El idealista
La primera aparición mediática de Charlie Kirk fue en Fox Business, en abril del 2012. Acababa de publicar un artículo de opinión en Breitbart, una primeriza página de ultraderecha editada entonces por Steve Bannon. En el texto, el joven Charlie argumentaba con vehemencia que los libros sobre economía que le forzaban a leer en las clases del instituto estaban llenos de propaganda progresista, como evidenciaba el hecho de que uno de sus autores era (el premio Nóbel de economía) Paul Krugman.
El artículo es, como uno espera de un panfleto como Breitbart, una agonía de quejidos mediocre, con el victimismo habitual sobre “adoctrinamiento” y “guerra de clases”1 que incluso en el 2012 era un topicazo de la derecha americana. Pero entre tener algo publicado y salir en televisión, Kirk fue invitado a dar una charla a una universidad cercana. En la audiencia había un tal Bill Montgomery2, un tea partier que se quedó impresionado por su carisma y le animó a dedicarse al activismo político. Un mes después formaban Turning Point USA.
El emprendedor
Los contactos de Montgomery le sirvieron para que le invitaran a la convención republicana a los pocos meses, como una de las “voces de los jóvenes”. Kirk consiguió una reunión con Foster Friess, un mega-donante del partido, que quedó muy impresionado con el chico, y decidió financiar su organización. Turning Point empezó a gastarse cantidades ingentes de dinero en movilizar estudiantes conservadores en campus americanos y cantidades aún más enormes de dinero en promocionar la figura de Kirk como la voz de la juventud indignada en América (y atraer más donaciones). En pocos años, Turning Point era el típico chiringuito de emprendedor político americano, con un líder carismático bien pagado, una modesta base social, y varios patronos financiando campañas.
El gran golpe de suerte para Kirk, como a muchos activistas de su cuerda, llegó el 2016. Las primarias habían dejado al partido republicano dividido, con gran parte de sus think tanks e intelectuales horrorizados de que Trump fuera camino de la nominación. Aunque Kirk no empezó como un trumpista, sus reparos morales eran mucho menores que su sed de gloria, y se las apañó para que le dejaran dar un discurso en la convención que nominó a Trump candidato. Durante los meses siguientes, su relación con la familia Trump fue derivando en el lamentable baboseo al amado líder que tanto parece agradar al patriarca, y rápidamente se convirtió en uno de los grandes portavoces del movimiento MAGA.

El líder
Tener acceso al presidente y sus hijos, por supuesto, es la clase de desarrollo profesional que sueña todo emprendedor político. Turning Point USA creó un comité de acción política (una ONG opaca para hacer publicidad política) que rápidamente atrajo toneladas de dinero. Kirk fue nombrado presidente de otra ONG llamada Students for Trump, que recaudó sacos de pasta para movilizar estudiantes universitarios. Durante la campaña del 2020, estas organizaciones le hicieron inmensamente rico e influyente, a pesar de que Kirk realmente no tenía ni idea sobre cómo hacer campañas.
Por supuesto, Trump perdió esas elecciones. Muchos republicanos, cuando el presidente empezó a cuestionar los resultados, le dieron la espalda. Kirk no. El tipo adoptó y amplificó todas las teorías de la conspiración sobre el “robo” electoral, incluso liderando protestas en Arizona. El 6 de enero del 2021, fletó decenas de autobuses para acudir a las protestas, y ayudó a organizar el infame mitin de Trump en el que animó a los asistentes a marchar sobre el Capitolio.
El papel de Kirk organizando la insurrección ese día no está claro. Cuando fue llamado a declarar en el Congreso, se acogió a la quinta enmienda y se negó a responder preguntas. Su aprecio por la democracia, el debate, y las instituciones representativas, no obstante, es más que dudoso.
Tras el intento de golpe, Kirk fue uno de los pocos activistas conservadores que nunca renunciaron a Trump. Su retórica y posiciones políticas esencialmente se convirtieron en la voz del trumpismo, y con una audiencia fiel y dedicada. Tras el patético, lamentable fracaso del partido republicano para sacarse de encima a Trump, y el triste espectáculo de una administración Biden incapaz de llevarle ante la justicia, Kirk estaba en primera fila cuando el presidente tuvo su fulgurante resurrección política. Su influencia, fama y fortuna llegaron a su zénit tras su reelección, con Kirk arrogándose el mérito de haber liderado el vuelco del voto joven masculino a las filas republicanas3.
