El lunes, Trump estaba en Oaks, Pensilvania, en un town hall organizado por su campaña. Los town hall son uno de mis eventos favoritos en la liturgia electoral americana; en ellos, el candidato se planta en el escenario para responder preguntas del público. En unas presidenciales, tienen bastante de teatro, especialmente si es un evento montado por la propia campaña, ya que el público es afín y las preguntas suelen estar preseleccionadas. Incluso con esas, suelen ser saraos más entretenidos que un mitin típico, donde el político puede ser algo más espontáneo y cercano.
Parece que el recinto donde se celebró este evento hacía bastante calor. Al rato de que Trump empezara a contestar preguntas, dos asistentes sufrieron desmayos en un corto espacio de tiempo. Dado que la media de edad de la gente que asiste a eventos republicanos suele ser bastante alta, esta clase de sustos son relativamente habituales, y el candidato suele seguir a lo suyo, tras una pequeña pausa para que las asistencias médicas se encarguen del paciente.
Mi gran noche
En Oaks, Trump tenía otras opiniones. Una vez retirado el segundo asistente con problemas, se dirigió a su equipo de campaña y les pidió que pusieran algo de música; Pavarotti, para ser más precisos. Tras ello, anunció que, en vez de responder más preguntas, iban a escuchar sus canciones favoritas, y que iba a ser todo estupendo.
Y eso es lo que sucedió, literalmente. Durante los siguientes treinta y ocho minutos, Donald J. Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, estuvo en el escenario haciendo de DJ, poniendo sus temazos favoritos y bamboleándose ligeramente en un semi bailoteo ausente, quimérico, irreal.
Es increíblemente extraño. De veras. Todo empieza en 1:51:13:
Toda la escena es surrealista, incomprensible. Trump va poniendo canciones y haciendo comentarios al azar. Kristi Noem, gobernadora de Dakota del Sur, asesina de perritos y moderadora del evento, finge muy fuerte que todo esto es perfectamente normal mientras intenta ocultar su desconcierto. El equipo de campaña de Trump le pone en el teleprompter que coja más preguntas, pero nadie se atreve a cortarle el rollo. El público duda entre aplaudir, marcharse, bailar o echarse a llorar de emoción.
Mirad el video. Esto no es normal en absoluto. Es la clase de cosas que ves en la fiesta de cumpleaños de una residencia de la tercera edad con gente a la que se le ha pasado bastante el arroz.
Algo pasa con Trump
Llevo una buena temporada repitiendo sin cesar de que Trump suele decir cosas que si las hubiera soltado Biden los medios americanos en bloque le hubieran dedicado semanas de preguntas y debates sobre el estado mental del presidente. Lo de Oaks el lunes es, a todas luces, significativamente más preocupante que la espantosa pifia de Biden en el debate, con Trump poco menos que perdiendo cualquier noción de dónde estaba o qué se esperaba de él durante casi cuarenta minutos.
Esta vez, parece que los medios generalistas / centristas americanos al fin han visto algo lo suficiente ridículo como para al menos preguntarse en voz alta qué demonios le pasa a Trump y qué cojones estaba haciendo ese hombre pidiendo que le pusieran los Village People y bailando malamente.
En el Washington Post, “Trump se contonea y menea al son de la música durante 39 minutos en un extraño town hall”, y se preguntaban, en otro artículo, si su capacidad mental se estaba convirtiendo en un problema político.
En el Atlantic (siempre excelente), hablan de “Trump sufriendo una crisis en el escenario”; en NBC hablaban de “sesión bizarra”; igual que en CBS; el NYT, que ha sido el rey en intentar normalizar las idas de la olla del expresidente, hablaban de “extraño interludio musical”. Incluso el Washington Examiner, un medio conservador, hablaba de un evento surrealista. A las primeras noticias ligeramente atónitas le han seguido una miríada de artículos sobre qué demonios le pasa a Trump y su salud mental, y los inevitables exabruptos de Fox criticando al resto de medios por no decir lo mismo de Joe Biden (je).
