Los hemos visto en cientos de películas y series de televisión: los bomberos de Nueva York, con sus icónicos camiones de bomberos y cascos con visera.
Es una imagen típica de muchas ciudades americanas; hay miles de recuerdos imborrables asociados con ella. Sin embargo, hay un pequeño detalle que suele pasar desapercibido en Estados Unidos, pero que cualquier bombero europeo notará de inmediato. Aquí tenemos unos bomberos de Barcelona:
O unos de Madrid:
Los cascos
Nadie usa cascos con visera en Europa, porque los cascos con visera resultan ser mucho peores que los modelos europeos cerrados. Los modelos tradicionales estadounidenses1 ofrecen menos protección, son más propensos a moverse o perderse en caso de una caída, son bastante más incómodos y reducen la movilidad de quien los utiliza. Además, son mucho más incómodos de usar con una máscara de gas, ya que esta suele desplazarse con el más mínimo movimiento del casco.
Esto no es un secreto; los departamentos de bomberos en Estados Unidos saben perfectamente que están utilizando equipos obsoletos. Llevo años topándome con artículos y entrevistas con bomberos al azar hablando sobre las ventajas de los eurohelmets (“eurocascos”) y sobre cómo un departamento aleatorio de una ciudad pequeña enfrenta una enorme polémica cuando alguien propone su adopción. La historia siempre termina con una prueba piloto, un montón de bomberos descubriendo que el modelo nuevo es mucho más cómodo y una transición hacia el material nuevo. Pero este es un país enorme, y la inmensa mayoría de los bomberos en las ciudades grandes (con Nueva York a la cabeza) rechaza de plano ni siquiera considerar estos cambios.
Hasta cierto punto, entiendo que esto suceda: los bomberos son gente peculiar y un gremio increíblemente celoso de sus tradiciones, especialmente en Estados Unidos. El casco, en particular, tiene una mística especial en la profesión, y Dios te libre de tocar uno sin pedir permiso en ciertos lugares. Sin embargo, el casco es algo que puede literalmente salvarte la vida, y es bastante absurdo que insistan en esta tradición.
Y no es una exageración: los bomberos americanos son heridos o mueren en acto de servicio mucho más a menudo que sus colegas europeos.
Los dichosos cascos, por supuesto, no son el único motivo que explica estas diferencias. Los bomberos americanos suelen estar peor entrenados que sus colegas europeos, y el país depende mucho más de bomberos voluntarios que el viejo continente, quienes suelen recibir mucha menos formación que sus equivalentes europeos. Es posible que el hecho de tener tantos edificios de madera sea un factor importante en estas diferencias, pero eso debería llevar a utilizar mejor material en vez de cascos con diseños de los años veinte del siglo pasado.
Camiones
Aparte de los cascos, tenemos también los camiones. La imagen tradicional de los bomberos americanos incluye siempre un autobomba tipo 1 de 30 toneladas y 20 metros de longitud, con escalera y depósito de agua de 2.500 litros. Esto, no hace falta decirlo, es un cacharro enorme que suele costar cerca de un millón de dólares. Es, por supuesto, mucho más grande que cualquier camión europeo; una autoescala pesada en Barcelona mide 7,5 metros de largo y pesa la mitad.
¿Qué aporta tener camiones tan enormes? La verdad, nada. La altura máxima de una escalera americana es algo mayor que la de una europea; los camiones americanos pueden alcanzar hasta 40 metros (un 13º piso), mientras que los europeos (mucho más pequeños) llegan a 33 metros (un 10º)2. Pueden llevar mucho más material y tener un tanque de agua incorporado más grande, pero la solución en el resto del mundo es tener otro camión para llevar esas cosas si fuera necesario, en vez de pasearse con algo parecido a un portaaviones rojo chillón. Los bomberos americanos adoran sus gigantescos cacharros, pero su existencia se debe más que nada a que las primeras escaleras largas necesitaban esa clase de chasis para acomodarlas. Como con los cascos, eso los lleva a rechazar de plano cualquier cambio.
Lo irritante, en este caso, aparte de costar mucho más dinero a los contribuyentes, es que los megacamiones tienen consecuencias considerables más allá de los departamentos. Primero, porque son mucho más letales que sus parientes europeos para el resto de los vehículos en la calzada; al ser tan grandes, tienen enormes puntos ciegos y suelen provocar muchos más accidentes. Segundo, y más importante, su tamaño lleva a que muchos departamentos se opongan a cualquier intento de construir calles más estrechas, algo que dificulta enormemente cualquier intento de urbanismo decente. Hace un tiempo hablaba sobre la desmesurada, colosal anchura de muchas calles americanas (la calzada de una calle secundaria en un suburbio suele medir diez metros); cuando alguien sugiere estrecharlas para que el tráfico circule más lento (por ejemplo, frente a un colegio), los primeros en quejarse son los departamentos de bomberos, temerosos de que no podrán “responder a emergencias”.
