Esto no es normal
El Presidente de Estados Unidos dice cosas insensatas
Providence
El sábado por la tarde, un hombre armado irrumpió en un aula de la universidad de Brown con un arma automática y disparó a los estudiantes de forma indiscriminada. Dos estudiantes murieron en el acto; nueve fueron heridos de gravedad.
Brown es una de las universidades de la Ivy League, el grupito de instituciones de élite de mayor prestigio del país. El campus está en el centro de Providence, Rhode Island, cerca del río y la estación de tren. Sería fácil decir que este es el tipo de sitio donde no esperas un tiroteo, pero en Estados Unidos uno se espera un tiroteo casi en cualquier lugar a estas alturas.
La reacción del presidente de los Estados Unidos fue peculiar. Primero, anunció desde su cuenta oficial que las autoridades habían detenido a un sospechoso, algo que resultó no ser cierto. Poco después, en un evento, se pronunció sobre los hechos de esta manera:
“Sobre los eventos en la universidad de Brown, gran institución, una de las mejores del mundo, estas cosas pueden pasar. A los nueve heridos, que se mejoren pronto, y a las familias de las dos personas que ya no están con nosotros, mi respeto y recuerdo por parte de los Estados Unidos de América.”
Tras un tiroteo con dos muertos, things can happen. Cosas que pasan. Esta es la idea de empatía que el jefe de Estado decidió transmitir a las víctimas. No espero, a estas alturas, que pida hacer algo para combatir la epidemia de tiroteos masivos en este país; Trump, años atrás, había hablado sobre regular armas de fuego, pero el GOP actual vive en otro planeta.
Pero… ¿Cosas que pasan? Dioses.
Los Ángeles
El domingo, Rob Reiner, director de cine, y su esposa, Michele Reiner, fueron asesinados en su domicilio en Los Ángeles, presuntamente apuñalados por su hijo, Nick Reiner.
Hay muy pocos directores que hayan tenido el mismo impacto cultural que Reiner durante su carrera. Seis o siete de sus películas son clásicos absolutos, citadas y comentadas como hitos en su género. Muchas son queridas en Europa, pero absolutamente veneradas en Estados Unidos; “La princesa prometida”, “Spinal Tap”, “Stand by Me”, “Cuando Harry encontró a Sally”, “Misery”, “Algunos hombres buenos” y “El presidente y Miss Wade” son vistas como clásicos1.
El impacto de Reiner, además, iba más allá de los cines. Activista demócrata desde siempre, uno de los grandes agitadores del Hollywood progresista, Reiner fue una de las personas que financió las batallas legales que acabaron por llevar el matrimonio homosexual al Supremo y, con ello, su legalización. En años recientes, ha sido un crítico acérrimo de Donald Trump, como muchos otros activistas e intelectuales.
El presidente, el lunes por la mañana, respondió a la noticia de la muerte de uno de los cineastas más queridos del país de la siguiente manera:
Esto es un intento de traducción, aunque el tono de este “escrito” es casi imposible de replicar sin que me entren arcadas:
“Algo muy triste sucedió anoche en Hollywood. Rob Reiner, un hombre torturado en horas bajas, que fue en su día un director de cine y comediante con mucho talento, ha muerto junto con su mujer Michele, según dicen debido al enfado que ha provocado en otros debido a su enorme, implacable e incurable dolencia con una enfermedad que destruye mentes conocida como SÍNDROME DE DEMENCIA TRUMPIANA, a veces conocida como TDS. Se conoce que había vuelto a gente LOCA debido a su desaforada obsesión con el presidente Donald J. Trump, con su obvia paranoia llegando a nuevos límites cuando la administración Trump ha sobrepasado todos los objetivos y expectativas de grandeza, y con una nueva era dorada de América ante nosotros, quizás como nunca antes. ¡Espero que Rob y Michele descansen en paz!”
Incluso para Trump, alguien conocido por tener un nivel de empatía, digamos, cuestionable con aquellos que consideraba sus enemigos, esto es demencial. No porque se esté metiendo con un director de cine increíblemente admirado, que es políticamente estúpido, sino porque es moralmente indefendible. Más aún cuando toda su administración, en bloque, declaró hace apenas unos meses poco menos que un culto de veneración a un activista conservador, amenazando con deportar a cualquiera que osara no criticarlo, sino citar lo que este había dicho alguna vez en el pasado.
