir un candidato con estos antecedentes, utilizando esta retórica, y con visos de ganar la presidencia.
Para empezar: no es el trabajo de los medios convencer a los votantes de que Trump no debería ser presidente. Así que cualquier noticia sobre su campaña no puede ni debe ser una diatriba anti-Trump, pero tampoco puede ignorar el contexto de que este señor es un golpista que dice que quiere exterminar sus enemigos. Segundo, la prensa americana vive con este conflicto constante en el que Trump es muy bueno para ellos generando audiencia, ya que esta clase de polémica vende. A los periodistas les encanta cubrir a Trump, porque Trump es impredecible y divertido. Los medios deben preguntarse cómo articular su cobertura para no vender la campaña como entretenimiento, aunque eso implique aburrir a su audiencia.
Tercero, la prensa tampoco puede actuar como si Fox News no existiera. He hablado otras veces sobre la peculiar asimetría de los medios americanos, donde hay una TV y mediocracia de derechas, pero no hay un equivalente a la izquierda. El NYT, WaPo, CNN y demás son centristas por diseño y vocación; sólo parecen de “izquierdas” porque en Fox están chiflados y no tienen a nadie en el lado contrario. Durante décadas, los medios generalistas han dejado que Fox domine la agenda, prestando atención a todas y cada una de sus “polémicas” como si fueran un actor equivalente a ellos que actúa de buena fe, no un órgano del GOP.
Cuarto, y más importante, los medios deben entender que informar sobre “la polémica” no funciona, porque estamos en unas elecciones donde los dos candidatos no son equivalentes. Joe Biden será viejo y achacoso, pero es un político normal de centro-izquierda, que respeta las instituciones y no quiere exterminar a sus enemigos ni ha dado un golpe de estado. Trump (aparte de también ser viejo y achacoso), es alguien que además de sonar como un fascista y tener 91 cargos criminales en su contra, ha dado un golpe de estado. No pueden fingir que estas son unas elecciones normales.
En vista de la enorme, colosal pifia que fueron las elecciones del 2016, sin embargo, y el patético espectáculo de las primarias republicanas, dudo mucho que eso suceda. Los medios americanos no se han atrevido a contar este año quién es Trump realmente, y tengo muy serias dudas de que quieran hacerlo.
Van a ser unas elecciones horrendas.
Bolas extra:
Una peculiaridad del mercado inmobiliario americano: un 95% de las hipotecas son a treinta años con tipos de interés fijo, así que subir los tipos de interés tiene un efecto muy asimétrico: hace daño a quien quiere comprar, pero no impacta el consumo de quien está hipotecado.
El artículo del NYT pasa por algo un detalle importante, no obstante: los tipos fijos significan que también hipotecarse sea más caro. Incluso en los años de tipos cero en la reserva federal, la hipoteca media estaba cerca del 4%.
En “Estados Unidos odiando a sus trabajadores”, empresas que imponen indemnizaciones a sus trabajadores cuando estos se van de la empresa. No hablamos de empleos hipercualificados, por cierto, ni pagos pequeños; hablamos de 20.000 dólares por irse de un centro de enfermería, o mecánico, o trabajadores sociales. Un tercio de los puestos de trabajo del país. Es, por supuesto, perfectamente legal.
Que es un eufemismo que los supremacistas blancos usan para referirse a los judíos, aunque Trump insiste que él no está hablando de eso ni sabe nada sobre el tema.
Cheung clarificó sus declaraciones diciendo que no se refería a su “completa existencia” sino a su “triste, miserable existencia”, cosa que hace las declaraciones mucho más “conciliadoras”.
Sigue:
https://techcrunch.com/2023/12/04/for-200-george-santos-will-gossip-with-you-on-cameo/
Hola Roger, me interesa mucho el tema este de que los empleados tengan que indemnizar a sus empresas. ¿Puedes indicarme cómo puedo buscar más info sobre el tema?