Esta es una historia real.
En este boletín no escribo ficción1, pero hoy es uno de esos días en que me veo obligado a decir esto de entrada, porque es una historia difícil de entender.
Hace unos días, el departamento de transportes de la ciudad de Los Ángeles, California, inauguró un proyecto pionero en su sistema de transporte público. Es difícil describir la extraordinaria magnitud de la obra, así que permitidme empezar con una imagen:
Ya le podéis dar a F5 todo lo que queráis, la imagen es real. Es, literalmente, un poste con un letrero de una parada de autobús y dos planchas de acero perforado con una luz debajo. Aquí tenéis otra perspectiva:
Por si no habéis realmente asimilado, entendido, o aprehendido el poder detrás de este concepto, os pongo una última imagen, esta vez nocturna. Prestad atención, porque la luz tiene una importancia clave en este proyecto:
Os preguntaréis que es esto.
El proyecto
Bueno, la Sombrita (porque este es el nombre oficial del proyecto) es un programa piloto del Departamento de Transportes de los Ángeles dentro de su Plan de Acción de Equidad de Género. Es obra del estudio de diseño Kounkuey Design Initiative, especializada en transformar lugares inseguros o infrautilizados en “espacios públicos productivos”. La ciudad les encargó un informe (que costó $200.000, pagados por donaciones filantrópicas), para que diseñaran intervenciones en las paradas de autobús de la ciudad para mejorarlas siguiendo una perspectiva de género.
Esto, por cierto, es perfectamente sensato; las mujeres son usuarias más habituales del transporte público, y una de las cosas que reclaman de manera consistente es, por ejemplo sentirse más seguras en las paradas. La gente de Kounkuey, con esta idea en mano, se fueron a Quito, Londres y Hamburgo a tomar notas sobre qué clase de intervenciones podían hacer para responder a este problema. Tras largos meses de estudio y reflexión, diseñaron, fabricaron e instalaron el concepto La Sombrita en un poste de una parada de autobús en los Ángeles.
El precio, unos módicos $10.000. Dicen que es así de caro porque es un prototipo.
El concepto
La Sombrita, como objeto o cosa pegada a un palo, tiene dos objetivos principales. El primero es, como su nombre indica, dar sombra, que para los que no estáis familiarizados con el tema, es eso que pasa cuando colocas un objeto delante una fuente de luz (una antorcha, una bombilla, una explosión nuclear) y aparece una zona parcialmente oscurecida al otro lado. En Los Ángeles tienen esta cosa única llamada “Sun” que es muy brillante y calienta mucho, así que una sombra puede servir de cobijo.
El segundo es, paradójicamente, la luz, que es, de nuevo para los legos, lo contrario que la sombra. Resulta que en Los Ángeles el “Sun” se oculta durante varias horas al día en un periodo que los nativos llaman “night”, produciendo una ausencia de luz que provoca temores y confusión. La colocación de un objeto luminoso en La Sombrita hace que exista un espacio menos oscuro cerca de ella, algo que genera sensación de seguridad.
Sombra. Luz. La Sombrita es una solución combinada no a uno, sino a dos de los grandes problemas de la existencia humana. Una obra maestra.
Una solución racional (de verdad)
Lo más hilarante de todo este proceso, sin embargo, es que el diseño de La Sombrita es perfectamente racional, debido a la persistente estupidez e incompetencia de la ciudad de Los Ángeles.
Para empezar, $10.000 por dos placas de metal dobladas pegadas a un palo es barato, porque Los Ángeles es excepcionalmente incompetente construyendo paradas de autobús convencionales. La ciudad estima que una parada normal suele costar $50.000, en un proceso que requiere la aprobación de múltiples departamentos y una montaña de autorizaciones. Como es tristemente habitual en Estados Unidos, la instalación de paradas está además externalizada a una empresa privada, que no sólo tiene un límite estricto sobre cuántas va a instalar, sino que las coloca en función de sus potenciales ingresos por publicidad. La mayoría de las marquesinas están en los barrios ricos de L.A., no en las zonas pobres.
Un problema adicional a los que se enfrentaba la agencia es el hecho de que la mayoría de aceras de Los Ángeles son relativamente estrechas, así que en muchos lugares no hay espacio para instalar nada más elaborado que un poste, plantar árboles, o colocar bancos. Las calles de L.A., por descontado, no son en absoluto estrechas; la calle donde está La Sombrita mide 25 metros de ancho de fachada a fachada, comparadas con los 20 de una calle estándar del Eixample. La diferencia son cinco carriles anchísimos para tráfico rodado en California comparado con los tres o cuatro carriles mucho más estrechos en Barcelona.
La decisión de dedicar tanto espacio para el coche y tan poco para el peatón está en manos, obviamente, del mismo departamento de transportes que se queja amargamente de que las aceras son demasiado estrechas. La duda es si tienen un pánico atroz de que los políticos se los coman vivos si sugieren estrechar los carriles de circulación un pelín (de los tres metros de L.A a los 2,5 metros de Barcelona, por ejemplo) o quitar uno sin más, o son tan estúpidos como para que se les haya escapado el detalle que la anchura de la calzada la deciden ellos2.
Finalmente, los diseñadores se enfrentaban a la inexplicable ineficiencia de la burocracia de la ciudad. Si hubieran querido acercar La Sombrita a los bancos que hay en la misma acera diez metros más abajo, el departamento que se encarga de mantener las calles tenía que revisar el diseño, un proceso que toma seis meses. Cualquier intervención que fuera más allá de clavar cosas a un poste ya existente requería una montaña de papeleo, informes, y autorizaciones, y lo que querían era probar algo que se pudiera instalar rápido sin tener que tirarse medio año para cada proyecto.
El resultado es entonces La Sombrita, una solución óptima a un problema de ingeniería absurdo derivado única y exclusivamente de trabas burocráticas creadas por la agencia que encargo su diseño. El producto final es cómico, un esperpento medio inútil que apenas es capaz de proteger del sol a una persona en algún lugar de la acera a según qué horas del día, pero es literalmente lo mejor que podía salir de un proceso como este.
Y los consultores se han pegado un viaje que pa qué.
Epílogo
Lo más surrealista del asunto, por cierto, es que como señala Sam Bloch en Slate, al menos L.A. está haciendo algo para repensar las paradas de autobús y el transporte público, algo muy inusual en Estados Unidos. También pone como modelo a seguir, como sucede a menudo entre los que escriben sobre urbanismo en este país, a la ciudad de Barcelona.
Bolas extra
Las negociaciones del techo de la deuda no avanzan.
Ron DeSantis hará oficial su candidatura a la presidencia hoy en Twitter, en un acto con Elon Musk.
Tim Scott es oficialmente candidato. El senador de Carolina del Norte va mal en las encuestas, pero es potencialmente un buen candidato. Dudo que gane, pero no lo perdería de vista.
Algo que se me da espantosamente mal, por cierto.
Viendo este hilo, creo que la segunda opción es la más probable.
Me he muerto de la risa de cono lo explicas. Este finde inauguran una nueva linea de metro en LA. Cuéntanos que te parece!!
Y es una historia que viene de lejos. El investigador Edward W. Soja ya estudió el movimiento en defensa del transporte público en Los Ángeles a través de las acciones de la Bus Rider Union, que pedía el diseño de unos trayectos de los autobuses que dieran servicio a las personas que más lo utilizaban. Este caso le sirvió para elaborar la idea de la (in)justicia espacial, de cómo el trazado, la accesibilidad, la distribución de equipamientos e infraestructuras se podía estudiar desde la espacialidad y cómo la dimensión netamente espacial también podía servir como eje para entender las injusticias.