Para el visitante europeo, una de las cosas que sorprenden de Estados Unidos es lo viejo que parece ser todo. Los viaductos están oxidados, las aceras descuidadas, las calles llenas de baches; las infraestructuras parecen estar construidas a pegotes, sostenidas por chicle, alambres y buena fe. Uno de los motivos de que todo tenga este aspecto es que muchas de ellas son viejas; este era un país muy rico ya en los años veinte, y muchas de las grandes obras fueron construidas entre 1920 y 1960.
La razón principal de la decrepitud de muchas infraestructuras, no obstante, es que en Estados Unidos los gobiernos no saben, no quieren o no pueden construir y mantener infraestructuras de forma decente. Las administraciones públicas, sean estados, ciudades, condados o incluso el gobierno federal, siempre andan crónicamente cortas de dinero, nunca tienen suficiente personal para gestionar proyectos y cuando invierten, acaban dependiendo de consultores externos que malgastan recursos a espuertas.
He hablado largo y tendido de los espantosos costes para construir infraestructura (aquí en inglés, aquí en español, aparte de por aquí), así que no me repetiré demasiado. La cuestión central es que, tras años de guerra abierta por parte de los republicanos post-Reagan a todo lo que suene a “gasto público” o “funcionarios”, la administración pública americana es comparativamente muy débil, y excepcionalmente torpe en toda clase de servicios básicos que en cualquier nación civilizada no son un problema.
Burocracias
Por ejemplo, hablemos de impuestos. En Estados Unidos, aparte de tener que hacer dos o tres declaraciones de la renta (federal, estatal y a veces municipal), hasta hace poco no había forma de presentar una declaración gratuita. Para enviar la declaración al IRS era necesario utilizar un proveedor privado, incluso si la hacías tú mismo desde casa, que solían cobrar 100-200 dólares por el privilegio. Al contrario que sucede en gran parte de Europa, hacienda aquí no te envía un borrador ni nada por el estilo; es cosa tuya recopilar toda la información y pelearte con los formularios, deducciones, y demás aventuras.
El IRS estuvo durante años crónicamente falto de personal, así que en caso de que hubiera cualquier problema, conseguir que alguien cogiera el teléfono era una quimera. Nunca tenían suficientes inspectores, así que el fraude fiscal es comparativamente muy alto. Durante años, presidentes republicanos primaron el número de auditorías al dinero recuperado, así que el IRS solía hacer proporcionalmente muchas más inspecciones a clases medias (que requieren poco personal) que a millonarios, que tienen abogados y protestan mucho. Una de las medidas más revolucionarias y radicales de la administración Biden fue destinar miles de millones de presupuesto adicional al IRS precisamente para combatir el fraude (¿os extraña por qué los plutócratas querían que Trump ganara?), además de impulsar un portal donde poder hacer la declaración de la renta de forma gratuita y sin intermediarios.
Para cualquiera que haya interactuado con un gobierno “normal” en otro país, entonces, la idea de que el gobierno federal de Estados Unidos tiene exceso de personal o despilfarro es bastante incomprensible. La administración americana, en prácticamente todo lo que hace, está crónicamente falta de personal, con menos empleados por cápita hoy que en cualquier momento desde la postguerra. Que alguien crea que ponerse a despedir a funcionarios como posesos es una buena idea es increíblemente estúpido. Que es, por supuesto, lo que está haciendo Elon Musk.

Recortando a la Musk
Los recortes de DOGE estas últimas semanas se pueden dividir en tres categorías distintas.
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