De entre todos los fenómenos inexplicables de la era Trump, uno de los que más me sorprende es que alguien tan insolentemente desvergonzado en sus negocios sea tratado como un candidato remotamente serio.
Pongamos, por ejemplo, este maravilloso video del candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos haciendo publicidad de su empresa de Biblias “favorita”:
Y si os preguntáis si esta cosa está generada por IA o es un montaje o es algo que Donald hizo el 2014 y alguien lo ha recuperado por las risas, no, es completamente real. El buen hombre se ha tomado un ratito, entre juicios por montones de delitos y fraudes y eso de ser candidato a jefe de estado y de gobierno del país más poderoso de la tierra, para sacarse unas perras con los royalties de un colega suyo.
Esto es ligeramente menos ridículo (pero no mucho) que su línea de zapatillas deportivas:
Todo ello forma parte de una larga carrera de pufos, cutreces y productos con su nombre vendidos bajo licencia, desde corbatas a bistecs, cursillos para hacerse rico vendiendo casas (que le costaron 25 millones de dólares por fraude), camisas, juegos de mesa o vodka. Hay decenas de videos de este señor haciendo publicidad de toda clase de chorradas absurdas en negocietes de medio pelo a cada cual más ridículo.
Pero el hombre ahí sigue, otra vez a dos pasos de la presidencia.
De todos los chiringuitos, inventos y boludeces en la larga carrera empresarial y múltiples bancarrotas de Trump, este año estamos contemplando dos que son obras maestras dignas de nuestro alabado y añorado George Santos1. Ambas son (casi) perfectamente legales, ejemplos maravillosos de la esperpéntica economía política del movimiento conservador americano.
Pagando abogados
Tras caer derrotado en las presidenciales del 2020, Donald Trump anunció la creación de un “fondo especial” para recaudar dinero para investigar el “fraude electoral generalizado” que le había birlado la presidencia. En los tres meses escasos desde las elecciones hasta la toma de posesión de Biden, este fondo recibió 254 millones de dólares (doscientos cincuenta y cuatro millones) en donaciones, con cientos de miles de votantes republicanos enviando dinero como posesos para “salvar” el país.
Trump cogió esta montaña de dinero, y se gastó quince millones en abogados para invalidar el resultado de las urnas. El resto, doscientos treinta y nueve millones de dólares, se fueron a Save America PAC, un comité de acción política bajo su control.
Desde entonces, esos fondos han ido moviéndose de una cuenta bancaria a otra (MAGA Inc PAC, Save America PAC, MAGA Super PAC, Trump 2024 Committee) dentro del enorme complejo lúdico-festivo-financiero que rodea una campaña presidencial. Una cantidad indeterminada de dinero ha sido destinada a publicidad, recaudar donaciones y demás. 107 millones de dólares (ciento siete millones de dólares) han sido utilizados para pagar el ejército de abogados que defienden al presidente de sus cuatro casos penales, juicios por fraude, violación y difamación, y eso de intentar dar un golpe de estado, robar secretos nucleares, y encubrir un escándalo sexual falsificando documentos.
El NYT explica el elaborado juego de la bolita financiera detrás de todo este asunto, un magnífico artículo que os dará un buen dolor de cabeza. Es fascinante como un señor que insiste que es inmensamente rico esté trabajando tan duro para que sus gastos legales millonarios los cubran los pardillos que financian su campaña. Es aún más interesante cómo tras colocar a su ñuera, Lara Trump, al frente del comité nacional del partido republicano (la “nepo-esposa” de su hijo Eric), han llegado a un “acuerdo” con la campaña presidencial para que un porcentaje considerable del dinero que recaudan sea destinado precisamente a pagar abogados.
La red social
Todas estas maniobras legales, no obstante, palidecen en comparación al pelotazo de Trump con Truth Social, su “red social” “alternativa” a Twitter.
Trump lanzó Truth Social en octubre del 2021, su airada respuesta tras ser expulsado de Twitter por hacer cosas como llamar a la violencia y animar a gente que asalte el congreso de los Estados Unidos con intención de linchar a su vicepresidente y/o invalidar el resultado de unas elecciones. La página no es gran cosa; un clon de Twitter con menos funcionalidad y posts más largos con un tráfico entre pequeño e irrisorio.
Las estimaciones más optimistas dicen que ronda los cinco millones de visitas mensuales, con apenas un millón de usuarios habituales en Estados Unidos. Nunca han dado datos públicamente, así que el tráfico real es un misterio. Durante los nueve primero meses del 2023 (los datos más recientes disponibles), Truth Social ingresó la friolera de 3,4 millones de dólares, acumulando unas pérdidas de 49 millones. En otras palabras, una tachuela; incluso Twitter, en su lento descenso hacia la irrelevancia post-Elon, sigue teniendo más de 300 millones de usuarios cada mes.
Truth Social tiene dos activos relevantes. El primero es la cuenta oficial de Donald Trump. La minúscula red social es el lugar donde el expresidente cuelga sus enajenadas paranoias y anuncios para vender Biblias, el único contenido vagamente relevante en un tugurio lleno de memes infames, influencers de extrema derecha y conspiranoicos variados sin apenas moderación de ningún tipo. El segundo es que Trump es el mayor accionista de Trump Media, la propietaria de esta magna red social, y que hay mucha gente que adora a este señor, o creen que es un genio, o quieren ser muy amiguitos suyos en caso de que vuelva a ganar las elecciones.
Esta semana, Trump media ha salido a bolsa. Lo ha hecho a traves de un SPAC (Special Purpose Adquisition Vehicle, un artilugio financiero como cualquier otro) llamado Digital World Acquisition Corp, un fondo de inversión que cotizaba en bolsa, mediante una fusión. El mecanismo financiero es un poco lo de menos; lo relevante es que Trump ha conseguido que un inversor de Miami con dinero chino adquiriera su micro-red social valorándola alrededor de mil millones de dólares y la llevara al Nasdaq.