Y, por descontado, Trump está poco menos que regodeándose en que alguien ha asesinado a alguien que le criticaba, a pesar de que a Reiner probablemente le mató su propio hijo.
Moralidad y carácter
Ya sé que es cansino repetir, una y otra vez, que “esto no es normal” y llevarnos las manos a la cabeza con Trump, pero este es un comportamiento casi psicótico. Es, primero, la clase de comentario que haría que llamáramos a un médico para que tuviera una charla con el abuelo y le recete unas pastillas. Pero es también una épica, desmesurada muestra de cinismo, exponiendo una administración que dice que es obligatorio venerar (y que el gobierno federal puede castigarte si no lo haces) a aliados ideológicos del presidente martirizados, pero en la que el presidente va a mofarse y ridiculizar al fallecido cuando es un enemigo del régimen.
¿Es esta la noticia más importante en Estados Unidos ahora mismo? Probablemente no. Hubo una época, no demasiado lejana, en la que el Partido Republicano insistía sin cesar en la necesidad de escoger líderes políticos con un compás y una rectitud moral intachables, que debían ser tan ejemplares en su vida pública como en su vida privada. Siempre he sido un tanto escéptico ante esta clase de proclamas (y los republicanos, desde luego, nunca se las han creído); hay una larga lista de políticos extraordinarios y muy efectivos, pero con unos valores morales más que cuestionables.
Pero este comentario, la actitud vital de Trump, es distinta. Nixon, Roosevelt, Johnson, Clinton, quizás tuvieran sus lagunas morales (o abismos morales insondables; que incluso en eso hay escalas), pero entendían el mundo y sus valores como para sentir vergüenza cuando hacían algo reprobable, o al menos ocultarlo. Nixon decía en privado toda clase de cosas horribles sobre sus enemigos, pero no lo decía en público, porque sabía que lo que decía era terrible. Trump no tiene ese filtro; es alguien que, aparte de tener cosas espantosas en su cabeza, no tiene reparos o no parece entender que lo que cree es horripilante.
Durante toda su carrera siempre ha habido una escuela de periodistas, todólogos y opinadores (de la que ocasionalmente he formado parte) que defiende la idea de que Trump dice burradas de forma estratégica, lanzando mierda para atraer la atención y mantenerse en el centro del debate. Quizás ese fuera el caso alguna vez, allá por 2015, pero dudo mucho que ahora lo sea.
Trump es quien dice ser. Trump es lo que parece ser. Esta clase de comentarios realmente son una muestra de su personalidad.
Y este hombre es el presidente de los Estados Unidos.
Bolas extra:
Hay mucho de lo que hablar, pero este comentario me ha podido. Aquí hay una lista de temas a tratar; decidme de qué queréis que hable en los comentarios.
La NLRB, la agencia federal que resuelve disputas entre sindicatos y empresas, lleva meses sin nadie al mando. Eso ha hecho que las empresas estén haciendo lo que les place, debilitando aún más los derechos sindicales2.
Los legisladores de Indiana, un estado gobernado por los republicanos, rechazaron un gerrymandering que hubiera dado dos escaños extra al partido (de 7-2 a 9-0) en el Congreso, rechazando las amenazas de Trump.
La Casa Blanca ha dejado de investigar a casi cualquier empresa relacionada con fraudes con criptomonedas, especialmente si hacen negocios con Trump.
Michael Jordan (sí, el del baloncesto) ha sacado adelante, a golpe de pleitos, una revolución en la NASCAR (sí, los coches esos que hacen carreras en circuitos ovales).
Un guía de Connecticut para amantes de “Las Chicas Gilmore.” Insisto: es una serie excelente.
‘No Way To Prevent This,’ Says Only Nation Where This Regularly Happens (The Onion, una vez al mes)
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Nótese: todas filmadas en un periodo de 11 años, probablemente la mejor década de un director en Hollywood, de lejos.
Si habéis leído mi libro, sabréis que esta no es una estrategia nueva; Nixon desmontó el poder sindical del país nombrando patanes para que llevaran la NLRB. Trump ni se ha molestado.




Trump está insistiendo en sus palabras, por cierto.
https://bsky.app/profile/atrupar.com/post/3ma2iyqm2sj2c
Pues yo también pido Nascar. Lo que más me gusta de tu boletín es descubrir cosas de EEUU que desconocía, y creo que el motor en general es algo muy importante allí y desconocido aquí.