Asesinato
Ayer por la tarde, Charlie Kirk estaba dando una charla en una universidad en Utah cuando fue asesinado por un francotirador con un disparo al cuello.
Y ahora es cuando tengo que decir que TODA violencia política es completamente inaceptable, y que esto nunca debería haber sucedido. Ni Charlie Kirk, ni nadie, debe ser asesinado o víctima de violencia por sus ideas políticas. Nada de lo que diré a continuación es un “pero”. No obstante, es importante explicar el contexto de este asesinato, y para ello es obligado explicar quién era Charlie Kirk y el movimiento político del que formaba parte.
La política
Como os podéis imaginar, la tormenta política ha sido inmediata. La condena, desde el partido demócrata, ha sido completamente unánime. Los medios de comunicación generalistas han expresado su inmediato rechazo. El NYT, de forma excepcional, ha publicado a las pocas horas un sentido editorial sobre el tema. MSNBC ha despedido de inmediato un comentarista que ha hecho un chiste malo sobre el asesinato en antena. Zohran Mamdani ha dado un sentido discurso de condolencia.
El partido republicano, mientras tanto, ha procedido a culpar inmediatamente a la izquierda, empezando por el presidente. Ha hablado de Kirk como un “mártir” y víctima del terrorismo. Las banderas en todo el país ondearán a media asta en su honor.
El sector montañés del partido, han ido más allá. Stewart Rhodes, condenado por sedición a décadas de cárcel por el asalto al Capitolio e indultado por Trump hace unos meses, anunciaba que volverá a formar una milicia para “proteger” a los suyos. Ed Martin, un trumpista que trabaja llevando indultos en el Departamento de Justicia, ha citado la Biblia, diciendo “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” en Twitter. Elon Musk decía que “la izquierda es el partido del asesinato”. Laura Loomer, una conspiranoica muy cercana a Trump4 dice que “la izquierda es terroristas”5. Y los comentaristas de Fox News no se están quedando atrás.
Estas no son figuras marginales. Musk trabajó en la Casa Blanca. Loomer se reúne con Trump a menudo. Ed Martin es un cargo en el gobierno. Rhodes fue indultado por Trump. Todos ellos están diciendo abiertamente, sin pruebas (porque no tenemos ni idea quién es el asesino) que la culpa del homicidio es de la izquierda, y están pidiendo venganza.
Hace unos meses, en Minnesota, un chiflado de ultraderecha disfrazado de policía asesinó a una legisladora estatal y su esposo en su casa, e hirió de gravedad a un senador estatal y su mujer.
Mike Lee, senador republicano por Utah, echó la culpa a los “marxistas” en varios tweets mofándose de ellos. Blaze, la página de Glenn Beck (ahora un trumpista entusiasta) entrevistaba al jodido asesino hace apenas un mes buscando exculparle. Trump se negó a llamar al gobernador del estado para darle el pésame, a pesar de que las víctimas eran amigos íntimos suyos, ni se molestó en acudir al funeral. Ni hablar de banderas a media asta ni dar un discurso ni medio sobre lo sucedido.
Nadie en la izquierda, nadie, salió pidiendo venganza. Nadie habló del temor de que algún idiota decidiera “devolver” el asesinato. Hoy, todo el partido republicano parece estar pidiendo sangre, y desde luego, hay motivos más que suficientes para creer que puede haber más violencia.
E, insisto, no tenemos ni idea sobre quién mató a Kirk. La asimetría entre ambos bandos es tremebunda.
Años de plomo
Sobre qué sucederá ahora, no tengo ni la más remota idea. Siempre me gusta recordar (y llevo años haciéndolo) que las sociedades occidentales, durante las últimas décadas, han sido no pacíficas, sino anormalmente pacíficas. En la década de los setenta, en Europa tuvimos cada año entre 250 y 400 muertes en atentados terroristas, porque el continente estaba plagado de grupos radicales ultras chiflados. Esa violencia se mantiene alta en los ochenta, y empieza a caer la década siguiente. Desde 1995, hemos tenido unas cifras de muertes por violencia política increíblemente bajas, tanto en Europa como Estados Unidos. Hemos visto algunos atentados terroristas horribles (11-S, 11-M, Bataclan…), pero nada comparado con la violencia constante de décadas anteriores.
Mi temor, y creo que no es infundado, no es tanto que Estados Unidos se deslice hacia un conflicto civil, pero sí hacia una versión postmoderna de los años de plomo italianos o el pistolerismo de principios de siglo XX. Un goteo constante de violencia política descentralizada, sin sentido ni coherencia, que no hace más que polarizar aún más el sistema político. El equivalente americano sería la absoluta locura que fueron los finales de los años sesenta en Estados Unidos, que terminaron por llevar a Richard Nixon al poder.
