Se ha hablado mucho, tanto en este boletín como en otros medios, de lo difícil que resulta cubrir a un político como Donald Trump. La mayoría de gobernantes suelen hacer cosas como evitar cometer actos ilegales o protagonizar escándalos éticos indefendibles. Cuando son cazados, suelen sentir cierta vergüenza sobre ello, porque entienden que pueden ser impopulares. Quieren dar la mejor imagen posible a los votantes, porque entienden que hay actos que son inaceptables.
La administración Trump no tiene ninguna de estas preocupaciones. Dan toda la impresión de ser incapaces de ni siquiera entender que algo puede ser ilegal o inmoral, no tienen el más mínimo sentido del ridículo cuando son criticados, y les importa un comino lo que piense nadie sobre una burrada particular que hayan cometido, más que nada porque van a perpetrar siete u ocho similares al día siguiente.
Como muestra, aquí tenemos un pequeño ejemplo de todo lo que salió de esta administración únicamente este sábado 20 de septiembre del 2025:
Trump da órdenes a la fiscal general que ataque a sus enemigos
En un comentario en Truth Social, Trump dio órdenes explícitas a Pam Bondi, la fiscal general, de que acusara a varios oponentes políticos de delitos variados.
Esto sería, ya de por sí, un escándalo colosal en cualquier otro año; Richard Nixon fue forzado a dimitir, en parte, porque se hicieron públicas cintas en las que hacía comentarios parecidos a sus asesores. Trump lo ha colgado en internet, sin más. Según Rolling Stone, Trump estaba intentando enviar un mensaje privado a Bondi, pero lo puso accidentalmente en público. Su equipo, en vista de que ya lo había visto todo el mundo decidió dejarlo y hacerlo oficial.
La historia, sin embargo, es aún peor. El fiscal que referencia que no hizo nada es Erik Siebert, que estaba a cargo del distrito de Virginia hasta el sábado. Siebert era el encargado de investigar a Laetitia James, fiscal general de Nueva York, y James Comey, exdirector del FBI, por “delitos” de corrupción (algo sobre hipotecas y mentir al congreso, respectivamente). Ambos casos eran puros pretextos, y Siebert, que era un abogado de carrera en el Departamento de Justicia, dijo a la Casa Blanca que no había nada. Trump amenazó con echarle; Siebert dimitió el viernes.
Lindsey Halligan es quien Trump va a nombrar ahora para el cargo. Es otra exabogada de Trump (llevó el caso de los documentos secretos que se llevó como suvenir). Nunca ha ejercido de fiscal. Ahora mismo es asesora en la Casa Blanca, con el encargo de limpiar a los museos del Smithsonian de ideología woke. Tampoco ha llevado nada de museos en su vida, pero qué más da.
Aceptando sobornos, cerrando investigaciones
Tom Homan es “zar fronterizo” de Trump, el encargado de llevar a cabo la enorme oleada de deportaciones indiscriminadas que prometieron durante la campaña. El sábado se hizo público que, seis meses antes de las elecciones del 2024, fue grabado por agentes del FBI pidiendo y aceptando un soborno de $50.000 en efectivo a cambio de contratos con la administración Trump. Los agentes federales lo estaban investigando tras recibir como mínimo un chivatazo de que Homan iba por ahí pidiendo dinero como un loco, así que montaron una operación con agentes haciéndose pasar por empresarios a ver si lo cazaban.
Esto quiere decir que no es que haya grabaciones, es que tienen que ser estupendas. Porque el FBI tiene buenos realizadores.
La administración Biden, que estaba en el poder cuando esto sucedió, no filtró absolutamente nada del caso, porque en un país normal el fiscal general no hace público nada hasta que no lo llevan a los tribunales. Lo que hicieron, con buen criterio, fue avisar a la fiscal entrante y a la Casa Blanca que Homan estaba pidiendo sobornos y recaudando pasta a manos llenas. La respuesta de la administración fue… cerrar la investigación, y nombrar a Homan precisamente para el cargo en el que había prometido utilizar su influencia.
La Casa Blanca está diciendo que todo es un montaje y un ejemplo de cómo la administración Biden usó la fiscalía contra sus enemigos. Cosa que tiene mérito, ya que no ha salido a la luz hasta ahora, diez meses después de las elecciones.
Censura previa en el Pentágono
El Departamento de Defensa (apodado cariñosamente “departamento de la guerra” por esta administración) ha publicado un memorándum detallando los estándares que deben seguir los periodistas si quieren informar sobre cualquier cosa que suceda en el Pentágono. Los medios, a partir de ahora, deberán pedir autorización previa para publicar cualquier noticia. De lo contrario, se les prohibirá cualquier acceso al Departamento de Defensa.
