Ayer por Voz Populi publicaba un artículo sobre un problema recurrente de la planificación de infraestructuras española: la obsesión por construir variantes ferroviarias sin sentido alguno. En este caso, Figueres:
Figueres está, por esos azares de la geografía, en el camino tanto de la línea convencional que conecta Barcelona con Portbou y Cerbère, como de la línea de alta velocidad directa hacia Perpignan. Esto hace que esté excepcionalmente bien conectada con Barcelona por ferrocarril, con 29 trenes regionales por sentido por la línea clásica y 16 en alta velocidad. Ambos servicios tienen tiempos de viaje competitivos; los regionales más rápidos hacen el trayecto en menos de dos horas (comparable al coche, sin atascos), los servicios de alta velocidad en menos de una, conectando con toda la península. La estación de la línea convencional está cerca del centro de la ciudad, en superficie. La de alta velocidad, Figueres-Vilafant, está en las afueras, en una zona bastante apartada.
Vía Wikipedia, el Costa Brava en Figueres, en el año 2011. Renfe, por supuesto, hace años que no tiene coches convencionales en servicio.
Como sucede siempre que una línea de tren tiene una estación céntrica, buenos tiempos de viaje y frecuencias elevadas, Figueres genera mucho tráfico ferroviario. A pesar de ser relativamente pequeña, los regionales tuvieron casi 1,1 millones de viajeros el año pasado, una media de 3.000 al día, sólo en la línea convencional. Esto, en un municipio de este tamaño, a esta distancia de Barcelona, es una cifra excelente.
Los líderes locales, sin embargo, junto al habitual coro de llorones que no pueden tolerar tener que esperar a que se abra un paso a nivel, están convencidos de que la estación y la línea de tren son un problema, un incordio, un obstáculo. Así que, en un ejercicio de miopía temible, han convencido al ministerio para que les construya una variante que saque a los trenes del centro, dando un rodeo de casi cinco kilómetros para concentrar todos los servicios en Figueres-Vilafant, empeorando el servicio por el módico precio de 150 millones de euros.
En Figueres hay dos pasos a nivel.
No es la única, por supuesto. La variante de Cercedo es probablemente igual de mala idea, y costará muchísimo más dinero. A pesar de que sabemos que tiene un efecto claramente negativo en el servicio ferroviario (véase Salou o Cambrils, en el Corredor Mediterráneo) las seguimos planteando.
Soterrar vías es tirar dinero, pero al menos no empeoras el servicio. Esta clase de variantes son directamente contraproducentes.