Golpista fracasado anuncia candidatura a la presidencia
El esperado, inevitable e insoportable retorno de Donald Trump
Donald J. Trump, el ex-presidente de Estados Unidos que intentó invalidar el resultado de las elecciones del 2020 e inspiró un sangriento asalto al capitolio en un intento desesperado por mantenerse en el poder, anunció que será candidato a la presidencia el 2024.
Este fue el titular de NPR ayer por la noche, a poco de que Trump empezara su discurso en Mar-A-Lago diciendo que quiere volver a la política. Es también la manera en la que uno debería cubrir todas y cada una de las intervenciones de este cretino egocéntrico e insufrible con tendencias autoritarias que intentó dinamitar el sistema político del país.
Un golpista en las elecciones
Sabéis de sobras que en este boletín ni intento ni pretendo ser imparcial; siempre he sido de la opinión que cualquier análisis es mucho más valioso si el sesgo de quien escribe es claro, obvio y explícito. En el caso de Trump, sin embargo, el titular de NPR es estrictamente cierto: este hombre dio un golpe de estado, y el hecho de que fracasara, o que el partido republicano esté lleno de gente que le adoran locamente, no invalida ni una coma este enunciado. Trump es peligroso, porque es alguien que no cree en las reglas del juego, ni en la democracia liberal, ni en el estado de derecho. Es alguien lo suficientemente peligroso que podemos incluir su deshonestidad, corrupción, crueldad y narcisismo entre sus virtudes. Nadie como Trump debería estar ni siquiera remotamente cerca de la Casa Blanca.
El anuncio de Trump, quince meses antes de que empiecen las primarias republicanas en Iowa, es muy inusual. No lo es tanto por los plazos (las campañas presidenciales se han convertido en odiseas de dos años de duración), sino por todo lo que rodea al personaje.
Los errores de Trump
Primero, porque Trump ha tenido unas elecciones legislativas absolutamente espantosas. Durante todo el ciclo de primarias republicanas, uno de los requisitos del ex-presidente para apoyar a un candidato fue que este negara la legitimidad de las elecciones del 2020. En un partido donde un porcentaje indeterminado pero significativo de sus bases adoran al ex-presidente, esto llevó a que el GOP nominara una auténtica galería de extremistas y chiflados en muchos distritos, y como consecuencia, que el partido perdiera en un montón de sitios donde debería haber ganado.
Interludio populista:
Hablemos, por ejemplo, de uno de mis distritos favoritos este campaña, el 3º distrito de Washington. La representante Jaime Herrera Beutler, una republicana conservadora pero senstata, llevaba varias legislaturas en este escaño, ganando con facilidad. El año pasado, sin embargo, cometió la temeridad de votar a favor del segundo impeachment de Trump, parte del reducido grupo de diez republicanos en la cámara baja que vieron como una turba enfurecida asaltaba su lugar de trabajo y llegaron a la conclusión que quizás eso era condenable. Eso ofendió profundísimamente a Trump, que le declaró la guerra en las primarias apoyando a un tal Joe Kent para derrocarla.
El estado de Washington tiene un sistema conocido como “jungle primaries”, donde todos los candidatos compiten en una primera vuelta en la misma votación, no importa de qué partido vengan, y los dos primeros pasan a ser candidatos en las generales. La candidata demócrata, Marie Gluesenkamp Perez, quedó primera; Kent segundo, con un 22,8% del voto, y Herrera Beutler tercera, con un 22,3%.
Joe Kent es joven, guapo y fornido; ex-militar (y ex boina verde) viudo después de que su mujer (también militar) muriera en un atentado, al tipo se le dan bien las cámaras, y tenía cierta fama como comentarista en Fox News. Por desgracia para el GOP, Kent es la clase de chalado que insiste que el asalto al congreso fue un montaje de los servicios de inteligencia y que los detenidos por el complot son presos políticos, insiste que las vacunas contra el COVID son terapias genéticas experimentales, es un anti-abortista radical, tiene amigos muy, muy fachas y suelta paranoias incel de vez en cuando.