Para Digital World ha sido un negocio redondo. Trump Media & Technology Group ha subido más de un 30% en sus dos primeros días en el mercado. El expresidente, mientras tanto, ha conseguido que una empresa con menos de cinco millones de ingresos anuales (y pérdidas que son un múltiplo de esta cifra) esté valorada en algo más de 9.000 millones de dólares. Dado que tiene un 60% de las acciones de la empresa, Trump ha dado un pelotazo de 6.000 millones.
Una empresa normal suele tener un valor de mercado rondando tres veces sus ingresos anuales. Una startup que crece con fuerza y tiene amplias expectativas de futuro puede moverse entre siete y quince veces sus ingresos anuales. Truth Social está cotizando a 131 veces sus ingresos, un cifra completamente absurda e injustificable para algo que es, literalmente, la cuenta de Twitter de Trump en el exilio con un puñado de sicofantes y pelotas detrás.
Si os preguntáis quién demonios está comprando acciones de este engendro de este modo, lo más probable es que estemos ante una combinación de superfans de Trump que básicamente se comen cualquier mierda que venda, gente que quiere ser amiga de Trump y está dispuesta a comprar acciones basura en su mini-cortijo, y listillos que veían venir el puñado de tontos pasando por caja y se han apuntado a la burbuja, al más puro estilo Gamestop. El primer grupo seguramente perderá hasta la camisa cuando los mercados acaben poniendo la acción en su sitio, los segundos serán invitados a Mar-A-Lago, y los terceros se divertirán mucho y con suerte no se pillarán los dedos.
En teoría, Trump no puede vender acciones de esta gloriosa compañía durante sus primeros seis meses en bolsa, así que toda esta fortuna es, por ahora, un concepto más teórico que práctico. El consejo de administración (que está lleno de amigos y familia), no obstante, podría aprobar una excepción, algo que le iría la mar de bien para pagar la colosal fianza para cubrir la sentencia condenatoria por fraude hasta que se resuelva el recurso.
Con todo, Truth Social no deja de ser la historia de un monumental pelotazo que combina un fondo de inversión cuestionable, intermediarios que han donado copiosas cantidades de dinero a su campaña y colocarle acciones a cientos de miles de pardillos por una compañía sin valor legal alguno. Tiene mérito.
Uno de los intermediarios en toda esta movida, por cierto, es Jeff Yass, uno de los mayores invesores en ByteDance, la empresa propietaria de TikTok. Cuando estaba en la Casa Blanca, Trump intentó prohibir TikTok, pero lo hizo de forma tan chapucera que le tumbaron los tribunales. Tras una reunión con Yass, el ya expresidente cambió de postura y ahora está totalmente en contra de la ley bajo tramitación en el congreso que obligaría que ByteDance vendiera la red social.
Estoy seguro que es una coincidencia.
Bolas extra
Sobre la venta forzosa de TikTok, debo decir que me parece buena idea. Estados Unidos tiene, desde hace décadas, regulaciones estrictas sobre la propiedad de medios de comunicación en el país, incluyendo televisiones y radios. TikTok es más un medio de comunicación que una red social, y tiene acceso a montañas de información personal de más de 150 millones de americanos. Es absurdo permitir que el partido comunista chino tenga este poder e influencia, directa o indirectamente. Este artículo lo explica con detalle.
Los doce ecosistemas mediáticos que decidirán las elecciones americanas. Una simplificación, pero el enfoque es muy válido.
Una mayoría de americanos desaprueba las acciones de Israel en Gaza; sólo un 36% están a favor. Lo que ha conseguido Bibi con esta guerra es extraordinario. Si os preguntáis por qué Estados Unidos no vetó la última resolución de la ONU, aquí tenéis el motivo.
Si quieres trabajar para el comité nacional republicano, te van a preguntar en la entrevista si Biden “robó” las elecciones del 2020. El GOP básicamente ha abrazado el golpismo de fantasía como ideología oficial.
Nueva York tendrá peajes para entrar en Manhattan a partir de este verano.
¡Recordatorio de que si me enviáis una foto del libro, tendréis tres meses de suscripción gratis! Acaban de anunciar una tercera edición, por cierto, así que seguid contándole a todo el mundo lo mucho que os ha gustado, que está funcionando.
Sabes que también estoy de acuerdo contigo respecto a lo de Tiktok?
Twitter, Google, Apple, Microsoft, Amazon y Facebook deberían venderse a inversores españoles.
Es absurdo que toca esa cantidad de información, tanto personal como, sobretodo, empresarial y diplomàtica, estén en manos del partido republicano, o de la maquinaria de defensa norteamericana.
No, en serio, las cosas se pueden mirar en un sentido y en el contrario....
Hasta qué punto las empresas están bajo la tutela del país de sus principales accionistas?
Y puede un accionista presentarse en la oficina y decirme que debo desarrollar un módulo para extraer no se qué información de la base de datos, para hacer no se qué?
A partir de cuántas acciones le debo hacer caso?
Y si es un funcionario, no debería traer una orden judicial o algo? Puedo enviarle la orden a los compañeros del departamento legal para que me digan si le hago caso al funcionario?
Supongo que sería la primera vez que el gobierno americano espía a alguien que no es ciudadano de USA, no? (Guiño, guiño, codazo, codazo ...)
En definitiva, que si USA hace una cosa así, todos los gobiernos deberían plantearse hacer lo mismo, más que nada para que todos juguemos con las mismas reglas.
¿Donde te envío la foto con el libro?