El viernes por la noche, apenas 72 horas antes de jurar el cargo de presidente de los Estados Unidos por segunda vez, Donald J. Trump publicó lo siguiente en su red social para superfans, Truth Social:

Aunque parezca mentira, esto no era señal de que alguien le había hackeado la cuenta al buen hombre y utilizado la oportunidad para colocar anuncios de una criptomoneda basura y hacerse unos dineritos. Trump, alguien que tendrá acceso a armas nucleares y ostentará el cargo más importante del país, estaba lanzando su propia criptomoneda basura.
¡Mis memes!
La operación, por llamarla de algún modo, sólo puede describirse como un pelotazo chusquero y cutre digno del “emprendedor” de cripto más deshonesto del país. Trump “emite” una serie token, o criptomonedas, utilizando la plataforma Solana, y las pone en el mercado: 200 millones de ellas a $10 cada una. Esta primera oferta representa un 20% del total; el resto irán siendo puestas en el mercado a un ritmo fijo durante los próximos tres años.
Un euro tiene el respaldo de varios gobiernos: Estados Unidos, Alemania, España o Francia sólo aceptan euros como instrumento para pagar impuestos, y eso significa que hay varios cientos de millones de europeos que van a reconocer el euro como algo valioso por defecto, porque pueden ir a la cárcel si no pagan impuestos con ellos. Cada una de estos trumpitos no está respaldado por absolutamente nada concreto y tangible. Tu token vale exactamente lo que alguien esté dispuesto a pagar por él. Lo único que tienes es un apunte contable en una blockchain (básicamente, una base de datos descentralizada) que dice que tienes una “moneda”, pero nada más. Quizás sube en valor y lo puedes vender por más; quizás baja y lo vendes por menos. El trumpito en sí no tiene otra función que esa; nadie necesita una, así que su valor es plenamente especulativo.
Cuando alguien lanza una mememoneda como Trump (y el mismo Trump la llama un puto meme) lo que está haciendo, esencialmente, es ofrecer al público una combinación de ruleta y estafa piramidal. Puedes comprar tokens apostando que subirá el precio, y si otros pican, puedes intentar colocar tu meme a otro pardillo intentándose subir al invento. El único que gana en todo este invento es inevitablemente el emisor de la moneda, que es quien tiene los tokens y los coloca al mercado. Lo que ha hecho Trump es, esencialmente, decir que tiene mil millones de cromos (¡ficticios! ¡son un apunte contable!) y cada uno de ellos vale $10 dólares, y pedir que sus fans le compren muchos porque será divertido.
Imprimiendo corrupción
Muchos de sus fans son, desafortunadamente, la clase de memos obsesionados con criptomonedas que creen que esto es una buena idea, y han comprado trumpitos a porrones. Tantos como para hacer que su precio subiera por encima de los $64, y por lo tanto que los 800 millones de tokens aún controlados por Trump tuvieran un valor teórico de 56.600 millones de dólares.
Hay una docena de horrores éticos, morales y económicos que hacen de este pelotazo algo incluso más preocupante que la ridícula valoración de Truth Social, su minúscula red social. Empecemos por la misma existencia de las mememonedas, algo que ha permitido a Trump conjurar de la nada un activo por valor de 10.000 millones de dólares y empezar a venderlo, sin que exista absolutamente nada detrás, ni regulación alguna protegiendo a sus inversores. Es literalmente un negocio de venta de gamusinos construido sobre la idea que alguien querrá comprarlos luego a mayor precio.
Segundo, una memecoin de esta clase es una manera de recibir sobornos a manos llenas de forma perfectamente legal y transparente. Un potentado cualquiera que quiera comprarle un favor a Trump no tiene más que comprar trumpitos (que son, repito, ficciones creadas de la nada) a manos llenas para darle una carretada de dinero al presidente, sin más. Ya podían hacerlo comprando acciones de Truth Social, pero eso tiene el desafortunado inconveniente de hacerte parcialmente propietario de una página web de mierda que pierde dinero a manos llenas. Los trumpitos son literalmente éter, la nada, aire, y tienen la ventaja de que con suerte podrás colocarlos a un superfan de Trump más adelante.
