Así que quieres votar...
Estados Unidos y el derecho a voto (II) - las trabas, irracionalidades y manías de las elecciones estadounidenses.
De todas las cosas extrañas en la política americana (y creedme, hay muchas) el sistema electoral de lejos el que resulta más incomprensible para un europeo medio. Como comentaba el otro día, el motivo de esta confusión tiene raíces históricas: la constitución no reconoce el derecho a voto, y eso ha llevado a una cierta anarquía en todo lo que respecta a ir a las urnas. Hoy toca hablar sobre las consecuencias prácticas de este vacío legal, y como afecta a la mecánica de votar en todo el país.
Para empezar, Estados Unidos no tiene un sistema electoral nacional. La administración de las elecciones es competencia de los estados, y el gobierno federal tiene una capacidad de supervisión limitada sobre cómo ejercen esta competencia. Las reglas de cómo votar, quién puede votar, y cuándo puede votar son específicas de cada estado, y las diferencias son abrumadoras.
Empecemos por el quién. Primero, antes de votar es necesario registrarse. Estados Unidos no tiene censo electoral en el sentido europeo del término, ni a nivel federal, ni a nivel estatal. Tiene voter rolls (registros de votantes) donde uno tiene que inscribirse para poder votar.
El cómo, cuándo y dónde uno puede registrarse es bastante aleatorio. Muchos estados exigen hacerlo al menos 30 días antes de las elecciones para poder participar; otros te permiten hacerlo el mismo día de las elecciones. 39 estados permiten hacer el trámite para apuntarse por internet; otros exigen hacerlo o bien por correo postal, o bien en persona. En general (en un patrón que se repetirá bastante en este artículo) los estados del sur y los más conservadores del Midwest (Indiana y Ohio) tienen plazos más restrictivos y ponen más trabas a registrarse; los estados del norte y oeste (incluyendo estados bastante conservadores en las rocosas) son mucho más amigables. Por supuesto, hay algunas excepciones; Nueva York es bastante restrictivo, y como veremos luego, Nueva Inglaterra a menudo es menos progresista de lo que dice ser.
Curiosamente, los estados exigen muy poca documentación para registrarse, más allá de una dirección postal y marcar una casilla bajo pena de perjurio que eres ciudadano con derecho a voto. Las trabas de papeleo vienen después.
El segundo escollo para poder votar es que no todos los ciudadanos americanos mayores de edad tienen derecho a voto. En casi todos los estados, haber sido condenado por un delito es motivo de suspensión del derecho a sufragio, sea de forma temporal, sea de forma permanente. Los únicos estados que permiten votar desde la cárcel son Vermont y Maine. En 16 estados, los presos recuperan el derecho a voto de forma automática al ser puestos en libertad, en 21 estados el derecho a voto lo tiene suspendido incluso cuando están en libertad condicional. En muchos lugares, antes de poder volver a votar el expresidiario debe pagar la totalidad de multas, tasas e indemnizaciones que deba al estado o a sus víctimas. Esto puede parecer un obstáculo menor hasta que te das cuenta de que 43 estados cobran tasas a los presos para pagar su estancia en la cárcel, así que cuando salen están endeudados hasta las trancas y no podrán volver a votar jamás.
Finalmente hay una lista de 11 estados que no permiten a aquellos que han sido condenados a penas de cárcel por cometer un delito volver a votar, o imponen condiciones muy onerosas (como un perdón oficial) para poder hacerlo. Como os podéis imaginar, esta lista incluye los sospechosos habituales en el sur, Florida (porque Florida siempre escoge la respuesta más disfuncional posible) y algún invitado despistado del Midwest.
En un país normal, restringir el derecho a voto a criminales sería poco democrático, pero no tendría un efecto demasiado grande en el voto. No hay tantos criminales ahí fuera, al fin y al cabo. La cuestión es que Estados Unidos mete a mucha gente en la cárcel, y lo hace con un entusiasmo casi fanático. Por cápita, Estados Unidos tiene en prisión 8,6 veces personas que Francia ó 7,8 veces más que Alemania. Incluso España, uno de los países de la UE más aficionado a enchironar gente (a pesar de ser uno de los más seguros), sólo tiene una quinta parte de los presos por cápita que esta gente.
En cifras: se estima que 6,1 millones de americanos (o un 2,5% del censo) han perdido su derecho a voto de este modo. En Florida, más del 10% de la población del estado no puede votar por este motivo. En Mississippi, un 9,6%. En Kentucky, un 9,1%.
La composición demográfica de los americanos encarcelados, os la podéis imaginar: pobres, negros, latinos, es decir, gente que acostumbra a votar demócrata. Si os preguntáis por qué los estados del sur tienen esta obsesión con retirar el sufragio, aquí lo tenéis.
Es el día de las elecciones, entonces. ¿Cómo vamos a votar?
