El 10 de marzo del 2023 marcó el final del segundo periodo más largo sin una quiebra bancaria desde la introducción del seguro de depósitos, en 1933. Cuando la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) anunciaba el vienes la intervención del Silicon Valley Bank (SVB), hacía 867 días que un banco cerraba sus puertas. La noticia pilló a mucha gente por sorpresa, tanto por la rapidez como por el tamaño de la entidad afectada.
Un banco un poco especial
El SVB es un banco bastante joven y con un modelo de negocio un tanto peculiar. Nacido en el corazón de Silicon Valley a principios de los años ochenta, su estrategia principal era atraer depósitos de start ups que acababan de recibir inversiones de capital riesgo y manejar las cuentas y carteras de los fondos que las financiaban. Con los años, fue creciendo y abriendo sucursales en otros centros de innovación en Estados Unidos (Boston, Austin, Chicago, Raleigh..) y otros países, siempre con este modelo de negocio especializado.
Esto tiene varios efectos un tanto peculiares. Primero, las start ups que se financian con capital riesgo no suelen tener demasiados ingresos, pero sí suelen tener bastante dinero en efectivo para una empresa nueva; léase, las pequeñas montañas de dinero que reciben de sus inversores para operar. Dado que hablamos de un banco en Silicon Valley con muy buenas conexiones con el enorme sector de capital riesgo de la región, podemos hablar de varios millones de dólares con relativa facilidad.
Segundo, dado que es un banco más para empresas que para particulares, el SVB tiene un porcentaje muy pequeño de depositos y cuentas con menos de $250.000 de fondos; sólo un 7% de su cartera.
Esta cifra es importante, porque el seguro de depósitos bancarios en Estados Unidos cubre sólo hasta esa cifra. Esto quiere decir que un 93% de las cuentas del SVB no estaban garantizadas por el gobierno federal, y por lo tanto, están en riesgo tras su quiebra.
¿Cómo funciona un banco?
Un banco es, esencialmente, una empresa que convierte depósitos en préstamos. Cuando pones dinero en una cuenta corriente, el banco no lo mete en una caja fuerte y lo deja ahí muerto de risa hasta que vas al cajero a retirarlo. Lo que hace es coger ese dinero y prestarlo a otros clientes, sea dándoles una hipoteca, una tarjeta de crédito, o un préstamo para que abra un negocio. El banco gana dinero cobrando un tipo de interés más alto a sus deudores que a aquellos que tienen una cuenta corriente; el diferencial entre los dos tipos es la cifra más importante del balance de cualquier entidad financiera.
Esto parece fácil, pero es un negocio más arriesgado de lo que parece. Una cuenta corriente es, de hecho, un préstamo a muy corto plazo, ya que puedes retirar el dinero en cualquier momento (por eso da un interés pequeño o casi nulo). Pero para poder cobrar tipos de interés elevados, los préstamos del banco tienen plazos relativamente largos. Eso quiere decir que el dinero que “sale” no puede recuperarse con rápidez, si los depositarios del banco quieren sacar todo su dinero a la vez, el banco literalmente no lo tiene a mano. Los préstamos están flotando ahí fuera, en inversiones variadas, y sólo va a volver poco a poco, con intereses, según venzan los préstamos.
Terrores y pánicos
Un pánico bancario es lo que sucede cuando, por un motivo u otro, todos esos “pequeños prestamistas” que han dejado su dinero al banco en sus cuentas corrientes deciden sacar su dinero de golpe. Quizás han oído que el banco no tiene liquidez, y no tiene dinero para devolver fondos. O quizás creen que tiene un montón de préstamos fallidos, y es insolvente. En este caso, lo racional es ir al banco lo antes posible y sacar tu dinero ahora, porque todo el mundo sabe que si te esperas quizás cuando vayas al cajero ya haya quebrado, y lo pierdas todo. El término “pánico” es una descripción muy concisa del fenómeno; una vez empieza la oleada de desconfianza hacia una entidad, es muy difícil detenerla, hasta el punto que una entidad perfectamente solvente y estable puede ser destruida en un ataque de histeria.
