Estos son varios sondeos recientes en los que se pregunta a los votantes sobre su voto en unas elecciones presidenciales entre Joe Biden y Donald Trump el año que viene:
Wall Street Journal: Biden 46 - Trump 46
Economist/YouGov: Biden 43 - Trump 44
Morning Consult: Biden 43 - Trump 42
Emerson: Biden 44 - Trump 46
Fox News: Biden 44 - Trump 41
La media de las encuestas (sin ponderar) en RCP tiene a Biden siete décimas por encima de Trump. Un 40% de votantes tienen una opinión favorable del presidente (-14 en total), por un 38% de Trump (-18).
Si recordáis las presidenciales del 2020, Biden necesita ganar el voto popular por más de tres puntos como mínimo para ser el ganador más probable en el colegio electoral, ya que los republicanos tienen una ventaja estructural que hace que los estados decisivos sean más conservadores que la media del país. Trump hubiera ganado el 2020 si en vez de perder por 4,5 puntos lo hubiera hecho por 4,2.
Es decir, si miramos los sondeos arriba, ahora mismo Trump no sólo puede ganar las elecciones el año que viene. Con estos sondeos, sería el favorito de volver a la Casa Blanca.
Sobre elecciones y sondeos
Antes de empezar a hablar sobre por qué los sondeos tienen este aspecto, es importante recalcar que las encuestas para las presidenciales a más de un año de los comicios tienen, esencialmente, cero valor predictivo. Hay una correlación entre escasa y nula entre lo que vemos en la demoscopia a estas alturas y quién ganará la presidencia; con la excepción del 2020 (en la que los demócratas estaban muy por delante de Trump en los sondeos del 2019, aunque ganaron con un margen menor), los sondeos daban la victoria a estas alturas a Hillary Clinton en el 2015, Rudy Giuliani el 2011, y Hillary Clinton el 2007. Es muy fácil obsesionarse con encuestas a estas alturas cuando en realidad un porcentaje considerable del electorado (la gente más sensata, la verdad) no está prestando atención a la política.
Si no os queréis poner nerviosos o leer ruido estadístico disfrazado de noticias, lo mejor que podéis hacer ahora mismo es lo siguiente:
Primarias republicanas: ignorad por completo los sondeos nacionales, al menos por ahora. Las primarias son estado a estado; los únicos donde los votantes están despiertos ahora mismo son Iowa y New Hampshire, y en menor medida, Arizona, Carolina del Sur y Michigan. Podéis empezar a mirar tímidamente las encuestas nacionales a finales de enero; la primera votación a gran escala (el supermartes, cuando votan 16 estados) no será hasta el 5 de marzo.
Elecciones generales: ignorad por completo todos los sondeos hasta que los republicanos tengan un candidato de facto y les haya pasado un poco la euforia. Es decir, a mediados o finales de marzo, ya que Trump lo más probable es que gane la nominación el supermartes.
Cuando digo ignorad los sondeos por completo también me refiero a otros indicadores que algunos insistirán que dejan claro que tienen grandes significados y portentos a estas alturas, como la aprobación presidencial. Por ejemplo, estos son los datos de Gallup de cuatro de los últimos cinco presidentes (Bush hijo tuvo una subida descomunal después del 11-S):
Los americanos llevan tres décadas básicamente detestando al inquilino de la Casa Blanca a la que cumple dos años en el cargo. Han reelegido a tres de los cuatro últimos presidentes igualmente, siendo Trump la única excepción. Es decir, no miréis sondeos ahora mismo para hacer futurología electoral.
¿Pero Trump puede ganar o no?
Claro que puede ganar, pero eso se debe a otros factores estructurales, no lo que dicen las encuestas. En orden de relativa importancia, pero sin que esta sea una lista científica, Trump es competitivo por cinco motivos:
1. Lealtad partidista
En Estados Unidos, ahora mismo, cualquier candidato a presidente en unas generales empieza con un 40% de voto a su favor, aunque sea un vegetal, un asesino en serie o alguien acusado de cometer 91 delitos e intentar dar un golpe de estado. La identificación partidista en los últimos 30 años se ha solidificado muchísimo, y el porcentaje de americanos que votaran a su partido caiga quien caiga porque odian mucho más al partido rival ha ido aumentando sin parar desde la administración Clinton.
A Trump le pueden meter en la cárcel mañana mismo tras fusilar a un bebé en directo en Fox News, y es muy probable que incluso estando en el corredor de la muerte sacara un 40%. El suelo electoral de los dos partidos es altísimo.
2. Inflación
Aunque la economía americana sigue creciendo a buen ritmo, la tasa de paro está por debajo del 4%, la tasa de actividad está en máximos históricos, los salarios (especialmente entre las rentas bajas) están subiendo y que todos los indicadores económicos gozan de buena salud, los americanos siguen obsesionados con las subidas de precios.
