El chiste
Jimmy Kimmel, el presentador del late night en la cadena ABC, hizo el chiste siguiente:
No, no se ha escapado nada. Kimmel hace un comentario más o menos anodino sobre cómo los trumpistas están intentado definir al asesino de Kirk y politizándolo todo. Nada más. No es demasiado gracioso.
“We hit some new lows over the weekend with the MAGA gang desperately trying to characterize this kid who murdered Charlie Kirk as anything other than one of them, and doing everything they can to score political points from it.” (Hemos tocado aún más fondo este fin de semana con la peña MAGA intentando caracterizar de forma desesperada al chaval que asesinó a Charlie Kirk como cualquier cosa excepto uno de ellos, y haciendo todo lo posible para apuntarse tantos políticos)
Nótese que esto Kimmel lo dijo el lunes, antes de que se hiciera pública la acusación contra el asesino. Nadie sabía nada sobre cuáles eran sus creencias1. Así que este comentario no es ni siquiera “erróneo”, porque no dice nada sobre quién era el tipo que cometió ese crimen despreciable2.
La amenaza
Ayer miércoles, el presidente de la Federal Comunications Comission (FCC, comisión federal de comunicaciones), la agencia reguladora del mercado de televisión, radio, cable e internet en Estados Unidos, estaba en el podcast de Benny Johnson, un activista y escritor conservador. Hablando sobre Kimmel, dijo que formaba parte de un “esfuerzo concertado para mentir al pueblo americano” y que su agencia iba a buscar “soluciones”. También sugirió que las empresas afectadas deberían “cambiar su conducta”, o que la FCC tomaría medidas. También animó a las emisoras locales que “actuaran”.
Las cadenas de televisión nacionales americanas, como he comentado alguna vez, no emiten su señal en todo el país, sino a traves de emisoras locales afiliadas.
Tradicionalmente, estas emisoras eran independientes, pero cambios regulatorios durante las últimas décadas han permitido que varias empresas hayan comprado decenas de ellas. La más grande es Nexstar, propietaria de 197 emisoras, incluyendo varias en Nueva York. También son propietarios de NewsNation, un canal de noticias conservador.
Nexstar está buscando expandirse aún más, porque las emisoras locales, aunque rentables, pueden serlo más a golpe de concentrar el mercado. Hace un mes, anunciaron que iban a comprar Tegna, una empresa que tiene 68 televisiones. La FCC, como agencia reguladora, debe autorizar esta fusión.
Poco después de que Carr pronunciara esas palabras, Nexstar anunciaba que no iban a emitir el programa de Jimmy Kimmel en sus emisoras. Sinclair, la segunda mayor propietaria de TV locales (193), declaraba que no sólo iba a dejar de emitirlo, sino que emitirían un programa especial de tributo a Charlie Kirk en su lugar3.
A las pocas horas ABC anunciaba que iba a suspender la emisión de Jimmy Kimmel Live! de forma indefinida.
Rendiciones y censuras
La FCC, por supuesto, no ha “censurado” a Kimmel. Nadie ha ido a Disney, propietaria de ABC, a precintar el estudio, requisar cámaras y destruir guiones. Kimmel está en su casa tranquilo. Nadie está pagando multas o viendo sus bienes requisados.
Pero es innegable, y esto es algo que el mismo Carr y la Casa Blanca están diciendo abiertamente, que la administración Trump está usando la amenaza de tomar medidas legales, aunque sea completamente espurias, para forzar que una empresa privada silencie a un cómico que les ha criticado. No es la primera vez que sucede (Colbert fue hace nada), pero esta vez lo están diciendo en voz alta, y jactándose de ello.
No que no llevaran días avisando. El lunes J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, fue el “presentador invitado” en el podcast de Charlie Kirk4.
Entrevistó a Stephen Miller, el principal asesor de Trump y auténtico cerebro de esta Casa Blanca. Miller dijo lo siguiente, tras hablar sobre una presunta vasta conspiración izquierdista promoviendo la violencia contra los conservadores:
“With God as my witness, we are going to use every resource we have at the Department of Justice, Homeland Security and throughout this government to identify, disrupt, dismantle and destroy these networks and make America safe again. “For the American people, it will happen, and we will do it in Charlie’s name.” (A Dios pongo por testigo, vamos a utilizar todos los recursos a nuestra disposición en el departamento de justicia, de seguridad nacional, y en todo el gobierno para identificar, perturbar, desmantelar y destruir estas redes y hacer que América vuelva a ser segura. Por el pueblo americano lo haremos, en nombre de Charlie)
Sutiles, lo que se dice sutiles, no son. Y lo preocupante es que llevan toda la semana, en bloque, diciendo en voz alta que van a sacar adelante toda clase de medidas contra “aquellos” que mataron a Charlie Kirk o “celebraron” su muerte, que básicamente incluyen, en la definición del trumpismo, todo aquel que creen que es izquierdista y/o un enemigo político.
El ataque a la libertad de expresión de la administración estos días es tan obvio que incluso gente como Karl Rove (¡!) están advirtiendo que esto es peligroso.
Intimidación y rendiciones
¿Tienen la autoridad legal para cumplir alguna de estas amenazas? Por supuesto que no, pero no les hace falta. La administración Trump simplemente va a emular el modelo de Peter Thiel contra Gawker pero utilizando el poder del gobierno federal como instrumento de presión. La FCC no tiene autoridad ni competencias para obligar a Disney a silenciar a un comediante que dice cosas que disgustan al amado líder, pero puede “investigarte” hasta decir basta, hacerles la vida imposible aplicando regulaciones de forma arbitraria, o dedicarse a reventar cualquier transacción empresarial en la que estén remotamente involucrados.
