El presidente de los Estados Unidos no puede promulgar decretos-ley; la separación de poderes es tal que ni siquiera tiene iniciativa legislativa. Redactar y aprobar reglamentos es un proceso lento y complicado1, que a menudo requiere años de preparación y debate burocrático. Las órdenes ejecutivas, por el contrario, son mucho más sencillas: son directivas en las que el presidente da instrucciones al gobierno federal sobre cómo deben interpretar y aplicar la normativa existente. Si alguien quiere actuar rápido, son la manera más sencilla y directa de impulsar cambios.
La llegada de un nuevo presidente a la Casa Blanca siempre trae consigo una marea de órdenes ejecutivas, y Trump no ha sido una excepción. Pocas horas después de jurar el cargo, estaba en el Despacho Oval firmando docenas de documentos ante la mirada atenta de la prensa, comentando felizmente cómo estaba salvando el país de sus males.
Aunque el volumen de órdenes no ha sido demasiado inusual, el tono y contenido de estos días ha sido significativamente distinto que en ocasiones anteriores. Dejando de lado provocaciones obvias y trolleos sin sentido (cambiar el nombre al Golfo de México, retirar escoltas a gente que odia2) y brindis al sol simbólicos sin demasiado valor (que el gobierno “no censure”, cosa que no hacía), podemos dividirlas en tres bloques distintivos: expansiones desmesuradas de la autoridad del ejecutivo, medidas económicas reaccionarias y ataques variados a derechos civiles. Muchas de ellas son una combinación de las tres.
Arrogándose poder
Trump nunca ha ocultado su preferencia por un ejecutivo fuerte. Muchas de las órdenes que ha firmado consisten en coger leyes existentes y declarar que deben ser interpretadas de manera que otorguen la máxima discrecionalidad posible al presidente. Esto incluye, por ejemplo, declarar que el país está en una “emergencia energética” (no preguntéis qué significa) para reescribir de arriba a abajo el proceso para revisar la construcción de centrales eléctricas, explotación de yacimientos petroleros, o proclamar que el país está sufriendo una “invasión” para cambiar por completo la implementación de políticas migratorias3.
De todos los documentos en este bloque es importante destacar la intención de Trump de eliminar múltiples regulaciones diseñadas para garantizar la profesionalidad e independencia de los funcionarios federales. El hombre cree sinceramente la patraña del deep state y va a hacer todo lo posible para purgar la administración de "elementos desleales”.
Estados Unidos tiene, ya de por sí, una función pública bastante más politizada que el país europeo medio; aunque la calidad de la burocracia varía mucho de una agencia a otra, el nivel de competencia suele ser bastante bajo, sea por falta de personal, sea por falta de talento. Montar una caza de brujas para echar a potenciales "enemigos” y despedir a “gente contratada por cuotas de raza o género”4 no creo que vaya a ser de gran ayuda.
También hay una muy divertida que parece escrita específicamente para vengarse de sus enemigos, con un título la mar de orwelliano.
Medidas económicas reaccionarias
Hablaremos más sobre ello más adelante, cuando empiecen a caer aranceles por todos lados. De forma más inmediata, Trump ha decidido revocar una montaña de regulaciones medioambientales, suspendido la prohibición de TikTok durante 75 días (sin justificación legal alguna, por cierto), y rescindir una orden de Biden para rebajar el precio de los medicamentos.
Eliminando derechos
Estas son, probablemente, las más preocupantes, y las que acabaran inevitablemente en los tribunales.
Ciudadanía
La más aparatosa y alarmante es la orden presidencial de denegar la ciudadanía a nacidos en Estados Unidos de padres que no sean residentes permanentes o ciudadanos americanos. A diferencia de lo que es habitual en Europa, Estados Unidos tiene un régimen de ciudadanía basado en ius soli; nacer aquí te hace automáticamente ciudadano5. Este principio está recogido, sin ambigüedad alguna6, en la decimocuarta enmienda de la constitución, aprobada justo después de la guerra civil. Por si quedara alguna duda, hay una ley federal que la precede estableciendo este principio, y múltiples sentencias del supremo, de 1898 en adelante, dejando muy claro que este es el caso. Para Trump, esto son detalles sin importancia, así que ha dado la orden a su administración de que deje de reconocer como ciudadanos a los hijos de inmigrantes ilegales o residentes con visado temporal7.
Dados los antecedentes y la obvia, radical alegalidad de la medida, medio país ha llevado la orden a los tribunales de inmediato (incluyendo los fiscales generales de 22 estados), y es improbable que entre en vigor a corto plazo. Será litigada, con seguridad, hasta llegar al Supremo, donde (casi) todo el mundo espera que la invaliden de inmediato.
El “casi”, me temo, es porque tras inventarse una inmunidad presidencial que no está en la constitución por ninguna parte y decidir qué otra cláusula de la misma enmienda prohibiendo que personas que han participado en una insurrección sean candidatos a cargos electos tiene un significado de fantasía, esta mayoría del Supremo la veo capaz de reescribir 150 años de jurisprudencia por las bravas.
