El divertido debate sobre calendarios
El calendario de primarias presidenciales es horroroso - y los demócratas quieren cambiarlo
De todos los fenómenos incomprensibles de la política americana, hay muy, muy, muy pocos que se acerquen al de las primarias presidenciales. El método en sí para escoger el candidato, en teoría, es más que decente; que los votantes de un partido escojan en votación abierta quién les representará en las elecciones. La ejecución, sin embargo, es increíblemente chapucera, fruto de su improvisada estructura institucional.
Un diseño accidental
Para empezar, es digno de mención que la torpeza del sistema actual no es fruto de su antigüedad; este no es un arreglo constitucional nacido de leyes escritas en el siglo XVIII extendidas más allá de lo razonable. Las primeras elecciones primarias “modernas” con un sistema reconocible datan de 1972, el resultado de las reformas dentro del partido demócrata para no repetir el infausto espectáculo de la convención de Chicago de 1968. El ala progresista, encabezada por George McGovern, trabajó para abrir el partido a los votantes, y fue quien llevó la voz cantante en el diseño del nuevo sistema para elegir candidatos. Fue precisamente George McGovern quien, tras redactar esas reglas, ganó la nominación ese año.
Y también fue McGovern el que perdió por 23 puntos contra Richard Nixon, pero eso lo dejamos para otro día.
La cuestión, sin embargo, es que el informe que redactó McGovern e inspiró el nuevo sistema no era un reglamento, sino un esquema de incentivos y requisitos para designar delegados a la convención. Los estados adoptaron entonces caucus o primarias, pero la base legal (enviar gente a la convención) era la misma, no un proceso electoral nacional. Como consecuencia, las tradiciones preexistentes sobre quién votaba cuándo se mantuvieron, incluyendo las bizarras normas sobre quién vota primero.
Líderes accidentales
Hablemos, por ejemplo, el primer estado en celebrar primarias, New Hampshire. La ley estatal que las regula (ley estatal, insisto) establece que deben ser el segundo martes de marzo, pero que el secretario del estado (quien lleva la administración electoral) puede adelantarlas para asegurarse que sean al menos siete días antes que cualquier otra primaria presidencial. Una ley de plazos cuyos plazos dependan de lo que dicen leyes de otras jurisdicciones es bastante inusual. Que ambos partidos (los republicanos “copiaron” el sistema de primarias a partir de 1976) hayan tolerado que un estado se autoproclame el primero, también.
Iowa tiene el privilegio de ir antes de New Hampshire porque tienen caucus, y los legisladores de New Hampshire piensan que eso no es una votación de verdad y ni se molestan en adelantarse a ella. No les falta razón, porque el sistema de caucus no es del todo democrático y es francamente incomprensible, pero en el sistema electoral americano da delegados igualmente.
El motivo por el que Iowa va primero es fruto de esta complejidad. En 1972, cuando se creó el nuevo sistema, los demócratas permitieron que Iowa hiciera sus caucus antes que nadie porque el proceso de convertir esas reuniones en delegados tomaba semanas, según celebraban caucus en cada colegio electoral para escoger delegados al condado que a su vez hacían un caucus para escoger delegados al distrito que se reunían de nuevo en otro caucus para nominar delegados estatales que hacían otro caucus más para escoger delegados presidenciales. Como era un sistema tan extraño, el consenso es que nadie le iba a dar demasiada importancia.
Tremendo error. En 1976, un gobernador sureño casi desconocido llamado Jimmy Carter ganaba los caucus de Iowa tras pasarse meses haciendo campaña sin que casi nadie fuera del estado le prestara atención. Tras ganar en New Hampshire aprovechando la publicidad conseguida por su primera victoria, el tipo no sólo consiguió la nominación, sino que alcanzó la presidencia. El extraño, surrealista método de votación de Iowa pasó a ser importante, y los legisladores del estado pasaron a pelear con uñas y dientes para mantener su posición privilegiada en el calendario.
Líderes imperfectos
El pequeño problema, tanto para demócratas como republicanos, es que ni Iowa ni New Hampshire son estados demasiado representativos del resto del país. Iowa es muy blanco y muy rural en un país cada vez más diverso e urbanizado. New Hampshire es un sitio extrañísimo incluso dentro de la ya bastante peculiar Nueva Inglaterra, es también muy blanco y es mucho más rico que la media nacional. Ambos son, además, relativamente pequeños en población (New Hampshire no llega a 1,4 millones) y tienen inviernos excepcionalmente fríos, cosa que hace que sea un auténtico peñazo hacer campaña.
Estas peculiaridades han hecho que en tiempos recientes tanto Iowa como New Hampshire hayan tenido el efecto o bien de alargar la campaña electoral haciendo medio viables candidatos que acabaron perdiendo (desde Sanders hasta Pete Buttigieg o Ted Cruz) o bien generando candidatos que eran un poco horrorosos en las generales (léase Trump). Esto, sumado a su poca representitividad, han hecho que tanto el ala centrista del establishment demócrata como los progresistas finalmente hayan decidido mover el calendario.