La respuesta no es sencilla, porque en casi todos los estados el “día de las elecciones” no existe como tal. En 39 estados uno puede ir a votar días o incluso semanas antes del día oficial de la votación; los más tempraneros (Alaska, Maine, Nueva Jersey, Dakota del Sur, Vermont y Virginia) abren las urnas 45 días antes de los comicios. 24 estados permiten votar en fin de semana, una buena alternativa en un país que siempre celebra elecciones presidenciales en días laborales. Como de costumbre, los estados del sur tienden a ser más restrictivos, pero hay un “núcleo duro” en Nueva Inglaterra que es tan restrictivo como el que más.
Los detalles sobre dónde puede ir a votar uno son importantes. Dado que tener sitios abiertos para ir a votar cuesta dinero y que muchos condados y ciudades (porque los estados a menudo descentralizan sus competencias electorales al nivel local, para hacer todo más divertido) no tienen demasiados recursos, no es inusual que en algunos estados (cof- Florida -cof) las zonas más ricas (y blancas) tengan más lugares de votación que en barrios más pobres. Estados Unidos es la clase de lugar donde uno puede saber la composición racial de un distrito electoral por el tiempo de espera necesario para poder votar.
También tenemos el voto por correo, una de las novedades relativas este ciclo. Pre-COVID, había cuatro estados (Utah, Washington, Oregón y Colorado) donde las elecciones se celebraban íntegramente por correo. Todos los votantes registrados recibían una papeleta en casa y un sobre con franqueo pagado para devolverla. Post-COVID, muchos han relajado restricciones (provocando otro escándalo más cuando Trump ha decidido sabotear correos…), con la tradicional inconsistencia en métodos, plazos, y regulaciones. El NYT tiene un resumen estupendo aquí donde podéis contemplar el galimatías; como de costumbre, todo es bastante improvisado.
Finalmente llega el día de las elecciones, van en persona a votar y… bueno, aún no está todo hecho. Primero, porque es posible que ya no estés registrado. Los estados purgan (y sí, ese es el término que se utiliza) su registro de votantes de forma periódica para eliminar gente que se ha mudado, fallecido o está en la cárcel. El problema es que a menudo lo hacen sin avisar y con un celo y una energía un tanto preocupantes, especialmente (adivinad) en el sur.
Si estás en la lista, aún puede quedar un paso más: demostrar tu identidad. En muchos lugares es obligatorio presentar un carné o identificación legalmente aceptable que incluya una fotografía para poder votar. El problema es que en Estados Unidos no existe el DNI, sea nacional o estatal; el carné de identidad más común es el de conducir. Ya os podéis imaginar quién no tiene coche en este país, y lo fácil que resulta en los lugares que exigen un documento así ir a una oficina estatal para que te proporcionen una tarjeta de identidad legalmente aceptable. Esto sucede mucho en el sur, etcétera, etcétera.
Porque es siempre lo mismo. Este país es maravilloso.
Si algo creo que podéis intuir de todas estas reglas es que según donde vivas y quién seas, en Estados Unidos votar es más o menos fácil. Hay algunos gobiernos estatales que se preocupan mucho muchísimo de evitar “fraude electoral” / poner las cosas difíciles a según qué gente para que vote.
Esos gobiernos suelen estar controlados por el partido republicano.
Bolas extra:
Un inciso, porque esto de cobrar por tu estancia en la cárcel es especialmente delirante: en algunos estados como California un preso puede pagar extra para ser alojado en cárceles más cómodas y con más servicios. Pero del sistema penal americano tocará hablar otro día, porque da para varias películas de terror.
En una de esas cosas que en cualquier otro universo serían un escándalo pero que en la administración Trump adquieren el calificativo de “es miércoles”, la Casa Blanca amenaza con eliminar fondos federales a aquellas ciudades que designe como “jurisdicciones anarquistas”, o ciudades que tienen disturbios y que a juicio de la administración no están haciendo suficiente para reprimirlos.
Esto es radicalmente ilegal y pura propaganda, pero Trump hace tantas astracanadas como esta que ni siquiera está destacada en las páginas de muchos periódicos. Irá a juicio, lo perderán, nadie perderá fondos.
Los brotes de coronavirus en Texas, Florida y Arizona están extinguiéndose poco a poco. El problema es que cuatro estados del Midwest (las Dakotas, Iowa y Kansas) tienen ahora muy, muy mala pinta.
Si la audiencia de este boletín fuera de gringos, en los comentarios tendríamos un debate sobre la gran polémica geográfica de este país: ¿qué estados componen el Midwest?
Confirmemos: este domingo 6 de septiembre, chat de Four Freedoms para suscriptores, de 19:00 a 20:00 hora España, 13:00 a 14:00 hora Nueva York. Si queréis participar, os podéis dar de alta y suscribíos aquí: