Siempre he creído, desde el mismo seis de enero del 2021, que Trump intentó dar un golpe de estado. Chapucero, desordenado, quijotesco, necio y estúpido, sin duda, como toda su presidencia, pero Trump intentó invalidar y revertir su derrota electoral para mantenerse en el poder a toda costa.
Esta apreciación, por supuesto, no era fruto de un proceso deductivo brillante o profundos conocimientos politológicos. Trump y sus acólitos se pasaron meses y meses explicando lo que querían hacer en voz alta, antes y después de las elecciones. El día antes del asalto al capitolio escuchamos la grabación de una conversación telefónica del propio Trump pidiendo que se inventaran votos. Los idiotas terminales de su administración lo discutieron todo por escrito e incluso tuvieron a gente con cámaras filmando un documental siguiéndoles.
Investigando un golpe de estado
La duda siempre fue, en todo caso, si toda esta conspiración criminal acarrearía consecuencias. Trump, al fin y al cabo, es alguien que era notorio y conocido en su época de hombre de negocios de nunca dejar nada por escrito. Todas las negociaciones eran por teléfono, nadie tomaba notas, y documentación la justa, no fuera que alguien hiciera preguntas incómodas. Algo como intentar subvertir el resultado de unas elecciones quizás sería mencionado en discursos y Tweets variados, donde siempre podrían alegar “exageraciones retóricas”, pero no iban a dejar papeleo y correos electrónicos sobre sus acciones a la vista. Ante la falta de pruebas tangibles, el departamento de justicia debería ser muy, muy cauteloso, y seguramente acabarían dejándole escapar.
![Trump en CPAC, 2011 Trump en CPAC, 2011](https://substackcdn.com/image/fetch/w_1456,c_limit,f_auto,q_auto:good,fl_progressive:steep/https%3A%2F%2Fbucketeer-e05bbc84-baa3-437e-9518-adb32be77984.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2Fimages%2F51c2f844-9c25-4ba2-8a78-69975b0c9c5a_800x533.jpeg)
La cuestión es que quizás Trump está acostumbrado a ser discreto, pero dar un golpe de estado exige cierta organización y un buen puñado de abogados. Dado que los letrados que van a apuntarse a montar una burrada semejante no van a ser el grupo de eminencias legales más disciplinado del mundo, muchos de ellos van a tomar notas, enviar correos electrónicos, y debatir ideas totalmente ilegales sin demasiado cuidado. Además, dado que Estados Unidos es un país enorme y que volar por los aires el sistema democrático es un proceso un tanto laborioso, estos abogados van a estar pidiendo cosas e interactuando con mucha, mucha gente - e incluso en la Casa Blanca bajo Trump, habrá muchos, muchos cargos políticos y funcionarios que verán esas maniobras y reaccionarán horrorizados ante las burradas que dice esa gente.
Y claro, así no hay quien monte una conspiración secreta.
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