Hace unos días escribía sobre una época especialmente “creativa” en la jurisprudencia del Tribunal Supremo, cuando a principios del siglo XX les dio por prohibir cualquier clase de regulación laboral.
La era Lochner terminó durante el New Deal, cuando Franklin Delano Roosevelt se puso serio y amenazó con reformar el tribunal de arriba a abajo. Casi cien años después, la práctica totalidad de las sentencias de esos años han sido revisadas, pero quedan aún algunas reliquias un tanto desconcertantes en el debate político. La clase de cosas que no esperas tener que debatir en un país desarrollado.
Chaval, a la mina
En 1918, el Supremo, en la sentencia de Hammer contra Dagenhart, declaró inconstitucional una ley federal que limitaba el trabajo infantil. Para el tribunal, el Congreso podía regular el comercio entre estados, pero no regular las condiciones laborales de las empresas implicadas. Los legisladores, por tanto, no podían bloquear la comercialización de productos fabricados por menores de catorce años o menores de dieciséis que trabajaran más de sesenta horas semanales. Cuatro años después, el Congreso volvería a intentarlo con una ley que creaba un impuesto a cualquier producto creado con mano de obra infantil, pero los jueces también la bloquearon.
Los legisladores, hartos de que los jueces siguieran defendiendo entusiasmados que los niños bajaran a picar a la mina a los doce años, decidieron que, si el Supremo insistía en que la constitución no permitía regularlo, quizás era hora de cambiarla. Así que en 1924 aprobaron una enmienda constitucional declarando que el Congreso podía regular estas cosas:
Section 1. The Congress shall have the power to limit, regulate, and prohibit the labor of persons under eighteen years of age. (El Congreso tendrá el poder de limitar, regular y prohibir el trabajo de personas menores de dieciocho años.)
Section 2. The power of the several States is unimpaired by this article except that the operation of State laws shall be suspended to the extent necessary to give effect to legislation enacted by the Congress. (El poder de varios estados no se ve limitado por este artículo excepto que la operación de leyes estatales será suspendida en la extensión necesaria para hacer efectiva la legislación aprobada por el Congreso.1)
Tras la requerida votación con amplias supermayorías en ambas cámaras, la enmienda fue enviada a los estados para ser ratificada. Para entrar en vigor, es necesario que tres cuartas partes de los estados la aprueben. Eso nunca sucedió. Veintiocho estados votaron adoptarla; quince la rechazaron. Cinco no se pronunciaron2. Un voto de rechazo no tiene consecuencias jurídicas directas, pero eso deja esa enmienda en el limbo, sin haber entrado en vigor.
Curiosamente, el Congreso no estableció un plazo límite para ratificar la enmienda, así que (según una sentencia judicial posterior del supremo), si diez estados deciden añadir su apoyo, entraría en la constitución sin problema3.
Lo que acabó por frenar definitivamente la enmienda sobre trabajo infantil fue el mismo Supremo. En otra sentencia de 1941, esta vez llegó a la conclusión que la constitución siempre había permitido al congreso regular condiciones laborales, donde vamos a parar, y que las leyes sobre el tema están la mar de bien. Lo hizo interpretando exactamente la misma cláusula de forma totalmente opuesta, porque esto del derecho constitucional americano es chamanismo con ínfulas un poco demasiado a menudo.
Volviendo a las andadas
Así que, ahora mismo, las leyes federales prohíben que los menores de edad trabajen en ocupaciones peligrosas, como industria, construcción, mataderos o demoliciones. Los chavales de 14 y 15 años no pueden trabajar más allá de las 19:00 en días escolares o las 21:00 en festivos. No es que tengan la normativa más estricta del mundo, pero algo tienen.
La tasa de paro en Estados Unidos lleva más de un año por debajo del cuatro por ciento, así que en muchos estados restaurantes, constructoras, y empresas variadas tienen problemas para encontrar mano de obra, y están pidiendo a sus legisladores soluciones. En estados controlados por el partido republicano, sus líderes han encontrado una solución creativa. Dado que esto de subir sueldos es de comunistas y contratar inmigrantes es una alta traición a la patria, queda una bolsa de entusiastas proletarios que necesitan aprender esto de la ética del trabajo, y están apostando por leyes que amplíen el trabajo infantil.