Que alguien necesite un camión de 20 metros con una escalera de 30 metros de altura en un barrio residencial con casas unifamiliares se les escapa por completo, por supuesto.
Emergencias
Esto me lleva a un último punto: en Estados Unidos cada vez hay más bomberos y cada vez menos incendios. Sus salidas más habituales son responder a emergencias médicas, no a fuego o inundaciones. No es nada inusual llamar al 911 para pedir una ambulancia y que, aparte del personal médico (también en un vehículo enorme), se plante frente a tu casa un camión de bomberos, por si las moscas.
Hace unos años, durante la oleada de protestas de #DefundThePolice, algunas voces señalaron que, si alguien quería encontrar un departamento municipal con presupuestos desmesurados, prácticas obsoletas, productividad nula y efectividad dudosa (porque en Estados Unidos muere más gente en incendios por cápita que en cualquier país europeo), quizás habría que echar un vistazo a los bomberos.
Chiringuitos
Pero claro, hay el pequeño inconveniente de que los bomberos están sindicalizados, tienen contratos laborales increíblemente generosos (y con cláusulas que garantizan salarios altísimos con pocas horas extra), y son héroes. La mitología/propaganda de bomberos heroicos poniendo su vida en riesgo (con cascos inútiles pero muy icónicos) tras el 11-S ha calado muy fuerte en la mentalidad americana, y Dios nos libre de sugerir que estos Übermensch tengan que ver cualquier clase de recortes. Si dicen que quieren camiones enormes porque así salvan a gente en peligro mejor, aunque cuesten millones de dólares y exijan que cualquier calle sea tan ancha como una autovía, se les compran camiones. Y si están cobrando $100.000 al año en horas extraordinarias mientras insisten en no contratar a más personal, pues aplaudes y callas.
No sería la primera vez que un político que los critica demasiado descubre que, en su distrito, los bomberos y policías deciden tomarse su tiempo para responder a emergencias.
En fin, otra de esas historias que vemos a menudo en rincones de las administraciones públicas americanas. Los bomberos son un cuerpo de funcionarios con prácticas obsoletas, protecciones laborales absurdas y presupuestos descomunales, que insisten en hacer las cosas igual que hace cincuenta años, a pesar de que cuestan más dinero y funcionan peor. Muchos departamentos son auténticos cortijos aislados de la realidad (el NYFD aprobó su primera normativa contra el nepotismo en 2021), con políticas de personal más parecidas a una película de mafiosos que a otra cosa. Y en el caso de Nueva York, increíblemente corruptos, con un cuerpo de inspectores aficionado a pedir sobornos para “ayudar” a certificar la seguridad de edificios.
Estados Unidos es tan rico que puede permitirse tener esta clase de agencias fundiéndose montañas de dinero, pero no deja de ser irritante.
Bolas extra
Trump lleva varios días insistiendo que quiere anexionar Canadá, Groenlandia y el canal de Panamá. No parece que esté bromeando.
En octubre del 2024, un 39% de americanos decían que su situación financiera era mejor que hace cinco años, por un 45% que decían que había empeorado. Un mes después, el 45% respondía que su situación había mejorado, comparado con un 41% que vivía peor. Quizás la economía vivió un boom enorme durante ese mes. Lo más probable, como señala Krugman, es que un montón de republicanos han cambiado de opinión tras las elecciones.
El sector más radical de los republicanos en Wyoming controla el legislativo estatal. Qué puede salir mal.
Al final no hubo cierre del gobierno federal. El Presidente Musk se conformó con algunos recortes aleatorios, y los republicanos en el congreso pasaron de Trump en sus demandas de eliminar el techo de la deuda. Los demócratas aceptaron los cambios sin llorar demasiado.
Barcelona utilizó durante años un modelo derivado de los cascos “Adrian” a la francesa; mi abuelo, que fue bombero de Barcelona, tenía uno por casa.
Y en Madrid, igual que en muchos otros lugares, para alcanzar edificios altos usan una cesta, que puede llegar a 70 metros. No hay ningún camión que te sirva para rascacielos.