Primary Colors (VIII): la caída de Ron DeSantis
Sobre la lamentable rendición del partido republicano
Ayer por la tarde Ron DeSantis anunció que abandonaba su campaña presidencial. El que era visto por casi todo el mundo hace un año como la gran alternativa a Donald Trump en las primarias del GOP (nótese que a mi nunca me me lo pareció) se retiró de la misma forma que había organizado su intento por llegar a la Casa Blanca, de manera patética, servil y lamentable, anunciando su apoyo al expresidente antes de salir de escena.
Es difícil hacer un postmortem de una campaña en la que todo ha salido absolutamente mal, pero vale la pena repasar sus grandes éxitos. Soy de la opinión de que Trump no era imbatible, pero la fabulosa, persistente estupidez de las élites republicanas desde el 2015 han hecho que parezca un genio de la política. Así que repasemos, uno a uno, todos los errores no forzados de Ron Desantis, el hombre que pudo reinar.
Las pifias de Ron
1. Anunciar tarde su campaña
Donald Trump anunció que se presentaba a la reelección el 16 de noviembre del 2022, apenas una semana después de la patética derrota del GOP en las elecciones legislativas. Por aquel entonces, DeSantis acababa de ser reelegido gobernador de Florida de forma abrumadora, mientras que los candidatos preferidos de Trump se habían estrellado por todo el país.
Era el momento más bajo de la estrella del expresidente desde los días inmediatamente posteriores al asalto al congreso, así que su decisión de lanzar su campaña fue vista como una huida hacia adelante, una maniobra apresurada para cambiar la conversación. Trump quería acaparar los focos y empezar a atizar a sus potenciales rivales en las primarias. Eso fue, precisamente, lo que hizo todo el mes de enero, febrero, marzo, abril y mayo, centrando sus ataques de DeSantis, criticándole, mofándose de él sin descanso.
La respuesta de DeSantis fue… no hacer nada. Se centró a intentar aprobar su agenda legislativa en Florida, dar la imagen de un gobernante efectivo y dejar que Trump se tirara cinco meses definiéndole. Dado que no era candidato, no podía responder con anuncios o mítines, así que se comió una galleta tras otra hasta el 31 de mayo, cuando hizo oficial su candidatura en un Space en Twitter con Elon Musk.
Que salió espantosamente mal, porque Twitter está cogida con alfileres y nadie se molestó en asegurarse que iba a funcionar como estaba previsto.
2. Mala organización
Siento tener que enlazar una vez más al artículo sobre financiación de campañas, pero en este caso es relevante.
Básicamente, hay dos maneras de recaudar dinero para una campaña electoral, donaciones directas al candidato o donaciones a un comité de acción política (una PAC). Las primeras tienen limites bastante estrictos sobre cuánto dinero puede una persona donar individualmente, y no puede recibir dinero de empresas. Las segundas pueden ser a todos los efectos ilimitadas, totalmente opacas y venir de casi cualquier fuente.
Las PAC, sin embargo, tienen un pequeño inconveniente: no pueden coordinar sus actividades con el candidato. Esto significa que no pueden compartir información sobre sondeos, mensajes o estrategia, el candidato no puede filmar anuncios para ellos, y no puede decirles qué necesitan. Las PAC, además, tienen ciertas restricciones sobre cómo pueden gastar el dinero y tienen que pagar tarifas más altas para publicidad.
La campaña de DeSantis empezó con el equivalente consultoril de una jugada maestra de esas que hacen historia: Ron iba a tener un equipo de campaña pequeño, ágil y sin demasiado personal y el grueso del gasto vendría de Never Back Down (“nunca retrocedas”), la PAC “asociada” a su candidatura. La intención era que la campaña no perdiera tiempo ni recursos intentando recaudar dinero construyendo una red de pequeños donantes; de eso se ocuparía el comité, con la flexibilidad añadida de poder recibir montañas de dinero de millonarios conservadores anti-Trump.
A principios del verano, sin embargo, era obvio que este modelo era increíblemente disfuncional. Para empezar, Never Back Down empezó recaudando mucho, pero el caudal de ingresos se secó casi de inmediato. Por un lado, DeSantis no iba bien en los sondeos, así que los millonarios amigos empezaron a hacer preguntas y quejarse, molestos ante la posibilidad de apostar una pequeña fortuna a un caballo perdedor. Cuando dependes de pocas fuentes de ingresos la tentación inevitable es intentar contentarlos, así que la estrategia de la PAC se convirtió en una serie de bandazos sin demasiado sentido. La organización empezó a tener serios problemas internos, con el estratega jefe y el director ejecutivo literalmente acabando a guantazos en una reunión.