Sin reparos
El token de Trump se disparó en precio nada más salir al mercado hasta convertirse en una de las criptomonedas más valiosas del mundo. El timo era tan obvio y descarado que muchas voces dentro del mundillo han criticado la maniobra del presidente, que está además ganando millones de dólares al día en comisiones por cada transacción.
La “buena” noticia, en este caso, es que las mememonedas son increíblemente volátiles, y su precio tiende a oscilar salvajemente. El domingo los trumpitos perdieron un 40% de su valor, dejando la fortuna (ficticia) de Trump en unos meros 34.800 millones. La mala noticia, sin embargo, es que el motivo del desplome del token era este:
Dos días después de lanzar su pelotazo, Trump y familia lanzaban otra criptomierda usando el mismo sistema (aunque con un precio de salida y valor total teórico menor), sin el más mínimo rubor ni reparo. Los melanitos se han disparado un 2000% en unas pocas horas, porque será por pardillos y adictos a chorradas en este mundo. La familia Trump se sacará unos milloncejos en comisiones y vendiendo tokens, unos cuantos rascarán con la burbuja, y un montón de gente perderá dinero, pero oye, habrán apoyado a su presidente. Y los que querían pagar un favor, podrán hacerlo, que de eso se trata.
Una de las grandes promesas electorales de Trump, recuerdo, es eliminar regulaciones en el sector de las criptomonedas e incluso crear una “reserva estratégica de bitcoins”1 para favorecer a la industria. Qué puede salir mal.
TikTok y propaganda
Escribiré más sobre TikTok en otro artículo, pero una nota rápida: creo que la ley obligando su venta es buena idea, y el cierre, de producirse, me parece una buena noticia. ByteDance, la propietaria de esta red social, es una tapadera bien poco disimulada del gobierno chino. TikTok manipula las recomendaciones en ella para promocionar propaganda.
Como he mencionado otras veces, los algoritmos de recomendaciones son las decisiones editoriales de una red social. Del mismo modo que una cadena de televisión o radio propiedad del gobierno chino o ruso que se dedicara a emitir propaganda sería inaceptable y puede ser cerrada (léase RT) sin menoscabar la libertad de expresión de sus empleados2, una red social que defiende una agenda de una dictadura extranjera también puede serlo. Si además la aplicación es un auténtico sumidero de datos personales que acaban en manos del gobierno de otro país, aún más.
Fue Trump, durante su primer mandato, quien propuso prohibir Tiktok, e intentó hacerlo por decreto. Los tribunales le tumbaron la orden, así que fue el congreso quien acabó aprobando la ley, por amplia mayoría en ambas cámaras. La ley no cierra Tiktok, sino que establece que para operar en el país no puede estar en manos de un tercer país.
A principios de año, Jeff Yass, un megamillonario accionista de Tiktok, se reunió con Trump y le dio una paletada de dinero a su campaña. El entonces candidato cambió su oposición a la compañía por completo, y ahora dice que va a luchar para mantenerla abierta. Los directivos de Tiktok llevan meses haciéndole la pelota y pidiéndole que les salve la compañía, y Trump parece que hará todo lo posible por conseguirlo.
No está del todo claro que pueda hacerlo - la ley aprobada es muy dura, no da para matices, y acaba de ser refrendada como constitucional 9-0 por el Supremo. Aunque hablamos de Trump, por supuesto; esto de “cumplir la ley” no es que le importe demasiado, y el Supremo le ha dado inmunidad presidencial absoluta.
Se acabaron las bromas
La toma de posesión de Trump será hoy, y los rumores sobre decenas de órdenes ejecutivas están por todos los medios. A partir de esta semana, creo que tendremos menos espacio y tiempo para bromas. Disfrutad de los memes, porque las tonterías trumpianas empezarán a tener consecuencias de veras.
Esta es una idea tan singularmente espantosa que tendrá su propio artículo en algún momento. Bitcoin tiene el mismo “respaldo” que una mememoneda cualquiera; la única diferencia es que no hay nadie que las “emita”. Poner dinero público en esto es de una irresponsabilidad pasmosa.
Pueden seguir adulando a Putin en otro sitio. Que abran un Substack.
"La ley no cierra Tiktok, sino que establece que para operar en el país no puede estar en manos de un tercer país."
Los Europeos deberíamos hacer lo mismo con la basura americana de Silicon Valley.
Te eatas peleando con una cripto y vas perdiendo.