Esto de tener que pedir a la autoridad militar competente que revise lo que has escrito antes de ponerlo en un periódico o informativo creo que tiene un nombre. No sé.
El impacto de esta medida, al menos, será limitado. Los periodistas se pasaron el domingo escribiendo noticias como “fuentes del Pentágono ridiculizan el plan de Hegseth”; nadie se toma al expresentador de Fox News en serio. Por mucho menos que esto, no obstante, han forzado la dimisión de gente en este puesto. No con esta tropa.
Vendiendo TikTok a amiguetes
Antes de las elecciones, el Congreso de los Estados Unidos aprobó por amplísimas mayorías (352-65 en la cámara de representantes, 79-18 en el senado) una ley para prohibir TikTok en Estados Unidos si permanecía en manos del gobierno chino. El Tribunal Supremo refrendó la ley de forma unánime.
Trump llegó al poder y decidió que no iba a aplicarla. Sin más. TikTok siguió operando como antes.
Tras varios meses de negociación, el sábado la administración finalmente anunció la venta de TikTok a un consorcio de inversores americanos. Los afortunados propietarios incluyen a Larry Ellison (Oracle, superfan de Trump), Lachan Murdoch, y unos cuantos amigotes del régimen más. El gobierno chino (ByteDance, que es una fachada) será un socio minoritario. No está claro quién controlará el algoritmo, pero es lo de menos. Las cuatro redes sociales más populares del país (Twitter, Instagram, Facebook y TikTok) están en manos de aliados de Trump. Si esto no os parece preocupante, debería.
Trump quiere volver a invadir Afganistán
El presidente Trump amenazó a Afganistán con “cosas muy malas que van a pasar” si no entregan la base aérea de Bagram a quienes la construyeron, Estados Unidos de América.
Dejando de lado que Bagram fue construida por la Unión Soviética a principios de la guerra fría, es como poco extraño que este señor esté, una tarde de sábado, pidiendo a gritos volver a un país en el que no sólo Estados Unidos perdió una guerra, sino que además la retirada fue idea suya.
Y que conste, salir de Afganistán era buena idea. Es de las mejores medidas de la primera administración Trump.
Sainete con visados
El viernes por la tarde la Casa Blanca anunció que cualquier persona que quiera obtener o renovar un visado H1B debería pagar una tasa de $100.000.
Dejemos de lado de que esto es completamente ilegal. Las leyes de inmigración son una chapuza insensata en un día bueno, pero dejan muy claro que las tasas que cobra USCIS no son recaudatorias, y sólo deben reflejar el coste para la agencia de tramitar el papeleo. Trump no puede imponer una tasa así por decreto, y cuando esto acabe en los tribunales será invalidado con toda seguridad, como mínimo hasta que el Supremo decida cambiar el significado de la palabra “coste”. Las H1B son, seguramente, los visados más importantes del sistema de inmigración americano, que se utilizan para permitir la entrada de inmigrantes cualificados en sectores punteros.
Para daros una idea de su importancia: Sergey Brin, fundador de Google, Elon Musk, fascista ocasional e ingeniero, Satya Nadella, CEO de Microsoft, Sundar Pichai, CEO de Google, y esencialmente cualquier premio Nóbel que está en una universidad americana entró en el país con una H1B. Silicon Valley importa los mejores ingenieros del mundo con esta visa. Es un componente absolutamente esencial del sistema de I+D americano.
La respuesta de todas estas empresas fue, obviamente, pánico desatado (aunque nadie se quejó en público, que ya se sabe que Trump se molesta y…), reclamando a la Casa Blanca algo de claridad sobre el asunto. La orden presidencial estaba tan mal redactada que gente con una H1B que quisiera volver a entrar al país tenía que pagar $100.000, y lo mismo cuando tuviera que renovarla cada año. Ayer sábado, la administración aclaró que el cambio sólo iba a afectar a nuevos visados.
Sabemos, porque hay investigación académica al respecto, sobre qué efectos tendrá esta medida: crear mucho empleo fuera de Estados Unidos. Silicon Valley hará su I+D en La India, Canadá, o donde puedan, pero no en California.
Epílogo: odiando a sus enemigos
En el funeral de Charlie Kirk, Donald Trump declaraba lo siguiente:
“Charlie Kirk no odiaba a sus oponentes. Quería lo mejor para ellos. Aquí estoy en desacuerdo con Charlie. Yo odio a mis oponentes, y no quiero lo mejor para ellos.”
Qué gran mensaje de unidad, reconciliación, democracia, y amor por el debate, sin duda. Dejando de lado el detalle de que, como recuerda David Corn, Kirk pidió el 2023 la ejecución de Joe Biden.
El funeral ha sido solemne. Mirad qué fuegos artificiales:
Bola extra:
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