Vacunando un país
Cuando un movimiento político abraza el nihilismo. Además, notas sobre Cuba.
Cada año la American Conservative Union, una de las organizaciones más activas dentro del movimiento conservador americano, organiza la CPAC (Conservative Political Action Conference), unas conferencias / alegres jornadas de agitación social para republicanos y fans del partido.
Es difícil decir si CPAC siempre fue una especie de broma o un lugar donde el sector más enajenado del GOP salía a pasear. Desde que recuerdo, siempre ha sido una conferencia donde se combinan oradores incendiarios, legisladores republicanos sedientos de publicidad, candidatos presidenciales y presidentes en ejercicio. Fue en la edición inaugural de CPAC en 1974 donde Ronald Reagan habló por primera vez de la “shinning city upon a hill”, y es en CPAC donde se han coronado algunos líderes del partido. En años recientes, no obstante, la conferencia se ha trumpificado progresivamente, y cada vez parece haber más ponentes y oradores enloquecidos.
Digo esto para poner en perspectiva videos como este, donde alguien dice en una mesa redonda que Estados Unidos está fracasando en su campaña de vacunación contra el COVID… entre los vítores de alegría del público:
El personaje que está hablando, si no ando equivocado, es Alex Berenson, uno de los negacionistas de COVID más famosos y más estúpidos del país. Y ahí lo tenemos, en el centro del debate político republicano, alegrándose de que millones de americanos hayan decidido seguir expuestos a una pandemia letal.
Porque Estados Unidos tiene un pequeño problema. Este es el porcentaje de población de cada estado que ha recibido al menos una dosis de la vacuna:
En un extremo tenemos los sospechosos habituales de gobierno más o menos racional, Nueva Inglaterra, donde todos los estados andan muy por encima de la media, o en el caso de Massachusetts y Vermont (ambos con gobernadores republicanos, por cierto) por encima del 70%. En el otro extremo tenemos, como de costumbre, a los estados de la vieja confederación, con algunos incluso por debajo del 40% de inmunizados.
En Estados Unidos, en el fondo, todos los mapas son el mismo mapa, o casi.
Como de costumbre, estas cifras tienen además el conocido componente fractal en la política americana. Si te pones a mirar los datos por condados en vez de estados en agregado (disponibles aquí), uno puede trazar dónde están las ciudades y reservas indias (zonas de voto demócrata) sólo con ver los porcentajes de vacunación.
El motor de esta politización es, como era de costumbre, Fox News y la mediocracia conservadora adyacente. Cada noche Tucker Carlson y Laura Ingraham, en sus programas de “opinión” de una hora de duración en prime time, cuestionan la seguridad, validez y necesidad de las vacunas contra el coronavirus. Cada día demonizan como “comunismo” las estrategias de la administración Biden para animar a la gente a vacunarse. Cada día sus conspiraciones, paranoias e insidias se esparcen por las redes sociales, son repetidas en los medios, podcasts y demás del aparato mediático del GOP.
Y así estamos, con zonas del país con incidencias y hospitalizaciones disparadas porque han reabierto casi por completo, pero no llegan ni a un 30% de vacunaciones.
Por supuesto, esta oleada de COVID no será tan letal como las anteriores. Aunque muchas zonas conservadoras tienen porcentajes de inmunización bajos, los mayores de 65 años en casi todas partes sí se han vacunado (aunque en lugares del sur incluso estos grupos andan por debajo de 60%). En alguno de los estados que menos vacunas han puesto (como las Dakotas) tuvieron una oleada de infecciones tal que incluso pueden llegar a la inmunidad de grupo por las bravas. Pero Estados Unidos parece que seguirá con cientos de muertes diarios durante todo el verano camino del otoño, a pesar de que tienen dosis suficientes desde hace meses para prácticamente erradicar la enfermedad.
Lo que me parece fascinante de todo este sarao es el papel de News Corp. y Rupert Murdoch. En Estados Unidos, su medio de cabecera, Fox News, está poco menos que saboteando la campaña de vacunación. En el Reino Unido, sus tabloides están haciendo campaña en dirección contraria. En un país hace una cosa para atacar al gobierno, en otro, hace la contraria sobre el mismo tema para ayudar a un primer ministro de su cuerda.
El cinismo de Murdoch es conocido, sin duda, pero no deja de ser extraordinario.
Nota rápida sobre Cuba
Las protestas en Cuba contra la dictadura castrista son relevantes y significativas, pero no voy a meterme demasiado en ellas. De política cubana sé relativamente poco, pero detesto profundamente tanto el régimen, una dictadura brutal e incompetente, como el persistente romanticismo de cierta izquierda que no ven maldad alguna en esta tiranía.
Lo interesante será ver, si se sostienen, cómo afectarán a la política americana. Por un lado, vamos a tener al partido republicano en bloque, que lleva meses llamando comunistas-castristas-socialistas a Biden y los demócratas, acusarles de debilidad, falta de energía, y simpatías por los tiranos. Por otro vamos a tener una administración Biden que es (por muy buenos motivos) profundamente cautelosa en meterse en cualquier jardín intervencionista, y aún más en un lugar como Cuba, donde Estados Unidos lleva fracasando sin cesar desde hace seis décadas.
Cualquier intervención en Cuba sería, posiblemente, entre estúpida y contraproducente. Pero dada la importancia del voto cubano en Florida y la creciente debilidad de los demócratas con el voto latino, es muy posible que a alguien en el Pentágono o Foggy Bottom se le ocurra una idea “genial” y acaben empeorando las cosas.
Lo mejor que le puede pasar a Cuba es que se libren de la dictadura ellos solos, sin la ayuda de nadie. Esperemos que sea así.
Bolas extra:
Un nuevo movimiento trumpista teocrático está ganando influencia en el GOP. Porque qué puede salir mal.
Ashli Babbitt, la mujer que murió de un disparo durante el asalto al capitolio el seis de enero mientras intentaba reventar la puerta de la cámara de representantes, se está convirtiendo en una mártir del trumpismo.
Trump está repitiendo abiertamente teorías de la conspiración sobre el asalto, pidiendo que se haga público el nombre del agente que la mató. El GOP está, cada vez más, justificando el asalto.
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