La campaña de Harris, que lleva meses básicamente implorando a los medios que hablen sobre la competencia mental de Trump, parece que al fin tiene un evento que ha generado suficiente atención como para cambiar la narrativa y hacer que eso por fin forme parte del debate. Sólo ha sido necesario un año largo de campaña, Trump diciendo imbecilidades sin cesar durante meses y el intenso amor del expresidente por la canción “Hallelujah”, en la versión de Rufus Wainwright1, para que finalmente estemos hablando sobre si este señor está bien.
Más preguntas
El alegre interludio musical trumpiano también ha provocado que veamos por fin artículos como este en el WaPo, informando sobre las ideas de Trump. Durante el town hall, antes de que se pusiera en plan DJ, al buen hombre le preguntaron qué medidas iba a tomar para bajar el precio de la compra, que todo está por las nubes. En vez de resumir su respuesta, el Post publica una transcripción completa, que es francamente épica. La cosa empieza así:
“So, you know, it’s such a great question in the sense that people don’t think of grocery. You know, it sounds like not such an important word when you talk about homes and everything else, right? But more people tell me about grocery bills, where the price of bacon, the price of lettuce, the price of tomatoes, they tell me. And we’re going to do a lot of things.
“You know, our farmers aren’t being treated properly. And we had a deal with China, and it was a great deal — I never mentioned it because once covid came in, I said, that was a bridge too far because I had a great relationship with President Xi [Jinping]. And he’s a fierce man and he’s a man that likes China and I understand that. But we had a deal and he was perfect on that deal, $50 billion he was going to buy. We were doing numbers like you wouldn’t believe, for the farmer. But the farmers are very badly hurt. The farmers in this country, we’re going to get them straightened out. We’re going to get your prices down.
“But you asked another question about safety and also about Black population jobs and Hispanic population in particular those two. So when millions of people pour into our country, they’re having a devastating effect on Black families and Hispanic families more than any others. I think it’s going to spread to a lot of other places.”
No voy a intentar traducir lo escrito porque no tengo ganas de perder mi cordura. Esto sigue durante una decena de párrafos más, que se hunden en la incoherencia según sigue delirando y acaban con Trump pidiendo a la gente que vaya a votar el cinco de enero cuando las elecciones son el cinco de noviembre.
Trump lleva meses respondiendo a todas las preguntas con idas de la olla así de demenciales; el debate con Harris fue un ejemplo notorio, pero esta es una constante en sus discursos. Su town hall en Univisión ayer fue un desastre parecido, al igual que una entrevista en Bloomberg. Los titulares generados, al menos estos días, son mucho más propensos a señalar directamente el carácter casi aleatorio de la retórica trumpiana y sus errores constantes. Quizás la narrativa ha cambiado.
No que importe a nadie
También es más que probable, por supuesto, que este cambio de narrativa tenga un efecto inapreciable en los sondeos, Trump no pierda el apoyo de nadie y que los memes en Twitter y los medios de la derecha conviertan en esa burbuja las viriles danzas del amado líder en un elaborado truco para desenmascarar la hipocresía progre. Porque en estas malditas elecciones, nada en absoluto parece tener un impacto en los sondeos desde que los demócratas defenestraron a Biden.
Kamala haciendo cosas normales
Mientras tanto, en el bando opuesto, Kamala Harris está haciendo algo que todo el mundo llevaba semanas reclamando: entrevistas. La vicepresidenta se ha pateado media blogosfera esta última semana, generando titulares y (más importante) llegando a sectores del electorado que ni leen el NYT, ni miran CNN, ni nada parecido. La aparición más sonada ha sido una entrevista de media hora con Bret Baier en Fox News, donde ha hecho un trabajo excelente. Es incomprensible que la campaña insistiera en protegerla de los medios tanto tiempo, porque es muy buena en esta clase de escenarios.
Se rumorea, aunque no está confirmado, que Harris está incluso negociando una entrevista en el podcast de Joe Rogan, el bro-machote por excelencia del género2 y el programa más popular de muy lejos en este formato. Rogan tiene una audiencia plagada de la clase de hombre blanco sin educación superior con criptomonedas que los demócratas necesitan recuperar como sea; si ese es el caso, es una estrategia excelente3.
¿Y quién va a ganar?