Y sí, eso es lo que sucede en “Qué Bello es Vivir”:
En bancos normales, que suelen tener más o menos la mitad de sus depósitos asegurados por el FDIC, los pánicos bancarios son bastante inusuales. Esos clientes saben que el gobierno federal les garantiza que, no importa lo que suceda con su banco, no van a perder dinero.
El problema de SVB, claro está, es que no tiene esa “base” de clientes tranquilos que no temen perder su dinero; lo que tiene son un montón de empresas sin demasiados ingresos, y un puñado de fondos de capital riesgo con montañas de capital.
A mediados de la semana pasada, SVB anunció que iba a vender acciones para cubrir pérdidas en su cartera de negocios. El agujero no era demasiado grande: el banco había invertido un montón de fondos en bonos del tesoro a diez años a intereses bajos durante la pandemia, y un montón de hipotecas la mar de aburridas, pero que con la subida de tipos de los últimos meses habían perdido su valor.
Esto no tenía por qué ser un problema; sí, el valor de mercado había descendido, pero lo único que tenía que hacer el banco para recuperar su inversión era esperar que vencieran. Para un grupo de gestores de fondos de capital riesgo, no obstante, eso les pareció sospechoso. El miércoles, Peter Thiel (que sale en todas las películas estos días) anunció que iba a sacar todos sus fondos del banco y animó a todas las start ups que había financiado que hicieran lo mismo. El jueves, SVB perdió 42.000 millones de depósitos (de un total de 209.000 en activos), en lo que se puede describir como un pánico de libro. El viernes, los hombres de negro de la FDIC cerraban e intervenían el banco.
Un desastre casi normal
Lo interesante de esta historia es que, como dice Noah Smith, la quiebra de SVB es muy normal. Los pánicos bancarios son fenómenos relativamente comunes y conocidos, y el mecanismo detrás de este es muy familiar. La entidad se ha hundido casi exactamente como se describiría en un libro de texto. La única diferencia sustancial es el hecho que un pequeño número de clientes del banco probablemente provocaron el pánico sin querer, y el hecho que muchos de esos clientes que se han quedado son famosos, tienen mucho dinero, y llevan todo el fin de semana lloriqueando sin cesar pidiendo que el gobierno federal rescate el banco para que nadie pierda un céntimo de sus fondos, estén asegurados o no.
Así que toca hablar sobre qué sucede cuando la FDIC (o el Banco de España, o cualquier otro regulador) interviene un banco, porque aquí es cuando empieza lo divertido. A estas alturas, SVB ha sido esencialmente nacionalizado por las bravas; la FIDC crea otra entidad en su lugar al que le han sido transferidos todos sus depósitos. El lunes, este nuevo banco pondrá a disposición de los clientes de SVB la totalidad de los $250.000 que tenían asegurados. Para el resto del dinero, se les dará un certificado que da fe de esos fondos.
Durante todo el fin de semana, los reguladores van a estar haciendo dos cosas. Por un lado, van a mirar en detalle el balance de activos de SVB, para definir exactamente cuál es su valor en caso de venderlo. El dinero que recauden con ello será destinado primero a pagar los depositarios de fondos, que tienen la “deuda” más inmediata, después a acreedores, y en último lugar, si queda algo, a los accionistas. Lo más probable es que SVB tuviera activos suficientes para cubrir todos los depósitos, siempre y cuando la venta no fuera apresurada y en medio de un pánico, como sucedió la semana pasada. Esto es: es muy probable que todas esas start ups recuperen sus fondos, aunque quizás no de inmediato.
Por supuesto, si has tenido la mala suerte de darle un crédito al banco, es improbable que lo recuperes entero, y los accionistas van a perderlo todo. Como debe ser.
Mientras hacen esta cuenta, la FDIC estará hablando con otros bancos para intentar averiguar si alguien quiere comprar lo que queda de SVB. Por muchas pérdidas que tuviera la entidad, lo cierto es que SVB tiene varios activos increíblemente valiosos: una lista de clientes tremendamente atractiva, una infraestructura para trabajar con capital riesgo única, una fuerte presencia en un mercado con montañas de dinero, y (casi seguro) un balance un tanto extraño pero sin agujeros insalvables. A cambio de hacerse cargo de las pérdidas, la FDIC les colocará el banco por poco dinero (Washington Mutual, que era un poco más grande que SVB, lo colocaron por 1.900 millones), y nadie perdería un céntimo excepto los accionistas de SVB, que no verán un céntimo.
