Una de las preguntas recurrentes que recibo estos días es sobre la pertinaz incapacidad del partido demócrata para renovarse. Hablamos de una formación que se obcecó en intentar concurrir a unas presidenciales con un fósil añejo, con líderes añejos y una irritante tendencia a perder representación y votos cruciales en el congreso porque sus legisladores mueren en el cargo.
Mi respuesta habitual que el “partido demócrata”, como tal, no existe; los partidos americanos son coaliciones descentralizadas con miles de candidatos haciendo cada uno la guerra por su cuenta que ocasionalmente responden a los alaridos de sus candidatos a la presidencia. Los demócratas tienen a líderes viejos porque sus bases, que son quienes nominan candidatos en primarias, siguen votando por ellos. La geometría institucional de Estados Unidos y la forma en la que esta canaliza las carreras políticas hacen el resto.
La primera parte de la historia es relativamente fácil de explicar, pero el papel de las instituciones para perpetuar candidatos es un poco más sutil. Así que, aprovechando que acaba de empezar la temporada de gente-planteándose-primarias para el 2026 en Connecticut, explicaré cómo funciona con un ejemplo para que quede un poco más claro.
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