No voy a escribir demasiado sobre la noticia de que Trump va a ser formalmente acusado de más de una docena de delitos ante un tribunal del estado de Nueva York, más que nada porque escribí un montón sobre ello la semana pasada y no quiero repetirme.
Aun así, hay unas cuantas cosas que merecen un breve comentario, dado que esta noticia va a dominar la agenda política americana los próximos días.
Para empezar, dejadme aclarar la figura del gran jurado, que es quien ha decidido realmente sobre esta acusación. En Estados Unidos, la “instrucción” de los casos (esto es, la investigación) la lleva la fiscalía, no un juez. En casos importantes como este, sin embargo, el fiscal no decide en solitario, sino que tiene que presentar sus pesquisas y actuaciones ante un Gran Jury que es quien vota autorizarlas. Los miembros de este jurado no son magistrados, sino veintitres ciudadanos comunes a los que les ha caído el marrón de supervisar la investigación de un caso. Es decir, Alvin Bragg, fiscal de distrito de Nueva York, ha ido presentando pruebas, y el jurado es quien le ha autorizado a que presente cargos ante el juez.
Este no es un sistema perfecto. La opinión general sobre los Grand Juries es que un buen fiscal tiene suficiente control sobre el proceso (y la defensa poca voz en este) como para conseguir escritos de acusación sobre prácticamente cualquier cosa. Es mucho más fácil llevar a alguien a juicio que ganar un juicio con dos partes representadas en igualdad y un juez que te puede enviar a pastar si tus teorías legales sobre qué es delito son demasiado descabelladas. No obstante, la acusación contra Trump es más significativa que un fiscal electo (porque Bragg fue escogido por los votantes, no es un funcionario de carrera) con ansias de gloria; un Grand Jury no es ningún chiste, y el caso va incluir una montaña de pruebas y evidencia difíciles de ignorar.
Segundo, ahora mismo nadie sabe nada sobre el contenido de la acusación, aparte del fiscal, los miembros del gran jurado, y cuatro tipos en las oficinas del juez que llevará el caso. Cualquier análisis sobre la gravedad de los cargos es prematuro. Trump se entregará (dicen) a principios de la semana que viene, y entonces es probable que se levante el secreto de sumario y empecemos a ver más detalles (las investigaciones bajo Grand Jury son confidenciales).
Tercero, este es, insisto, el caso más sórdido y casposo a los que se enfrenta Trump, pero también el menos serio e importante. El siguiente Grand Jury del que se espera una acusación es el que investigaba los intentos de manipular los resultados de las elecciones en Georgia, y ese sí que es por un delito grave. Y por supuesto, queda todo el maldito golpe de estado que montó el 2020.
Cuarto, y más importante, creo que vale la pena mencionar la reacción de los compañeros de partido de Trump, porque ha sido, con contadas excepciones, lamentable. Empecemos por Ron DeSantis, alguien que, en teoría, quiere disputar a Trump la nominación republicana por la presidencia:
Aparte de que el muy pagafantas tiene eso de Twitter Blue, DeSantis está defendiendo a Trump. El GOP está tan lleno de merluzos que incluso aquellos que aspiran a derrotar al ex-presidente en las urnas responden a la noticia de que será acusado de delitos en los tribunales no ya lamiéndole las botas profusamente, sino empezando por la suela.
La reacción de DeSantis, sin embargo, es menos patética que la de Mike Pence, alguien que se supone está intentando ganar esas mismas primarias y al que Trump envío una masa enfurecida para que lo lincharan delante del Capitolio el seis de enero:
El auténtico campeón de la imbecilidad militante de la noche, sin embargo, no ha sido un político, sino el comentarista más influyente de Fox News, cínico desaforado y hipster del fascismo moderno, Tucker Carlson. Este es el experto al que ha invitado a su programa líder de audiencia para analizar el asunto:
El señor de la derecha es Rod Blagojevich, ex- gobernador de Illinois que fue pillado (y grabado) intentando vender el escaño del senado de Barack Obama, literalmente, al mejor postor allá por el 2009. Fue condenado a catorce años de cárcel por 17 delitos federales (sobornos, corrupción, etcétera, etcétera); salió de la cárcel tras sólo pasar ocho años en prisión, ya que Donald Trump le conmutó la sentencia.
Tucker Carlson realmente cree que sus espectadores son idiotas que sólo merecen su desprecio. No hay otra explicación.
A pesar de que debería estar acostumbrado al disparate que supone en USA todo lo que tiene que ver con Trump y su influencia sobre el GOP, me sigue dejando perplejo la realidad. Da verdadero
miedo.
Usted estima que todo este asunto sera un impulso para los republicanos para el 2024 o todo se desinflara con el tiempo y quedara en nada? También la economia tendra mucho peso para esas elecciones y por lo visto en este trimestre, aun Biden tiene la mano firme en el timon.