Matando civiles
El dos de septiembre, Donald Trump publicaba un video en redes sociales en el que se mostraba una lancha siendo bombardeada y destruida en aguas internacionales.
Según el presidente, las fuerzas armadas de los Estados Unidos habían llevado a cabo un ataque contra los “narcoterroristas” del Tren de Aragua. En el bombardeo, que tuvo lugar en aguas internacionales, murieron los 11 terroristas que estaban llevando drogas hacia Estados Unidos.
¿Qué autoridad o justificación legal tenía Estados Unidos para destruir una lancha en aguas internacionales? El miércoles, el NYT publicaba una noticia que incluía el párrafo siguiente:
“Pentagon officials were still working Wednesday on what legal authority they would tell the public was used to back up the extraordinary strike in international waters.” (Oficiales en el Pentágono estaban trabajando aún el miércoles en decidir qué autoridad legal dirían que fue utilizada para para justificar este extraordinario ataque en aguas internacionales).
Literalmente, Trump dio la orden de destruir un buque civil sin mediar advertencia previa alguna porque querían hacerlo y ya. La administración designó al “Tren de Aragua” (una organización criminal venezolana) como “organización terrorista”. Bajo la óptica de esta Casa Blanca, el formar parte de una banda terrorista justifica utilizar la fuerza allá donde estén. Y dado que son un objetivo militar, cosas como garantías legales o derecho internacional pueden ser completamente ignoradas.
La administración no ha dado prueba alguna sobre quién iba en esa lancha o qué estaban transportando. Los expertos dudan mucho que una embarcación de ese tamaño, cargada con 11 personas, pudiera ser utilizada para transportar drogas desde Venezuela a Florida, a más de 1.600 kilómetros de distancia. Lo más probable es que estuvieran transportando inmigrantes ilegales hacia Trinidad y Tobago.
Independientemente de quién estuviera en la embarcación, estamos hablando de un asesinato en alta mar de 11 civiles, sin más. Una ejecución.
No me meteré en los entresijos legales del ataque. Mark Nevitt y Brian Finucane, en Just Security, repasan posibles justificaciones, y concluyen que no hay nada, ni en derecho marítimo ni en la legislación americana, que pueda amparar algo así. El memorandum de la Casa Blanca dando la racionalidad legal no llega a las dos páginas, y se puede resumir en “porque yo lo valgo”.
Con cualquier otro presidente, la decisión de enviar casi una docena de barcos de guerra a la costa de Venezuela y volar por los aires una embarcación civil por las bravas ocuparía todas las portadas durante semanas. Donald Trump se ha arrogado la autoridad de matar civiles, condenar a muerte sin juicio previo a presuntos narcotraficantes, y amenaza con ir a la guerra con otro estado bajo el pretexto de que trafican drogas, y es… otro escándalo más, olvidado a los dos días.
Estados Unidos, por supuesto, lleva décadas matando terroristas por medio planeta; la administración Obama utilizó drones con entusiasmo por media África y Oriente Medio. Lo de esta semana es cualitativamente distinto: hablamos de usar las fuerzas armadas contra delincuentes comunes que están cometiendo delitos, no contra grupos armados organizados insurgentes militarizados.
En el contexto de una administración que está buscando motivos y métodos para usar a militares dentro del país en tareas de orden público, no es difícil ver ambas decisiones como parte de una misma estrategia.
Bolas extra
Problemas económicos
Con la administración entusiasmada con sus explosiones y ruido de sables contra Venezuela, ayer Donald Trump tuvo pésimas noticias en el plano económico: la creación de empleo ha caído prácticamente a cero en los últimos meses. Como explica Noah Smith por aquí, todo parece indicar que estamos ante un frenazo importante, directamente derivado de las decisiones de la propia administración.
Donald Trump es Batman
Según Mike Johnson, Speaker de la Cámara de Representantes y líder de los republicanos en la cámara baja, Donald Trump no es que estuviera implicado en la trama de Jeffrey Epstein o que fuera un pedófilo. Era un informante del FBI que fue decisivo para detenerle.
También dirá, supongo, que Trump se viste de murciélago por la noche y combate el crimen en las calles de Gotham. Ya puestos.
Departamento de la Guerra
El Departamento de Defensa de Estados Unidos fue creado por el Congreso en 1947. Fue el resultado de la fusión del departamento del ejército, departamento de la marina, y el departamento de las fuerzas aéreas, consolidando las tres burocracias.
El viernes, Donald Trump decidió que el nombre no le gustaba, y lo renombró “Departamento de la Guerra”, que es más agresivo y molón. Un ejercicio de rebranding, para advertir a los malotes que Estados Unidos ahora es más duro y machote que nunca.
El pequeño inconveniente es que el nombre sólo puede cambiarse por ley, no por decreto. Pero a quién le importa.
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La próxima cumbre del G20 tendrá lugar en el Trump National Doral Golf Club cerca de Miami, propiedad de Donald J. Trump.
Porque nada dice “democracia funcional” como un presidente organizando una cumbre en su chiringuito personal y cobrando montañas de dinero a su propio gobierno por el privilegio.