Contra este bendito chiflado los demócratas, por una vez, presentaron una candidata brillante. No hay demasiados políticos ahí fuera que puedas definir con una foto, como nuestro amigo Fetterman, pero Marie Gluesenkamp Perez (MGP) es una de ellas:
MGP tiene 35 años, es de padre mejicano y es propietaria de un pequeño taller mecánico con su marido. Le encantan los coches y las armas de fuego, y es una persona extraordinariamente normal, tanto en cómo habla como en el aspecto que tiene. Durante la campaña, le gustaba explicar cómo su marido y ella se construyeron su casa ellos solitos, ya que no pudieron conseguir una hipoteca, o cómo cuando abrieron el taller se tenía que llevar los niños al trabajo, ya que no se podían permitir una guardería. Es decir, es el contraste perfecto con el inadaptado con aspecto de asesino en serie que era su rival en la campaña gracias a la intervención de Trump.
En un distrito en el que Herrera Beutler hubiera ganado de calle, MGP se impuso por un puntito, 50,5 a 49,5%.
Esta clase de resultados se han repetido, una y otra vez, a lo largo del país. Las maniobras políticas de Trump, sus diatribas, su obsesión por su derrota del 2020 y su insidiosa costumbre de apoyar a candidatos espantosos si estos le hacen la pelota lo suficiente le han costado, como mínimo, tres escaños en el senado a su partido (Arizona, Pensilvania, y probablemente Georgia), un buen puñado de escaños en el congreso, varios gobernadores y cargos estatales. Medio partido está hasta las narices de su influencia, su egolatría y su incompetencia electoral. El GOP lleva tres ciclos electorales estrellándose miserablemente en las urnas en no poca medida porque Trump insiste en ser el centro de atención siempre.
Otros problemas
Segundo, Trump es impopular. En los sondeos, el ex-presidente se mueve siempre sobre un -15 de aprobación, una cifra que es muy dudoso que tenga margen de mejora. Incluso dentro de su propio partido, las bases empiezan a estar un poco hartos de sus astracanadas. Es muy, muy poco habitual que un político que es completamente radioactivo para más de la mitad del electorado y que lleva (insisto) tres ciclos electorales seguidos perdiendo decida que lo mejor que puede hacer es intentar ser presidente de nuevo, pero este señor parece ser de la opinión de que es buena idea.
Tercero, no es que Trump tenga algunos problemillas legales, sino que tiene varias investigaciones realmente serias contra su persona. Cosas como robar documentos secretos sobre armas nucleares, o evasión fiscal, o cielos santo este es el mismo señor que dio un golpe de estado el año pasado, corcho, van a ser un tema constante durante la campaña. Esto quizás a las bases republicanas no les importe y crean que todo es un montaje del deep state y los gnomos de Zurich, pero serán una losa tremenda durante la campaña en las generales, especialmente cuando es probable que el ex-presidente acabe en el banquillo de los acusados.
Cuarto, Trump dio un golpe de estado. Que ya sé que lo repito a menudo, pero esto de tener a un ex-golpista diciendo que quiere ser candidato es muy inusual en una democracia avanzada, empezando por el hecho de que en un país normal no hay golpes de estado.
Tenemos entonces un tipo que es radioactivo políticamente, ha llevado a su partido a la derrota una y otra vez, tiene un montón de temas pendientes en los tribunales, dio un maldito golpe de estado y ganó por pura potra y merced de varias carambolas imposibles el 2016 a pesar de sacar millones de votos menos que su rival que dice que quiere ser candidato a la presidencia. Es, ahora mismo, el favorito para ganar las primarias republicanas.