La inflación en Estados Unidos se ha frenado muchísimo estos últimos meses, y en el 3,2%, es de las más bajas de la OCDE. El problema es que la inflación puede frenarse, pero los precios siguen altos después de esta, así que el recuerdo de la inflación es muy, muy, muy difícil de borrar.
3. Edad
Biden era viejo el 2020, y será aún más viejo el 2024. Si es reelegido, jurará el cargo para su segundo mandato con 82 años. Esto hace que un número considerable de votantes le vean con escepticismo.
Trump, por cierto, no es que sea mucho más joven; tiene 77 años. Pero los medios americanos hablan mucho menos sobre su edad o achaques de salud que de los de Biden.
4. El contexto mediático:
Olvidaros de los medios de comunicación de masas. Para un porcentaje gigantesco de la población americana, las noticias sólo las reciben a través de medios conservadores, que nunca serán críticos con un candidato del GOP en las generales. Lo que es inusual en Estados Unidos es que no hay un contrapunto parecido de medios de izquierdas. La prensa (y radio, y TV) aquí o es conservadora o es neutral-centrista-apartidista, sin que existan apenas medios progresistas con audiencias significativas.
A efectos prácticos, esto hace que en las generales tengas a la mitad de los medios defendiendo a Trump, y a la otra mitad en la equidistancia, informando que “hay gente que dice que Trump ha hecho esto, pero Trump dice que mi pequeño pony es comunismo y eso justifica su golpe de estado” sin despeinarse en absoluto.
Es díficil recalcar lo suficiente la incomprensible adicción de los medios americanos a esta neutralidad, pero aquí va un ejemplo. Después de que un huracán devastara parte de Florida, Joe Biden ha visitado la zona afectada, como es habitual tras un desastre natural. El gobernador del estado, Ron DeSantis, se ha negado a recibirle y acompañarle en esta visita, rompiendo con la tradición en estos casos. Este es el titular del NYT:
A pesar de que DeSantis es quien ha decidido no acompañar al presidente, como señala Fox News, el periódico de referencia es incapaz de explicar en su titular de quién es culpa que el encuentro ha suceda.
Esta clase de sesgos son constantes en la prensa, que suele cubrir desmesuradamente escándalos menores del lado demócrata para compensar todas esas noticias negativos sobre escándalos gigantes de Trump. Lo de “but her emails” no era un chiste malo; los medios se obsesionaron con ello sin motivo alguno. Si creéis que los chanchullos del hijo del presidente van a recibir menos cobertura mediática que cuatro juicios penales y un intento de golpe de estado el 2024, os vais a llevar una sorpresa.
5. El colegio electoral
Lo he señalado arriba, pero es importante insistir: Biden necesita ganar por cuatro puntos para ser favorito en el colegio electoral, y por cinco para estar seguro de su victoria. Esto son cinco puntos porcentuales, o más de ocho millones de votos.
Aún es un poco temprano para estimar exactamente los porcentajes y el margen de victoria exacto que Biden va a necesitar para ganar con suficiencia, pero dudo que sean muy distintos al 2020. En esas elecciones gana por 4,5 puntos el voto nacional, pero cambiando de sentido apenas 130.000 votos en cuatro estados clave (Wisconsin, Arizona, Pensilvania y Wisconsin) Trump hubiera sido reelegido. La carambola del 2016 fue mucho menos extraordinaria de lo que parece.
Y sin embargo…
Mi sensación, estrictamente subjetiva, es que cuando el votante despistado mediano empiece a prestar atención y vea que Trump se pasa todo el 2024 en los tribunales acusado de múltiples delitos, eso ayudará a los demócratas. La economía va bien, el país está en paz, y Biden quizás no sea el hombre más emocionante y excitante del mundo, pero es bastante inofensivo. En abril veremos como se abre un margen en los sondeos.
Pero sí, Donald Trump puede ganar el 2024, y puede hacerlo con menos votos. De eso no hay duda posible.
Bola extra:
La tienda de Bass Pro Shops en Memphis, Tennessee, es una pirámide de metal 32 pisos de altura que tiene este aspecto:
Es donde solían jugar los Memphis Grizzlies de la NBA, y sí, es enorme. Podéis leer de esta pequeña tienda de artículos de acampada, caza y pesca aquí y aquí.
El servicio de DVDs por correo de Netflix cierra sus puertas a finales de este mes. Si ha habido una edad dorada de la cinefilia casera, es esta. Una elegía.
Lo de negarle a Trump estar en las papeletas electorales por la decimocuarta enmienda acabará casi seguro en los tribunales. Dudo mucho que este supremo lo inhabilite sin una sentencia judicial firme, pero la causa judicial federal contra Trump por el golpe de estado va a juicio el 4 de marzo del año que viene, el día antes del supermartes. No es descabellado pensar de que tengamos un veredicto en contra del ex-presidente en agosto o septiembre, algo que creará una hilarante crisis constitucional.
¿Creéis que hay algún candidato republicano que se opone a Trump hablando sobre esto? Obviamente, no.