La diferencia, en este caso, es que el inquilino de la Casa Blanca no dudará en usar esa violencia para empujar el país hacia el autoritarismo.
Buscando al asesino
Sobre encontrar al asesino, tres notas al azar. El FBI forzó la salida hace unos meses a la jefa de su oficina en Utah, Mehtab Syed, sin motivo aparente. Nacida en Pakistán, era una de las mayores expertas en terrorismo de toda la agencia. La administración Trump ha nombrado como jefe de la unidad de prevención antiterrorista a un tal Thomas Fugate, un tipo de 22 años recién salido de la universidad y con amplia experiencia de becario en la Heritage Foundation. Esta es su foto de perfil en LinkedIn:
Finalmente, como parte de sus esfuerzos para deportar a tantos inmigrantes como sea posible, un 45% de los agentes del FBI están ayudando a ICE en sus redadas, incluyendo a casi toda la unidad antiterrorista. Los líderes de la agencia han hablado explícitamente que investigar grupos extremistas es un ataque a la libertad de expresión. También han despedido a esencialmente a todos los agentes que trabajaron en la investigación del asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021.
Buena suerte.
El legado de Charlie Kirk
Para terminar, algunas notas más sobre Charlie Kirk y su obra.
Kirk creía que la empatía era un invento new age, no un valor occidental. Kirk defendió que el hombre que intentó asesinar al esposo de Nancy Pelosi debía ser puesto en libertad. Kirk insistió, tras una masacre en una iglesia, que “vale la pena” tener algunas muertes por arma de fuego como coste de mantener la segunda enmienda. Kirk (insisto) ayudó a organizar las movilizaciones previas del asalto al Capitolio del 6 de enero. Kirk se oponía al aborto en todos los casos, incluso tras violación. Kirk era un férreo antifeminista, alguien que defendía abiertamente la sumisión de la mujer y era contrario a cualquier método anticonceptivo. Kirk se oponía a la ley de derechos civiles de 1964 y creía que Martin Luther King era mala persona. Kirk se oponía al matrimonio homosexual. Kirk era un integrista religioso.
Charlie Kirk era uno de los líderes intelectuales del trumpismo. Sus ideas son las ideas del movimiento político que gobierna Estados Unidos. Era alguien increíblemente influyente, y sus ideas van a pervivir durante muchos años tras su muerte.
Recordatorio:
De aquí a final de mes, os podéis suscribir a Four Freedoms por sólo $30 al año, un 40% de descuento. Entre todos los suscriptores de nueva hornada, la editorial sorteará cinco copias de “Por qué se rompió Estados Unidos.”
Si os preguntáis de dónde viene eso de ser un “emprendedor político”, lo explico todo muy bien.
Nadie habla más sobre guerra de clases que la derecha americana, por cierto. Es el único sitio donde escuchas teoría marxista (mal explicada) en este país.
Montgomery murió de COVID el 2020, a los 80 años. Turning Point tuvo que borrar un tuit donde se mofaba de los que usaban máscaras para protegerse de la pandemia.
El talento político de Kirk es innegable, y no dudo que tuviera algo que ver. No es casual, por cierto, que empezara su carrera en Breitbart, el motor originario del Gamergate y la política machista-reaccionaria americana.
Es un rumor, es un rumor.
Loomer detestaba a Charlie Kirk hace apenas unos días, pero vamos.
Nota: explicar la vida y pensamiento de alguien es eso, explicar la vida y pensamiento de alguien. No vamos a decir que alguien hizo o era otra persona porque le han asesinado.
Y NADA justifica un asesinato. NADA.
Un artículo que necesita aclarar explícitamente que “nada de lo que diré a continuación es un pero” y, acto seguido, arranca con un “No obstante”, ya se delata a sí mismo. Bajo la apariencia de contexto, el articulo acaba construyendo una narrativa que difícilmente puede interpretarse de otra manera que como una justificación implícita del asesinato por sus ideas políticas. Además, centrar la descripción únicamente en las ideas más extremas de Kirk no es ofrecer todo el contexto, sino una versión parcial de la persona. Llevo mucho tiempo siguiéndote y, como muchos lectores, discrepo a menudo de tus planteamientos, pero en este caso creo sinceramente que te has equivocado.