En el lado del candidato, mientras tanto, DeSantis se encontró que no tenían recursos para cosas tan básicas como encuestas (que inexplicablemente, estaban en la PAC) o coordinar voluntarios. Montar eventos era un problema constante, y no digamos tener un mensaje consistente en los medios o contratar publicidad. El gobernador acabó usando un autobús pagado por la PAC (algo probablemente ilegal) y hablando en actos organizados por esta, pero sin control alguno sobre dónde.
El momento más ridículo, sin embargo, fue cuando antes de uno de los (irrelevantes) debates de candidatos republicanos (sin Trump), la PAC filtró, hizo pública o colgó accidentalmente (no está claro qué sucedió exactamente) sus “sugerencias” estratégicas para DeSantis. Aparte de tratar a su propio candidato como un imbécil, la imagen de un grupo de millonarios dirigiéndole desde fuera fue atroz.
3. Una estrategia espantosa
Si al menos los consejos que recibía DeSantis hubieran sido sensatos. El gobernador de Florida basó su mensaje en tres estrategias definidas que tenían la particularidad de ser todas increíblemente estúpidas.
Intentar adelantar a Trump desde la derecha, alardeando de ser más conservador que él.
Atacar a todos los rivales en las primarias excepto Donald Trump.
Defender a Trump cada vez que era acusado de cometer múltiples delitos, incluyendo dar un golpe de estado.
El problema de estos mensajes es que, primero, Trump ganó las primarias del 2016 situándose a la izquierda del resto del partido en todos los temas excepto comercio exterior e inmigración. Durante la campaña criticó a sus rivales de intentar aumentar la edad de jubilación, anunció que su intención era subir los impuestos a los ricos, habló de expandir el gasto en sanidad y se mostró ambivalente en temas como aborto o matrimonio homosexual. El resto del partido se pasó meses acusándole de ser un “falso conservador”, y se llevaron una paliza descomunal en parte gracias a ello.
El otro factor que llevó a Trump a la victoria fue la insistencia del resto de los candidatos en atizarse entre ellos en vez de intentar ir a por el tipo que iba líder en los sondeos. DeSantis ha repetido el error con creces, dedicando mucho más dinero a criticar a Nikki Haley que a cualquier otro rival. Lo que ha empeorado aún más su lamentable trayectoria en los sondeos, no obstante, es su fanática insistencia no ya en ignorar a Trump, sino en defenderle cuando le caían cargos penales.
Tenemos, entonces, un candidato al que Trump se dedica a ridiculizarlo y burlarse de él constantemente, que reacciona histéricamente defendiéndole cuando un fiscal especial presenta informes cargados de pruebas sobre múltiples delitos cometidos por este. DeSantis nunca fue capaz de responder a la pregunta más obvia y sencilla que debe contestar cualquier campaña, por qué deben elegirle a él en vez de al otro candidato.
4. Un político mediocre
A todas estas pifias estratégicas se le añade un factor obvio: DeSantis es un político mediocre. No es un tipo falto de talento, que conste; un tipo no gana en Florida con esos márgenes siendo un incapaz. El problema de DeSantis es que es alguien que habla como un político, actúa como un político y tiene la misma afición de usar jerga, meterse en tecnicismo y debatir detalles que el republicano medio. Es un abogado que habla como un abogado, o más específicamente, como un abogado que ha visto demasiado Fox News.
Trump, mientras tanto, es alguien que sigue hablando, tras nueve años en política, como un cuñado enfurecido en un bar de carretera. Las bases del GOP están hartas de Washington, y DeSantis suena como un miembro del aparato de la capital. En un partido tomado por un antielitismo irreflexivo, la insistencia de DeSantis en utilizar frases gramaticalmente correctas y sonar como alguien que no está medio borracho no iba a funcionar. No ayudaba demasiado, además, que es una persona patológicamente tímida y que se siente muy incómoda interactuando con el público, así que durante toda la campaña se hizo un panzón de generar momentos virales que parecían sacados de The Office.
Como de costumbre en campaña, no fue hasta cuando estaban sin dinero camino de llevarse una paliza en Iowa que DeSantis empezó a hablar como un ser humano, sin frases enlatadas, e incluso se atrevió a criticar (indirectamente) a Trump. Demasiado tarde.