Y ahora, claro está, falta decidir quién ira primero.
Un calendario por decidir
Empecemos por la propuesta que la gente de Biden está circulando en privado. Quieren que el primer estado sea Carolina del Sur (5 de febrero), seguidos de Iowa y Nevada (12 de febrero), Georgia (19 de febrero) y Michigan (26 de febrero).
La teoría operativa en este calendario es empezar primero en un estado con una enorme población negra, el bloque electoral más fiel al partido (Carolina del Sur) y que suele decantarse por candidatos moderados. Tras ello, Nevada es un estado siempre muy, muy competitivo en las generales y con una enorme población latina, y New Hampshire representa a Nueva Inglaterra, el bloque de estados más fiel al partido. Georgia y Michigan son ambos swing states donde los demócratas tienen que ganar sí o sí en las generales, y además son muy representativos de lo que es el país, cada vez más urbano y diverso.
No es una mala lista, pero no me parece ideal. Carolina del Sur es un estado donde los demócratas no van a ganar unas presidenciales a corto plazo (no ganan desde 1976, y Obama perdió allí por ocho puntos el 2008). Es cierto que el voto negro importa, pero todo el mundo sospecha que Biden los ha puesto primero porque fue en Carolina del Sur donde ganó la nominación el 2020; es un nombramiento simbólico más que otra cosa.
El resto de la lista, sin embargo, sí tiene sentido. Nevada (que finalmente abandonará el sistema de caucus) es lo suficiente parecido a los estados decisivos del Sunbelt como para realmente forzar a que los candidatos piensen como si fueran unas generales. Todo el dinero invertido en movilizar a las bases en las primarias, además, servirá para organizar la campaña de noviembre. Georgia tiene una lógica parecida; además de tener un montón de votantes negros, es un swing state puro, y un buen representante del “nuevo sur” que los demócratas pueden aspirar a ganar. Michigan, por su lado, tiene áreas metropolitanas grandes (Detroit) y el hinterland rural y post industrial del Midwest que el partido necesita desesperadamente. Mi único cambio sería sacar a New Hampshire y substituirlo por el estado de Nueva Inglaterra que es un calco demográfico casi perfecto de la composición racial del país, Connecticut.
No porque me fuera a dar trabajo ni nada, que conste. Ejem.
El debate, como veis, será divertido, y tiene implicaciones más que interesantes. El orden de las votaciones tiene un peso muy importante en qué candidato puede ser más o menos viable de entrada y qué tipo de votantes demócratas son los que marcarán la agenda delimitando el “menú” de presidenciables esas primeras semanas. Habrá muchas discusiones y crujir de dientes, y muchos presidenciables estarán dando codazos para que su estado o un vecino cercano esté entre los primeros. Si Biden se presenta a la reelección, por supuesto, el calendario no será relevante hasta el 2024, pero eso no lo hace menos importante.
Notas adicionales
Dos notas finales. Los republicanos no tienen previsto cambiar el orden de sus primarias, así que Iowa y New Hampshire seguirán “mandando”. Esto no es nuevo; el orden de ambos partidos se parece, pero nunca ha sido idéntico. Lo dicho, un galimatías.
Para terminar, vale la pena mencionar qué harán New Hampshire y Iowa si los demócratas les retiran su primacía. Las fechas de las primarias se regulan por leyes y normas de los partidos estatales, al fin y al cabo; New Hampshire literalmente puede saltarse el orden si quiere. El arma que tiene el partido, en este caso, es que es el Comité Nacional Demócrata (DNC) quien decide cómo se asignan los delegados, así pueden dictaminar que si un estado se salta el orden que ellos dictan recibirán la mitad de los delegados en la convención. Eso no disuadió a algunos estados en años anteriores a que adelantaran sus campañas (caso de Florida el 2008), pero los candidatos entonces le prestan mucha menos atención.
Veremos entonces si New Hampshire se conforma o no; el poder del estado para marcar la agenda no es cuestión del número de delegados que otorga. Dudo mucho que su primacia sea sostenible, de todos modos.
Bolas extra:
Hacer campaña en New Hampshire en diciembre y enero es un santo horror, y lo digo por experiencia propia.
Obama es increíblemente bueno dando discursos, volumen 245:
Uno de esos titulares extraños de veras en la política americana:
Los republicanos en algún momento del año pasado se vinieron super arriba con Musk comprando Twitter, Kanye diciendo que iba a votar al GOP y defendiendo el derecho de Trump a robar secretos nucleares, y colgaron este Tweet. Con Kanye cenando con Trump y alabando a Hitler y Elon pegando fuego a Twitter, pues ha envejecido regular.
Hola, Roger. Qué te ha pasado en Twitter? Yo tengo una cuenta en la que no sigo a nadie pero tengo ordenados en listas por temas a quienes me interesáis. Ahora veo que has echado el candado a tú cuenta.
Aprovecho para felicitarte por esta pedazo de newsletter que financio bien a gusto. Me encanta leerte.