En Indiana, por ejemplo, han eliminado las restricciones horarias para chavales de 16 y 17 años, que ahora podrán trabajar tan ricamente donde quieran en el turno de madrugada. En Florida, podrán trabajar siete días a la semana. En Iowa, serán autorizados a trabajar en tintorerías, fábricas, demoliciones y construcción. Georgia va a eliminar un montón de restricciones para cualquiera mayor de 14 añitos. Y así sucesivamente.
El WaPo tiene un buen artículo con los detalles; el mapa de estados debilitando las leyes de trabajo infantil es, por una vez, ligeramente distinto a la habitual división norte-sur, pero no por mucho. Ningún estado puede debilitar sus leyes por debajo del estándar federal (la cláusula de supremacía de la constitución lo impide), pero que tengamos legisladores en tantas jurisdicciones moviendo la ley en ese sentido es un tanto preocupante.
El supremo y sus ideas
Os podéis imaginar por qué: es cuestión de tiempo de que alguien decida aprobar una ley estatal que entre en conflicto con la regulación federal y todo el tema acabe en los tribunales. Es posible también que algún “emprendedor judicial” decida intentar invalidar una ley estatal por inconstitucional. De un modo u otro, no es descabellado pensar que un caso acabe en el Supremo, porque esto es exactamente lo que hacen los activistas judiciales en este bendito país, y que la corte acabe decidiendo, gracias a su gloriosa supermayoría conservadora, que esto de regular el mercado laboral no está en la constitución en ningún sitio y que el gobierno federal no puede legislar sobre el tema.
Quizás no sea mala idea del todo resucitar esa enmienda constitucional durmiente, la verdad.
La lista de estados pendientes, por cierto, es la siguiente: Connecticut, Delaware, Florida, Georgia, Louisiana, Maryland, Massachusetts, Missouri, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Dakota del Sur, Tennessee, Texas, Vermont, Virginia, Alabama, Mississippi, Nebraska, Nueva York, Rhode Island, Alaska y Hawaii. Es un buen recordatorio cómo, en los años 1920s, Nueva Inglaterra era un feudo del partido republicano en su expresión más puramente pro-empresa, y cómo los estados del sur odiaban a todo el mundo indistintamente.
Es relativamente fácil imaginar diez estados que podrían ratificar la enmienda si al Supremo le da por revisar leyes (Nueva Inglaterra es ahora la mar de progresista), pero sería sin duda una batalla política la mar de extraña.
Muy del siglo pasado, casi literalmente.
Bolas extra
Estoy en Florida pasando unos días, así que no estoy escribiendo demasiado. El estado sigue siendo rarísimo.
Hay una posibilidad remota pero no insignificante que los republicanos pierdan la mayoría en la cámara de representantes a base de tener legisladores abandonando el cargo antes de terminar el mandato.
Trump está subiendo imágenes de Biden atado y apaleado a su red social particular. Que sí, que era una pintura en la parte de atrás del pick up de un superfan suyo, contexto, etcétera. Que es el mismo tipo que hablaba de ríos de sangre el otro día, corcho. Que no engañamos a nadie.
Biden va algo mejor en los sondeos, especialmente en los estados que cuentan. Queda un mundo hasta las elecciones, pero mi intuición es que el colegio electoral favorece a Trump, pero algo menos que en el 2020. Quizás en vez de tener que ganar por 4,5 puntos a Biden le baste ganar por 2-3. Veremos cómo evolucionan los sondeos.
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Una cláusula de supremacía estándar; las leyes del Congreso tienen preeminencia.
En esa época había 48 estados, a falta de Alaska y Hawaii.
El periodo de ratificación no sería ni de lejos el más largo de la historia del país. La 27º enmienda, que limita la capacidad del congreso a aprobarse subidas de sueldo haciendo que sólo entren en vigor la legislatura siguiente, fue aprobaba en 1789 y ratificada en 1992.
Si no me equivoco, otra que anda por el limbo de los justos es la enmienda de igualdad de derechos (ERA), ¿no?
Nunca entenderé la manía de dejarse las cosas a mitad en tema de legislación. Diría que ahora es buen momento de que los estados que quedan aprueben la norma y nos dejáramos de historias. Si eso Biden puede apuntarse el tanto también para las próximas elecciones, ya que Trump no le va a dejar aprobar nada de aquí hasta entonces