Si eres Disney, puedes llevarlos a los tribunales tanto como quieras, y es probable que ganes todos los juicios - pero con este Supremo nunca se sabe. ¿Seguro que tienes ganas de ponerte gallito y resistir?
El resultado, aparte de Disney postrándose de forma patética otra vez, es que en el NYT ves noticias como esta, hablando sobre donantes demócratas buscando formas de mover dinero en secreto para no atraer la atención de la administración. Y a buen seguro lo ves en muchos consejos de dirección de empresas grandes y pequeñas, que deciden sacrificar “un poco” en vez de arriesgarse a que Trump te marque como enemigo del pueblo.
No todos los medios de comunicación, por descontado, se están arrastrando baboseantes como Disney, Paramount, o el Washington Post. Trump puso un pleito al NYT por difamación el lunes por 15.000 millones de dólares, y los abogados del periódico les han respondido que van a litigarlo hasta aburrirse. Un pleito similar contra el Wall Street Journal fue recibido de igual manera. El NYT, sin embargo, es (increíblemente) una empresa familiar que se dedica casi exclusivamente a un periódico, así que no le pueden presionar con fusiones o zarandajas variadas. El Journal es propiedad de Rupert Murdoch, es su periódico favorito, y el hombre está completamente de vuelta de todo y quiere juerga.
La mayoría de medios (y empresas, y bufetes de abogados, universidades…), por el contrario, no tienen esta clase de independencia. Lo mejor que les puede pasar es que Trump se enfade con un competidor que resiste y ellos saquen partido de ello. Lo que acabamos teniendo es algo parecido a un dilema del prisionero a gran escala: aunque el mejor resultado para todos sería que todo el mundo resistiera, individualmente todos tienen incentivos para rendirse. Y eso es lo que acaba sucediendo.
La única forma de revertir esta tendencia es si las élites mediáticas y empresariales se dan cuenta que el coste de arrodillarse es demasiado alto, sea por presión pública, sea porque el tributo exigido por la administración empieza a ser excesivo, sea porque esto acaba (inevitablemente) por destruir media economía; lo del coraje y valentía lo he dado esencialmente por imposible. Dada la nula capacidad de los demócratas para oponer resistencia alguna o protestar de forma efectiva, no soy optimista.
Comparaciones
Varias notas finales. Brendan Carr, en sus tiempos de consejero en la minoría oprimida de la FCC durante la presidencia de Biden, decía cosas como esta:

No sé qué le habrá pasado a este señor.
El sábado, un presentador de Fox News dijo en directo que la solución para los sin techo era matarlos a todos:
A Carr esta clase de discurso no le ha molestado en absoluto, y el tipo sigue con su programa alegremente.
Los tribunales no van a salvarnos
Finalmente, para variar, si creéis que la primera enmienda no puede ser “reinterpretada” de forma creativa hasta convertirla en algo que permite la censura, os quiero recordar varias cosas.
Primero, el código Hays, una serie de medidas regulando el contenido de las películas que fue “adoptado” por los estudios de cine en 1934, después de que el Congreso empezara a investigarlos con excesivo entusiasmo5. Segundo, la Comics Code Authority, formada en 1954 tras un pánico político-moralista sobre tebeos sorbiendo el coco a los críos. Tercero, las listas negras del McCarthismo. La amenaza de intervención federal puede ser más que suficiente para provocar censura, y en ninguno de estos casos los tribunales dijeron nada, porque la interpretación de la primera enmienda que dice que estas amenazas son inconstitucionales es relativamente reciente.
El Supremo, en casos recientes, ha puesto un listón altísimo en la capacidad del gobierno para regular “mensajes de odio” (este caso es bestial). Pero sabemos de sobras que este tribunal no tiene remordimiento alguno en cambiar de opinión radicalmente si con ello evitan contradecir al presidente.
Bolas extra
Un éxito innegable de la administración Trump ha sido el desplome del precio de algunos bienes de consumo a niveles no vistos en décadas. Por ejemplo, la cocaína, que está más barata que nunca.
¿El motivo? La administración tiene a medio FBI, DEA, y guardia fronteriza, las agencias que combaten el narcotráfico, haciendo redadas contra inmigrantes, así que la frontera esta abierta para importaciones.
Trump ha anunciado que va a designar a “Antifa” como “organización terrorista”. Tendría sentido, si tuviera autoridad legal para designar grupos terroristas dentro del país, o si “Antifa” fuera un grupo real, y no un grupo de frikis sin organización alguna.
Aunque claro, lo más probable es que se dediquen a llamar a todo el mundo “antifa”. Una de las maniobras más obscenas durante la administración Bush fue su afición a designar ONGs musulmanas como “terroristas”, congelando sus activos y retirándoles su excepción fiscal al ser sin ánimo de lucho. Con ello desmantelaron decenas de organizaciones religiosas completamente inofensivas, que se quedaron sin fondos antes de poder litigar su inocencia. Esa es, probablemente, la estrategia de Trump y Miller.
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Tampoco las sabemos ahora, más allá de que tenía el cerebro podrido con memes, no ha dejado un ideario coherente y parecía tener simpatía por la causa trans.
y que (insisto) condeno rotundamente. Y cualquiera que está con risitas sobre si Kirk se lo buscaba, es igual o más fascista que cualquier miembro de la tribu MAGA y se puede ir a buscar otro boletín.
Sinclair es, no hace falta decirlo, notoriamente de derechas.
Y sí, que un vicepresidente del gobierno esté haciendo eso durante dos horas es algo digno de Hugo Chávez.
Y el motivo porque muchas pelis pre-1934 sean considerablemente más violentas o sexualizadas que films Código.
Pendulazo de libro, lo esperado. Cancelaciones y censura por la banda de estribor después de 10 años de la misma medicina por la de babor. Circulen.