Igualdad
El gobierno federal, a partir de ahora, negará la existencia de cualquier identidad de género que no sea hombre o mujer, sin más, así como cualquier cosa que suene a transexualidad. Trump también revocará las garantías federales contra la discriminación por parte de empresas contratadas por el gobierno aprobadas por Lyndon Johnson en 1965, porque el partido republicano parece haber llegado a la conclusión que las leyes de derechos civiles de la época fueron un error. Dado que el Supremo lleva años desmantelando la Voting Rights Act, tendrán una audiencia entusiasta.
Indultos
Por estúpidas o irracionales que sean muchas de estas órdenes, las peores acabarán encalladas en los tribunales, y muchas no entrarán en vigor. El daño real, especialmente en economía y medio ambiente, se hará vía reglamentos, y eso irá filtrándose según pasen los meses.
Hay una decisión de Trump, no obstante, que tiene un impacto absolutamente terrorífico desde el punto de vista institucional, y que me temo que crea un precedente del que nos vamos a arrepentir muchos, muchos años: los indultos a más 1600 condenados o encausados por el asalto al Capitolio el seis de enero del 2021.
Recordemos, por un lado, que el Supremo sentenció que el presidente tiene, a todos los efectos, una inmunidad casi absoluta en el ejercicio de su cargo. Trump dio un golpe de estado el 2021, y los criminales que asaltaron el legislativo para impedir la transferencia de poderes han recibido un perdón presidencial. Esto incluye una decena de condenados por sedición, es decir, gente que fue enviada a la cárcel durante décadas porque se demostró en un juicio ante un jurado que habían planificado el asalto con la intención de invalidar el resultado de unas elecciones.
Que un político que ha dado un golpe de estado pueda indultar a sus cómplices es absolutamente de locos. De todos los fracasos de la era Biden, el inexplicable, indefendible retraso en llevar a Trump a juicio por los hechos del seis de enero es el peor de todos.
Los ultraderechistas recién indultados, por cierto, han salido de la cárcel todo eufóricos pidiendo venganza. Qué puede salir mal.
Bola extra:
Este es el retrato oficial de Donald Trump durante su segundo mandato. Esta foto deberá ser colgada, por ley, en edificios federales en todo el país.
No me diréis que no es amigable, nada ominosa ni autoritaria.
Mucho más que en España; el periodo de consultas es mucho más largo y es mucho más fácil presentar objeciones que ralenticen el proceso. Dado que las leyes emergen del Congreso y no de un ministerio, la legislación americana además suele ser mucho menos detallada y requiere reglamentos mucho más complicados. El sistema es una chapuza monumental.
John Bolton, concretamente. Aunque, a decir verdad, todos odiamos a John Bolton.
Biden hizo lo mismo, que conste. La política migratoria es un sainete, y la ley la aplican como les place.
Una obsesión del GOP, y un problema completamente ficticio, pero lo dejamos para otro día.
Es bastante común también en América Latina, según creo. Europa funciona bajo ius sanguini; uno de los progenitores o abuelos debe ser ciudadano.
"All persons born or naturalized in the United States, and subject to the jurisdiction thereof, are citizens of the United States and of the State wherein they reside."
La orden ni siquiera incluye justificación legal alguna; no está motivada.
El ius soli está vigente en toda Latinoamérica excepto en Colombia (lo estuvo), si no me equivoco.
Hay un punto que no se puede aún vislumbrar de toda esta indigencia mental, que es la reasignación de recursos a gran escala y el recorte bestial que se va introducir. Una pista la tenemos en el saludo nazi de Musk, parece que el programa Artemisa se va a ir a la mierda y a cambio "vamos a ir a Marte", que es lo mismo que decir que cierro todo el programa, le doy más pasta a Musk y no vamos a ir a ningún sitio, total los chinos van a plantar sus reales en la Luna en 2030 (2028 como máxima celeridad, la planificación china es muy fiable), y en cualquiera de esas fechas "ÉL" ya no va a estar al mando.
Luego tenemos el programa de Imbecilidad Artificial Stargate, que consiste en levantar la tapa del váter, tirar 500 millardos y tirar de la cadena. Seguro que se embarcan que para eso han ido todos a besarle el culo en su hinaugurazión (y tan in-augur).
Creo que la cosa parece clara. El BBB aseguraba 800.000 puestos de trabajo, que pueden parecer no muchos para el país que es pero lo son. Este tío amenaza con destruír mucho más.
A mí la foto me parece de un tío que se ha ensuciado la ropa interior y está sumamente incómodo.
Ni todo es negro ni todo es blanco. Mal el negarle la nacionalidad a los que nacen ahí. Bien por retornar a lo correcto en el sentido de que solo hay hombres y mujer. Y asi en muchos temas.
Igual que en México el presidencialismo auoritorio de Trump es nada comparado con el de Amlo y su sucesora.