“Trump: el musical” y la ola de (buenas) entrevistas de Harris es bastante reciente, así que no es que podamos decir mucho de su impacto en los sondeos. Ahora mismo, las encuestas son bastante incomprensibles; ayer martes se publicaron seis nacionales, y los resultados fueron Harris +5 (Marist), Harris +4 (TIPP), Harris +4 (YouGov), Harris +3 (FDU), empate (Marquette) y Trump +2 (Fox).
La de Fox es descacharrante; aunque Harris está por detrás a nivel nacional, dice estar con +6 en los estados bisagra. Es posible que la ventaja de Trump sea menor de la esperada (y Nate Cohn, en el NYT, lleva semanas sugiriéndolo), pero de ahí a favorecer a los demócratas ocho puntos hay un trecho.
Lo más probable, por cierto, es que todos estos sondeos sean “correctos”, en el sentido de que estén dando estimaciones honestas basadas en muestras aleatorias bien diseñadas, y que todos ellos tengan el estado real del electorado dentro de su margen de error; la variación es ruido estadístico. Es posible también que Marist o Fox tengan una de esas muestras que caen fuera del intervalo de confianza y estén espantosamente mal; una de cada veinte, de media, te va a salir rana, así que esperas ver cosas extrañas de vez en cuando. Es por eso por lo que tenemos que mirar la media, más que sondeos individuales, y la media nos dice que… todo sigue igual.
Harris seguramente está sobre +3. Es probable (pero no lo sabemos con seguridad) que la ventaja estructural republicana en el colegio electoral esté entre 2 y 3,5 puntos; así que esta ventaja de +3 equivale a no tener la más remota idea, mirando las encuestas, sobre quién va a ganar, a 20 días escasos de las elecciones.
Todos estos datos, además, ni siquiera significan que las elecciones acaben teniendo un resultado ajustado. Los sondeos se equivocan, de media, entre dos y tres puntos; si Harris acaba ganando por seis, es una paliza descomunal; si empataran, Trump se llevaría el colegio electoral con facilidad. Incluso si los sondeos tienen una desviación “normal”, es posible también que veamos un cambio en la intención de voto de última hora, porque la estabilidad pasada no implica estabilidad futura. James Fallows recordaba ayer que en 1980 Carter y Reagan andaban bastante parejos durante toda la campaña, con el republicano con 3-4 puntos de ventaja. Las elecciones acabaron decidiéndose por más de diez.
Nadie sabe nada ahora mismo. Si alguien os dice lo contrario, miente.
Mi intuición, que se basa íntegramente en un cuidadoso análisis del poso de mi taza de café esta mañana, es que Harris es ligeramente favorita más allá de lo que dicen los modelos puramente estadísticos. Pero esta opinión no tiene nada de científica o fiable.
Estamos a diecinueve días.
Bolas extra
Sorpresa: un ejército de bots a golpe de ChatGPT andaba haciendo campaña por Twitter desde hace meses.
Amazon, Google y Microsoft quieren construir centrales nucleares.
Recordatorio que la fertilidad subrogada en Estados Unidos es algo que defiende la izquierda, no la derecha.
J.D. Vance finalmente habla claro y dice en voz alta que cree que Trump ganó las elecciones del 2020.
Repito otra vez: Mark Milley, jefe del estado mayor de Trump, cree que el expresidente es un fascista.
Rufus está harto de que Trump use la canción, por cierto.
El único a un nivel parecido es Howard Stern. Harris ya ha sido entrevistado por él.
Si os preguntáis de dónde salen los Bernie bros y su extraña conversión colectiva al Trumpismo, Rogan entrevistó a Bernie el 2020 y fue bastante favorable a su campaña. En tiempos recientes, ha hablado bien de Harris, así que algo que rascar hay.
Es una suerte que falte tan poco tiempo porque sigo sin ver claro qué pasaría si a días de distancia Trump sale del medio y deja a Vance. Supongo que dado que están encima, nadie está haciendo encuestas en serio con esto... públicas. Trump ya tiene una bonita mamarrachada jurídica que posiblemente le librará del trullo, así que su razón número 1 se ha evaporado.
Buena imagen