5. Los aviones privados
Algo que no es del todo importante, pero indicativo de la mentalidad del candidato: su insistencia en utilizar aviones privados. La campaña empezó con la convicción que su PAC iba a tener montañas de dinero, así que DeSantis se acostumbró a volar privado. Cuando los fondos empezaron a escasear, sin embargo, nunca abandonaron esa práctica.
La rendición del GOP
La historia más triste y lamentable de estas primarias no ha sido la espantosa campaña de DeSantis, sin embargo, sino cómo el partido entero se ha rendido ante Trump.
Ahora mismo, Trump ha recibido el apoyo de 24 senadores, más de un centenar de representantes y once gobernadores. Todos sus rivales en las urnas (con la excepción de Christie) se han unido a la lista al dejar su campaña. Nikki Haley tiene el apoyo de un gobernador (Chris Sununu, New Hampshire) y un representante (Ralph Norman). DeSantis llegó a dos gobernadores y cinco representantes. El partido se ha volcado con él, a pesar de (insisto) ser acusado de 91 delitos y haber dado un golpe de estado. Por mucho que el NYT insista que Trump tiene una estrategia sofisticada para presionar a sus compañeros de partido, lo que vemos es una claudicación completa.
El expresidente tiene la enorme jeta de ir por el mundo acusando a Nikki Haley de ser la candidata del establishment del partido. La realidad es que Trump es el partido, y está claro que el establishment republicano quiere que sea candidato.
Bola extra: mientras tanto, en los tribunales…
Es un buen momento, entonces, de dar una breve actualización sobre dónde andan los múltiples problemas judiciales de Trump estos días, para dar una idea sobre el candidato que el GOP casi seguro coronará los próximos días.
Juicio por fraude: el juez ya declaró a Trump y su empresa culpable; el juicio civil es sólo para decidir la multa y otros posibles castigos. Tras varias semanas de vista oral, incluyendo una esperpéntica declaración final del expresidente, estamos esperando la sentencia.
Difamación: un caso similar; Trump ya fue declarado responsable de haber violado a una mujer y difamarla. El jurado va a decidir sobre la indemnización. El expresidente ha seguido insultándola en redes sociales a diario y dice que quiere declarar como testigo, algo que puede ser bastante dantesco. Lo más probable es que la broma le cueste un dineral.
Golpe de estado: el juicio está por ahora suspendido hasta que un tribunal de apelación decida si Trump goza de inmunidad presidencial completa o no. Se espera una decisión esta semana, y un más que probable recurso al supremo. Si el supremo acepta el caso (poco probable) no habrá juicio hasta finales de verano, con suerte.
Falsedad documental (estrella de porno): nadie se acuerda de él y en teoría el juicio empieza en mayo. Sin novedades.
Documentos secretos: el caso en el que Trump es más obviamente culpable, la juez que lleva el caso en Florida está llevando todos los trámites con una lentitud desesperante que roza la prevaricación. Dado que la autoridad de un magistrado federal en un caso penal es casi absoluta, la mayoría de analistas dudan que sea posible acelerar el proceso demasiado. Es improbable que empiece en mayo como estaba previsto.
Conspiración en Georgia: en este juicio habrá salseo, literalmente. Uno de los imputados presentó una moción acusando a la fiscal que lleva el caso, Fani Willis, de tener una relación sentimental con uno de los abogados externos contratados por su agencia para ayudar con el caso, un tal Nathan Wade. No está nada claro que sea cierto, aunque hay indicios de que Willis y Wade fueron de viaje juntos. Esto ha provocado acusaciones de utilizar dinero público para pagarse vacaciones con su amante, varios recursos y Trump proclamando toda clase de conspiraciones. No está nada claro que el affaire existiera, y menos aún sobre sus implicaciones legales, pero es posible que acabe por complicar el caso, quizás forzando que lo tome otro fiscal y retrasando el juicio más allá de agosto.
Bola extra - enmiendas de la rebelión: el invitado especial que (casi) nadie esperaba, el supremo tendrá la vista oral el ocho de febrero; no está claro cuánto tardaran en decidir, pero el plazo será seguramente corto (y es probable que Trump gane).
Roger, ¿pueden aparecer nuevos candidatos a estas alturas de la campaña?
Roger, cual hubiera sido el mejor escenario para Haley tras la renuncia de DeSantis
-El actual, DeSantis apoya a Trump
-DeSantis no apoyando a nadie y desapareciendo del mapa
-DeSantis apoyando a Haley