Sigue siendo favorito
¿Por qué digo esto? Para empezar, porque va por delante en los sondeos. Aunque estos días ha habido algunas encuestas un poco extrañas que ponían por delante a Ron DeSantis, el gobernador de Florida (patrocinadas por Club for Grow, un grupo del establishment tradicional del GOP), Trump está de forma consistente 20-30 puntos por encima, una distancia sideral. No tenemos demasiados sondeos realizados después de las legislativas, cierto, y es posible que la tendencia a la baja en tiempos recientes se haya acentuado, pero el ex-presidente parece tener un suelo electoral bastante alto y bien sólido dentro de su partido.
Esto se debe, probablemente, a que Trump es alguien que parece hacer infeliz a todo el GOP, pero que nunca nadie se ha atrevido a criticarlo. Herrera Beutler es un buen ejemplo de lo que sucede cuando alguien alza la voz, así que la mayoría del partido simplemente se calla y mira hacia otro lado cuando hay conatos de insurrección. En teoría, esto debería romperse cuando empiecen las primarias presidenciales y le empiecen a llover galletas, pero a la práctica el caos interno del GOP juega a favor de Trump.
Por un lado, tendremos la inevitable pelea para ver quién será la alternativa a Trump. Ron DeSantis parece ser el candidato natural tras arrasar en Florida y ganarse el respeto de las bases, pero acaba de ser reelegido gobernador y, por simple etiqueta política, seguramente no anuncie su candidatura hasta bien entrado el 2023. Eso abre la puerta a todos esos políticos republicanos que creen que son especiales y maravillosos para postularse como alternativa a DeSantis, abriendo la puerta a unas primarias con un puñado de candidatos pegándose entre ellos y dejando la pista libre a Trump como en el 2016.
DeSantis, además, también es un problema. Sobre el papel, es el anti-Trump perfecto, un ganador que sabe agitar a las bases y atraer votos centristas. A la práctica, no estoy del todo seguro que pueda derrotar a Trump en unas primarias. DeSantis es carismático, pero no mucho, orador, pero sin alardes, y combativo, pero en pequeñas dosis; cuando le atizan suele rehuir el enfrentamiento. Hasta ahora, no ha respondido a las puyas de Trump. Todo el mundo está esperando ansioso a ver cuándo empiezan las hostilidades abiertas entre ambos, pero DeSantis lo evita. Es perfectamente posible que Trump lo defina antes de que empiece a competir.
Finalmente, tenemos el detalle de que Trump es un cretino narcicista egocéntrico, y que de perder las primarias, es perfectamente posible que se lance a una estrategia de tierra quemada que provoque la deserción de gran parte de sus bases. O si se pone realmente a lo loco, el tipo puede presentarse por libre en las generales, reventando cualquier opción de ganar. En una campaña normal con políticos normales, estas no son amenazas creíbles, pero con Trump esta clase de destrucción mutua asegurada está encima de la mesa.
Unas elecciones impredecibles (por ahora)
Es decir, no sabemos nada. Mi intuición, que suele equivocarse, me dice que Trump seguramente no será el candidato del GOP del 2024, porque las élites del partido parecen haber aprendido al fin la lección. El partido republicano, no obstante, ha sido tremendamente consistente en su incompetencia durante los últimos seis años, así que es muy posible que pifien otra vez.
Las elecciones primarias son siempre difíciles de predecir, porque el electorado no sólo está pensando sobre quién es su candidato preferido, sino también especulando y teorizando sobre qué candidato será mejor en unas generales. Quizás las bases republicanas acaben por captar el mensaje de que Trump es una lacra electoral tras tres derrotas seguidas. No estoy seguro de que eso suceda.
Bolas extra:
Los planes de gobierno de Trump para un hipotético segundo mandato son aterradores.
El Departamento de Justicia tiene un dilema interesante sobre cómo investigar a Trump, ahora que es candidato.
¿Os gusta Four Freedoms? Para celebrar Acción de Gracias y el hecho de que me han designado oficialmente como Substack Bestseller*, esta semana podéis conseguir la suscripción anual por sólo $30. No hay excusa posible.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Four Freedoms para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.