El proceso está bien regulado; SVB tiene la obligación legal de tener un plan escrito sobre su estructura y obligaciones en caso de quiebra, la FDIC hace esta clase de procesos con cierta regularidad, y es muy probable que antes del lunes sepamos quién se hará cargo del cadáver del banco.
Obviamente, no sabemos exactamente qué sucederá, y quizás queden algunas sorpresas. Quizás hay algún otro banco ahí fuera en problemas, y quizás SVB era más complicado de lo que parece. Pero mi primera impresión es que será un susto considerable para muchas empresas, pero me sorprendería mucho si va mucho más allá.
¿Por qué, entonces, todo este ruido?
Primero, y ante todo, porque los Peter Thiels y demás héroes del capital riesgo que se han pillado los dedos algo serio en SVB son la clase de gente que tienen muchos amigos muy poderosos en toda la prensa económica de Estados Unidos, y se han pasado el fin de semana llamando a todo Dios y tuiteando como locos. Este es un caso de libro de gente influyente lloriqueando, y cómo sus problemas son el centro del mundo.
Segundo, SVB era pequeño (el 16º del país), pero su cuota de mercado en start ups era abrumadora; más de la mitad de todo el capital riesgo fluía a través de ellos. Muchos de los grandes fondos del sector los utilizaban de forma exclusiva; si Marc Andreessen o Peter Thiel te daban veinte millones de dólares para construir una fábrica de Doritos inteligentes NFT en el metaverso, el dinero te lo ponían en una cuenta en SVB. Todo parece indicar que muchas start ups no habían tomado ninguna precaución para proteger sus fondos (tener reservas en otros bancos, o en bonos, o asegurados de algún modo) porque asumieron que sus inversores de capital riesgo sabían lo que hacían.
Tercero, todo apunta que gran parte del valor de SVB es que su especialización y relaciones hacían que fuera “más que un banco”; dado que todo el mundo en el mundillo trabajaba con ellos y conocían a todos, se había convertido en la opción por defecto. Tengo la ligera sospecha que la peña del club de genios del capitalismo se ha dado cuenta que han volado su banco por los aires de forma accidental y se sienten ligeramente culpables.
Cuarto, el hundimiento de SVB tiene mucho de fin de fiesta. El banco vivió durante años de las burradas de dinero que la burbuja de las tecnológicas trajo a fondos de capital riesgo y los enormes retornos de esos fondos, en parte gracias a los bajos tipos de interés. Cuando tras la pandemia la inversión en este sector cayó en picado y los intereses empezaron a subir, SVB se encontró que su modelo ya no era rentable. Su caída es la expresión más visible de la crisis del sector, que anda desesperado buscando cualquier cosa (¡metaverso! ¡cripto! ¡IA!) que les devuelva el mojo.
Ironía final
El congreso aprobó hace cinco años una reforma de la ley Dodd-Frank, el paquete de medidas aprobadas durante la administración Obama para prevenir crisis financieras. Entre los cambios se encontraba la eliminación de varias pruebas de estrés y controles a bancos “medianos”, que pasaron de cubrir a cualquier entidad con más de 50.000 millones en activos a bancos con más de 250.000 millones.
¿Qué entidad dedicó más dinero y lobistas que nadie a favor de eliminar todos esos controles? Silicon Valley Bank, que tenía algunos veteranos de Lehman Brothers en posiciones clave y sabía de lo que hablaban.
El récord de mayor intervalo de tiempo sin quiebras bancarias sigue siendo entre junio del 2004 y febrero del 2007, por cierto.
“muchas start ups no habían tomado ninguna precaución para proteger sus fondos” No conozco ninguna empresa que mire la capacidad crediticia de los bancos con los que opera para sus depósitos (otra cosa es el que compra bonos o acciones). En este caso en particular, al depositante no se les estaba pagando más que en otros bancos (el margen de interés va al equity). Es como decir que alguien no se suba un tren o avión sin saberse las especificaciones técnicas del modelo.
Al final lo han rescatado, por lo que dicen las noticias. ¿Algún comentario al respecto?